Quienes hemos vivido la tortura de acompañar el morir indigno de nuestros humanos amados sabemos de qué se trata. Parece mentira que a esta altura de la historia del mundo, todavía, tengamos que padecer estos tormentos. El feticichismo por la medicalización de la muerte a como dé lugar se ha tornado insoportable. Lo que sucede es que el ensañamiento terapéutico forma parte de una cultura muy extendida entre los médicos y también entre pacientes y familiares, quienes han internalizado (“Proceso mediante el cual un individuo incorpora en su personalidad los patrones de conducta prevalecientes en la sociedad”) que les asiste el derecho a exigir atención médica hasta el último suspiro.
La medicalización de la salud implica una merma sustancial de la autonomía individual y fomenta la irresponsabilidad para con nuestras propias vidas; merma de autonomía e irresponsabilidad a las que nos ha conducido tanta dependencia a la oferta médico-farmacológico institucionalizada.
El embarazo, la lactancia, la alimentación, la menstruación, la menopausia, la sexualidad, el envejecimiento, son considerados casi enfermedades que precisan una respuesta científica para ser combatidos a la brevedad. Los estados naturales de la vida no son aceptados y "deben ser corregidos" mediante procedimientos artificiales de alta tecnología y muy invasivos.
No conforme con los procesos vitales, la maquinaria médico-farmacológico asistencial, con la complicidad de una legislación reaccionaria e insensible, invadió a la mismísima muerte, arrebatándonos el derecho a terminar nuestros días como se nos dé la gana.
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“Peleamos contra una sociedad necia, pero la lucha de Melina sirvió, a ella la escuchó el mundo”, dice Susana Bustamante, la madre de Melina González.
Ayer, el proyecto para que los pacientes terminales tengan derecho a una muerte digna tuvo dictamen favorable en las comisiones de Legislación General y de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, y sumado al despacho que ya había tenido en la comisión de Salud la semana pasada, podría ser tratado en el recinto antes de fin de año, en el período ordinario o en sesión extraordinaria.
“El paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o se encuentre en el estadio terminal tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de hidratación y alimentación, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con las perspectivas de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado”, establece el texto consensuado.
El párrafo se agregaría a la ley 26.529, sancionada en 2009, y que se encuentra abierta a modificaciones ya que no fue reglamentada, todavía.
La medicalización de la salud implica una merma sustancial de la autonomía individual y fomenta la irresponsabilidad para con nuestras propias vidas; merma de autonomía e irresponsabilidad a las que nos ha conducido tanta dependencia a la oferta médico-farmacológico institucionalizada.
El embarazo, la lactancia, la alimentación, la menstruación, la menopausia, la sexualidad, el envejecimiento, son considerados casi enfermedades que precisan una respuesta científica para ser combatidos a la brevedad. Los estados naturales de la vida no son aceptados y "deben ser corregidos" mediante procedimientos artificiales de alta tecnología y muy invasivos.
No conforme con los procesos vitales, la maquinaria médico-farmacológico asistencial, con la complicidad de una legislación reaccionaria e insensible, invadió a la mismísima muerte, arrebatándonos el derecho a terminar nuestros días como se nos dé la gana.
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“Peleamos contra una sociedad necia, pero la lucha de Melina sirvió, a ella la escuchó el mundo”, dice Susana Bustamante, la madre de Melina González.
Ayer, el proyecto para que los pacientes terminales tengan derecho a una muerte digna tuvo dictamen favorable en las comisiones de Legislación General y de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, y sumado al despacho que ya había tenido en la comisión de Salud la semana pasada, podría ser tratado en el recinto antes de fin de año, en el período ordinario o en sesión extraordinaria.
“El paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o se encuentre en el estadio terminal tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de hidratación y alimentación, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con las perspectivas de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado”, establece el texto consensuado.
El párrafo se agregaría a la ley 26.529, sancionada en 2009, y que se encuentra abierta a modificaciones ya que no fue reglamentada, todavía.
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melina 19 muertes por danimancux
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2 comentarios:
Coincidencia total, Daniel. El siempre nefasto "mercado" nos hace olvidar algo tan simple como que somos seres orgánicos: nacemos, crecemos, nos reproducimos, envejecemos y morimos. Prolongar la existencia mecánica mediante maquinaria costosa, obcena, denigrante para el ser humano es redituable y no se discute.
Que buen texto, Daniel. Gracias.
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