LAS COLONIZADAS TAPAS DE LA NACIÓN

Hubo un tiempo que fui hermoso
y mentía de verdad
guardaba toda la info
en castillos de cristal...


Así cantaba un adolescente que aún conservaba los rulos. Mientras soñaba que algún día editorializaría en La Nación, sus compatriotas morían de frío y de balas allá en el sur.



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En 1998, el libro "La Nación, los grandes sucesos del siglo a través de sus primeras planas" fue presentado un miércoles 16 de diciembre, en el auditorio del diario.

El libro fue publicado por La Nación junto con la editorial Planeta y presentaba 400 páginas del diario con acontecimientos salientes del siglo. Estaba disponible en las librerías, a $ 59 de aquel entonces.

"Son como una ventana abierta al mundo y al país", expresó el director de La Nación , doctor Bartolomé Mitre, que comentó el libro junto con el subdirector, doctor José Claudio Escribano.

Al comenzar el acto, el secretario general de Redacción, licenciado Fernán Saguier, tocó un triángulo y explicó a los presentes que cada día se usa ese instrumento para llamar a los secretarios de redacción, los editores de secciones, el editor fotográfico y el diseñador a una reunión en la que se analiza cómo será la tapa de La Nación del día siguiente.

Allí se busca poner una síntesis de lo más importante del día, los temas de fondo, o también historias novedosas, emocionantes o interesantes...



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En 2012, los cráneos de La Nación, en el aniversario de los 30 años de la guerra de Malvinas ─cuando todo el país homenajea y recuerda a los soldados caídos y los combatientes condecorados por el orgullo popular─ pensaron que lo más importante para poner en tapa fue que 15 kelpers se junten bajo el cielo escarchado de a cantar loas a la reina madre...



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perdió los rulos pero no las mañas (ni las malas intenciones). El ahora pelado escriba premium elucubra fallidas admoniciones en su nota Malvinas e YPF, las banderas nacionalistas de la Presidenta, dando consejos zonzos, viejos, ya usados por Grondona o Morales Solá. Lo que lo distingue de aquellos es la prosa, renovada en lo formal, pero tan retrógrada o más, en lo conceptual.



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Ellos viajan contra la corriente del río de la historia argentina. Como los salmones, durante su viaje periodístico, a contramano de la realidad, no comen de los logros sociales, ni se alimentan de las verdades populares, sólo dependen de lo que han acumulado en grasa reaccionaria para su gran viaje de reproducción, entonces cumplen con su cometido que es el de dejar su nueva generación colonizada, y ellos pasan a ser alimento de los demás, hasta de sus propios hijos. Así es un ciclo biológico: con su muerte permiten que vivan muchos otros peces del establishment.

Daniel
Mancuso