Un viejo proverbio chino neoliberal dice:
«Si no tienes una propuesta superadora, has todo lo posible para desacreditar a tu enemigo, miente si es necesario, y no aceptes ninguna bondad en sus acciones».
Ultimamente, la redacción del monopolio, en pleno, obedece al pie de la letra dicha sentencia atribuida al emperador Mang Nie Tong, de la segunda dinastía.
Una de las operaciones más reiteradas por los escribas de Clarín es la tergiversación de los análisis políticos y económicos sobre nuestra realidad con poca fundamentación y menos honestidad intelectual. Las razones de esta lluvia de publicaciones agoreras no es otra que sembrar dudas sobre las bondades de lo hecho por el gobierno nacional, desde 2003 hasta aquí, para facilitar la puesta en escena de la falacia: "el modelo K está agotado".
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La llamada «gota china» o tortura de la gota de agua es un método de tortura psicológica que se aplicaba a los prisioneros para desestabilizarlos física y emocionalmente. A través de los tiempos, dicho procedimiento fue mutando para la consecución de diversas tareas degradantes. En nuestros días, el Grupo Clarín ha perfeccionado y utiliza a diario la «gota china mediática» para oradar las conciencias ciudadanas argentinas.
- La vieja práctica consistía en inmovilizar a un reo en decúbito supino (tumbado boca arriba), de modo que le cayera sobre la frente una gota de agua fría cada cinco segundos. Después de algunas horas, el goteo continuo provocaba daño físico en su piel (similar a las yemas de los dedos después de un baño de inmersión). Pero la verdadera tortura para la víctima era la locura que le provocaría el no poder dormir, debido a la constante interrupción de las gotas, ni tampoco poder beber esa agua cuando la sed atacara, con lo cual a los pocos días sobrevenía la muerte por paro cardíaco.
De igual modo, la «gota china mediática» provoca constantemente la insatisfacción social con su goteo de malas noticias y la persistente repetición de tragedias individuales para generalizar la angustia y el miedo. La interrupción de la paz social, la propagación de la xenofobia y el racismo, el arraigado sentimiento antipolíco de la clase media ─entre otros valores negativos─, y el insomnio de la tilinguería, son algunos síntomas de los buenos resultados de la práctica perversa de los medios hegemónicos.
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El "periodista independiente" Marcelo Cantelmi ─quien desde mitad de los años 90 es el editor jefe de Política Internacional del diario Clarín─ publica: "España: un espejo en el que conviene observarse", donde afirma que: Las izquierdas que hacen de derecha en Europa tienen su correlato en derechas nacionalistas que hacen de izquierda en otras partes, para contener a sus propios indignados.
Es sin duda un tiro por elevación al peronismo pero en clave poética.
Luego de hacer una relevamiento de la crisis española, griega, etcétera, Marcelo Cantelmi dice...
- Cierta teoría de la política correcta educa que ya es hora de abandonar las etiquetas de izquierda o derecha. Puede ser. Pero por el momento es una idea que conviene especialmente al cinismo de estos travestismos.
Las izquierdas que hacen de derecha en Europa tienen su correlato en derechas nacionalistas que hacen de izquierda en otras partes del mundo para contener con pura retórica salvadora a sus propios indignados.
No solo no resuelven el problema, sino que acaban por agigantar el océano de insatisfechos como si existiera sólo un camino y una única salida.
Marcelo Cantelmi hace los deberes. Busca hablar de la crisis de Europa pero gotea ex profeso un persistente y nítida familiaridad con nuestro país, para decirle a sus lectores que no se crean que Europa está tan lejos. Parece decir: "Tenga miedo argentinos", los indignados de acá podrían organizarse de nuevo. Luego de las cacerolas del "que se vayan todos", luego de los cortes y bloqueos agrogarcas, nuestras mentes colonizadas podrían copiar el modelo de protesta español para oradar "el proyecto populista" en marcha.
Daniel Mancuso
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