El pibe salió de la Escuela Técnica Nº 1 de Llavallol a las 13, más o menos. Esa tarde no tendría taller, y podría almorzar algo calentito en casa. Corrió hasta la esquina y tomó el primer Cañuelas que apareció. Notó que en el estribo un hombre lo empujó, mientras arrancaba el colectivo, lo miró y creyó conocerlo, haberlo visto antes, ¿pero cuándo? Pasó el resto del viaje hablando con un compañero sobre los radicales libres de la clasé de Química. Cuando aquel se bajó en Temperley, se acomodó en el asiento, cerró los ojos, y se dispuso a pensar en milanesas con pure o fideos con tuco. Al rato, había llegado a la Plaza de Remedios de Escalada y se bajó. Cruzó la avenida Hipólito Yrigoyen, dobló por Beltrán, caminó rápido dos cuadras por la vereda sur. Cometió el error de ir por una calle de mano única, en la misma dirección que los autos. No vio que una camioneta verde oscura lo pasó unos metros y se detuvo, se abrieron las dos puertas traseras...
Sorprendido vio uno dos siete decenas de hombres armados salieron de la camioneta lo rodearon lo metieron violentamente adentro de la caja tirado en el piso metálico frío le ataron con su propia corbata las manos atrás de la espalda le meten una capucha le dicen que son los montoneros y lo van a llevar a pasear. Ríen.
¡Que no las encuentren! ¡Que no las encuentren! ¡Que no las encuentren! Ingenuamente pensaba en las mariposas de papel madera ocultas en el bolsillo del saco. ¡Que no las encuentren!
Sorprendido vio uno dos siete decenas de hombres armados salieron de la camioneta lo rodearon lo metieron violentamente adentro de la caja tirado en el piso metálico frío le ataron con su propia corbata las manos atrás de la espalda le meten una capucha le dicen que son los montoneros y lo van a llevar a pasear. Ríen.
¡Que no las encuentren! ¡Que no las encuentren! ¡Que no las encuentren! Ingenuamente pensaba en las mariposas de papel madera ocultas en el bolsillo del saco. ¡Que no las encuentren!
Las encontraron antes de llegar a destino. Pasaron minutos mil horas una eternidad. Sintió el olor a galpón vació obra en construcción frío de muerte. El elástico metálico de cama vieja lo recibió entre chispas eléctricas y alambre en las muñecas y bolsa de nylon jugando a tapar el aire en la boca la nariz...
Era una noche de agosto de 1976.
Tenía mucha sed. Al tipo del colectivo lo había visto una semana antes, a la madrugada, mientras esperaba en la parada para ir al colegio. La misma voz que lo increpó en la parrilla.
Rezó un padre nuestro y pensó en mamá y la nona: Pobres, deben estar sufriendo. Ojalá que los compañeros se hayan rajado, por ahora vengo ganando, espero aguantar...
Daniel Mancuso
1 comentario:
Cuando pensás en esta horrible historia, como en la masacre de Trelew y todas las tragedias que fueron provocadas en nuestro país por antecesores ó aún algunos de los actuales "patriotas, derechos, humanos, occidentales y cristianos" que andan desesperados por ahí después del domingo pasado, te das cuenta de que la justicia debería ser de hierro y plomo para compensar tanto sufrimiento a muchos que solamente pensaban diferente y deseaban una patria más justa.
Un abrazo de Tilo, 70 años.
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