¿Con quién habrá pasado la noche Héctor Horacio? ¿Habrá brindado con alguien? ¿Qué deseos volaron por su mente escarchada?
Se apagan los petardos. Silencio. Duerme la luz. Soledad. Mientras el mosquito madrugador sobrevuela su víctima, los ojos nerviosos se mueven debajo de las frazadas de párpado arrugado, el musculo durme, la ambición trabaja, el alma angustiada sueña tortuosas memorias...
La voz retumba como un trueno, y él va cayendo indefinidamente en el abismo negro como la tinta negra de los diarios. Justo cuando la probóscide perfora la vieja caparazón, se enciende la alarma, se corta la película, Héctor Horacio despierta jadeando, transpirado, se levanta, va al baño, se mira al espejo. Un rostro triste, ojeroso, lo mira con lástima, y no puede dejar de escuchar esa voz, no puede dejar de pensar en las bolas del árbol con esa cara, papa noel con esa risa femenina, y hasta el mosquito, con la cara de Evita, que le zumbaba pesadillas populistas en los abismos de la nochebuena...
Mal augurio, piensa, y ya no puede dormir.Se apagan los petardos. Silencio. Duerme la luz. Soledad. Mientras el mosquito madrugador sobrevuela su víctima, los ojos nerviosos se mueven debajo de las frazadas de párpado arrugado, el musculo durme, la ambición trabaja, el alma angustiada sueña tortuosas memorias...
- ... No queremos vanagloriarnos con orgullo de lo que somos ni de lo que tenemos, pero en esta noche, propicia para los aspectos del corazón, sentimos la necesidad de decirle a los hombres y mujeres del mundo el sencillo secreto de nuestra felicidad, que consiste en poner la buena voluntad de todos para que reinen la justicia y el amor. Primero la justicia, que es algo así como el pedestal para el amor.
No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables.
Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad. El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz de la tierra a la raza de los explotadores y de los privilegiados...
La voz retumba como un trueno, y él va cayendo indefinidamente en el abismo negro como la tinta negra de los diarios. Justo cuando la probóscide perfora la vieja caparazón, se enciende la alarma, se corta la película, Héctor Horacio despierta jadeando, transpirado, se levanta, va al baño, se mira al espejo. Un rostro triste, ojeroso, lo mira con lástima, y no puede dejar de escuchar esa voz, no puede dejar de pensar en las bolas del árbol con esa cara, papa noel con esa risa femenina, y hasta el mosquito, con la cara de Evita, que le zumbaba pesadillas populistas en los abismos de la nochebuena...
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