miércoles, 23 de marzo de 2011

12775 DIAS Y NOCHES



Lloré cuando me fui lejos. Lloré antes, cuando quemé "La Ultima mujer y el próximo combate", "Táctica y estrategia", "Sobre la contradicción", "Las venas abiertas"... cuando enterré los discos de Viglietti. También lloré
porque mi madre lloraba por los allanamientos y los destrozos.

Lloré, con el alambre en las muñecas y los voltios incitando delaciones. Lloré con esa chica flaquita y cuando me abandonaron en el charco cerca de casa esa madrugada. Lloré cuando mataron a Beto, a Antonio, A Yogui, al Tata...

En 1976, civiles y militares se confabularon con la muerte. Un grupo selecto de canallas diseñaron los prolegómenos de la tragedia más bochornosa de nuestra historia, y después dieron rienda suelta a la improvisación y el escarnio.

Colapsaron los buenos valores; ganó la desidia, el escepticismo, el vale todo. Mejor no hablar de ciertas cosas...


¿Sabe usted dónde está su hijo en este momento?


La vida latía azorada ante tanta perversidad colectiva. Hubo indiferencias ubicuas, los autos verdes de Henry Ford cargados de sombras a la caza de herejes, desvelos de angustias prolongadas, disparos en las noches y en los días que nadie oía, exilios mudos, ausencias negadas por el miedo, borbardeos de prisioneros drogados al Río de la Plata, el mundial hipnótico del gauchito, silencios cómplices, resistencias inermes, una guerra embriagadamente descabellada, desesperanza...


Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos...


Una habitación pequeña, una ronda, una víctima en el centro. Las miserias escondidas en el barro infecto del corazón humano explotaron en una nube tóxica. Taparon el mundo. Una liberación brusca de gran cantidad de odio encerrado en un volumen relativamente pequeño de seres abyectos, produjo un incremento violento y rápido de la represión asesina, con desprendimiento de calor, luz y gases de cuerpos mutilados.


Los argentinos somos derechos y humanos...


35 años son 12.775 días, igual cantidad de noches. Ni el tiempo ni la distancia pudieron corroer la infamia, la dictadura genocida sigue con nosotros. Miles de amaneceres no alcanzaron para terminar con la noche larga de la impunidad. Todavía 30.000 patriotas siguen en el no lugar de Videla, 400 nietos flotan en el limbo de la duda, 2 hermanos esconden el ADN de la verdad pisoteada. Miles de juicios se perdieron en los vericuetos de los tribunales.


El diario más vendido manipula las palabras y las ideas. La tele más vista oculta verdades y hace propaganda pérfida. La radio más escuchada repite las palabras, las ideas y las perfidias. Los jefes no quieren obedecer la ley, los editores mienten descaradamente, los escribas colaboran genuflexos; los abogados apelan, prorrogan, aducen, chicanean. Los jueces sobornados fallan a favor de los intereses de la Noble familia.


Cada 24 de marzo, millones de argentinos memoramos las lágrimas y los duelos. Resucitan los ausentes, sonríen en la plaza de las Madres. Cantan con nosotros en la garganta de un pibe, una piba que nació años después de la masacre, que retoman las banderas viejas que son nuevas, en busca de las utopías perdidas u olvidadas, y las que algunos quisieron y aún quieren desaparecer...


Daniel Mancuso

5 comentarios:

María de los Ángeles del Hoyo dijo...

qué palabras tan conmovedoras y profundas, qué bien escrito ! detrás del dolor intenso, injusto y tremendo transmite humanidad, demasiada humanidad... gracias Daniel! decir que me encantó es poco, porque las lágrimas resbalan sobre mis mejillas aunque no lo quiera

Roque Baruyo dijo...

Memoria. Verdad. Justicia. Es el mantra del Amor, Mancu. abrazo

Daniel dijo...

"Resucitan los ausentes"

Por mi amigo Gustavo, tan jovencito como se lo llevaron los hijos de puta.

Silviammar dijo...

Me emocioné profundamente con tu nota!

María Isabel García dijo...

Sigamos trabajando juntos y revindiquemos este inmenso dolor tranformandolo en amor. Con amor, compromiso, convicción, pasión, siguiendo la lucha por la justicia, la verdad, revindiquemos la memoria de los compañeros que están en nuestros corazones, aprendamos de Estela de Carlotto, que sostiene su lucha desde un profundo amor, sin odio ni rencor.. con ternura, simpleza y convicción ... Ni un paso atrás...

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