Homenajear a alguien, recordarlo, es como desempolvar la figura y las acciones que se comió el olvido para que la luz del sol y de nuestra conciencia lo alumbren. Y una vez allí, frente a nosotros, empieza el dilema: ¿Lo volvemos a meter en el cajón de los recuerdos y pasamos a otra cosa, o lo invitamos a dar una vuelta por nuestro presente, y juntos pergeñar el horizonte utópico que el futuro nos puede deparar si hacemos el esfuerzo?
Ahora , el 22 o 23 de abril, se conmemora a Miguel de cervantes Saavedra. Fue el padre de las letras españolas, nació algun día de septiembre de 1547 y murió en abril de 1616.
Su obra cumbre, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, es un texto imperdible, que muchos hispano parlantes nunca leyeron. Tuve la suerte de hacer el personaje del Quijote, en Teatro, para lo cual, leí y conocí al manco de Lepanto, un poco, y la emoción de transitarlo en cada función, fue mucha.
«De todas las figuras de hombres buenos en la literatura cristiana, sin duda, la más perfecta es Don Quijote», dijo Fedor Dostoyevski.
«Una confrontación entre idealismo y realismo, por la que Don Quijote era un luchador trágico contra la realidad grosera y hostil en defensa de un ideal que sabía irrealizable», pensaba Friedrich W. J. Schelling.
«El pathos y la dignidad de los sentimientos se hallan a menudo disfrazados por la jocosidad del tema, y provocan la risa, cuando en realidad deben provocar las lágrimas», decía William Hazlitt.
El Quijote iba para adelante a como dé lugar, machucado y sucio, con su fuerza interior que se sobreponía a los magullones de la carne y el alma. El dolor era una simple mancha en su marcha indefectible hacia su objeto de deseo...
Dicen que Cervantes murió el mismo dia que William Shakespeare, el genio de las letras inglesas. Otro grande de la humanidad. Tuve la dicha de actuar en: Tito Andrónico, en dos puestas diferentes de Sueño de una noche de Verano, y dirigir una versión libre de La Tempestad. Increíblemente bello.
¿Para qué sirve rememorarlos? Tal vez, los tiempos que vivimos necesiten del valor y la sabiduria de estos hombre, que nos ayuden a encontrar la salida a este laberinto inventado en salones lujosos, rodeados de una niebla de ideas perversas y confundidoras. Ponernos a practicar el heroísmo cotidiano, que no es ni más ni menos que levantar la mirada, dejar el ombligo y ver los ojos próximos que nos asoman. La senda épica que nos legaron debe ser retomada. Estemos atentos a que no se enganchen las lanzas, en las aspas de los molinos que todavía siguen arañando el aire...
Hace un tiempo, Carlos Polimeni empezaba sus mañanas de radio con estas palabras:
«...Existir o no existir, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?
» Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga.
» ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal.
» ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento?
» Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos... » Hamlet (1599-1601)
Daniel Mancuso
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