Cual acróbata del Cirque du Soleil, Mariano Grondona hace una terrible contorsión ideológico-político-historica en su nota La demonización de Roca y el olvido de Sarmiento, para justificar el genocidio de miles de integrantes de los pueblos originarios en manos de Julio Argentino Roca, en el diario La Nación...
«La calificación de "genocida" mediante la cual se lo pretende demonizar incurre en un pecado que el propio Max Weber denunció cuando sostuvo que el verdadero historiador no es quien retroproyecta sus propios valores al pasado, sino quien describe a los protagonistas del pasado desde los valores que ellos mismos poseían. En la Argentina de 1877, había un consenso prácticamente unánime por librar a los colonos del flagelo del malón, y Roca lo instrumentó no sólo con solvencia militar, sino también con mesura política, reduciendo su acción militar a batir en combate a los pocos miles de lanzas que, pese a sus ofertas de paz, lo desafiaban».
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Es un texto brillante, lúcido, apto para cada momento histórico. Cien años después, cambiando solo algunas palabras, Grondona podría indicar la continuidad histórica del pensamiento dominante:
- «En la Argentina de 1977, había un consenso prácticamente unánime por librar a los colonos del flagelo de la subversión, y Videla lo instrumentó no sólo con solvencia militar, sino también con mesura política, reduciendo su acción militar a batir en combate a los pocos miles de militantes que, pese a sus ofertas de paz, lo desafiaban».
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Mariano Grondona es una pluma ilustrada, fértil, señera en la batalla de la civilización contra la barbarie. Desde joven se dedicó a justificar la violencia de arriba. Pero, Max Weber nació en 1864, y murió en 1920, no conoció el nazismo, la Masacre HIROSHIMA Genocidio NAGASAKI, los bombardeos a Plaza de Mayo en el 55, los desaparecidos del 76, la masacre de Gaza, o las BOMBAS del PREMIO NOBEL de la PAZ sobre Libia. Aunque sea una afirmación contrafáctica, Weber no estaría de acuerdo con Grondona.
Sin darse cuenta, o adrede (a esta altura no importa), como buen intelectual reaccionario, «retroproyecta sus propios valores al pasado», porque hoy en día, aquí, o en Europa, o en la Antártida, un genocidio es un genocidio, un delito de lesa humanidad es imprescriptible, y por lo tanto, repudiable por toda la sociedad, y las nuevas generaciones no merecen seguir viendo una estatua de Julio Argentino Roca en su pueblo, una calle, o ESAS CARAS EN LOS BILLETES.
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Hace exactamente 2 años, publicamos una nota sobre las matanzas de Roca: CAMPAÑA DEL DESIERTO ¿QUÉ GENOCIDIO?, donde decíamos...
- Osvaldo Bayer nos cuenta que: «Roca fue implementando la esclavitud en el frente: lo que aquella brillante Asamblea del año XIII había eliminado cuando declaró la libertad de vientres, en todos los diarios de Buenos Aires, en 1879, se pueden ver los avisos donde dice reparto de indios, recorran los diarios».
La Nación publicó esta crónica: "Llegan los indios prisioneros con sus familias a los cuales los trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto no cesa, se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización".
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Tal vez la cosa sea más sencilla. No es como dice Grondona...
... La llamada batalla cultural en que la que están empeñados los ultrakirchneristas consiste en sustituir la visión hasta ahora predominante de nuestro pasado, lo que ellos llaman "el relato liberal", por "otro relato", en el cual los próceres de antaño pasan a ser los villanos y las figuras emblemáticas del proceso nacido en 2003, particularmente Néstor Kirchner, pasan a ser los nuevos próceres...
sino que los argentinos hemos descubierto que el Ratón Pérez, Papá Noel y los Reyes Magos son los padres.
3 comentarios:
Decía Jauretche que la historia sólo sirve para hacer política (política partidaria, política ideológica, política sanitaria, política económica, educativa, o lo que sa). Si se le quita esa utilidad, no sirve para nada.
Roca pudo tener su consenso prácticamente unánime, siempre y cuando no contemos como pasibles de consenso a los indios. Aún así, Roca fue un tipo de su tiempo (un hijo de puta de su tiempo, si se quiere), útil para algunos de los de su tiempo.
Pero la imagen histórica de Roca no es de su tiempo, es de nuestro tiempo. Su imagen debe servir para hacer política; si no, no sirve para nada. Siendo así, la imagen de Roca encaramado en esos monumentos y en esos billetes sólo sirve para hacer política del desprecio al otro, del racismo, incluso posiblemente del genocidio.
Hoy, Roca sólo puede ser la base para una política nefasta: es un ejemplo de lo que no se debe repetir y de las ideas que no se deben volver a seguir. Su imagen no puede estar en un billete, su estatua no puede estar en un pedestal.
Mañana tal vez descubramos alguna virtud en el Zorro, así que no fundamos sus estatuas, guardémoslas bajo llave para cuando ese día llegue. Pero no pueden seguir allí arriba, más altas que las de Belgrano o San Martín.
O la de Perón. ¿Para cuándo la estatua grande de Perón en el centro porteño?
Marcelo, el gaucho
En su libro "La Guerra al Malón", el Comandante Manuel Prado (1863-1932) escribe: “Cuando nos manden a la basura por inútiles, iremos todos ladrando de pobres, sin pan para los cachorros, mientras ellos – los proveedores del ejército – serán ricos y panzones, cebados con sangre de milicos, dueños sin que les cueste un medio, de todas estas tierras que dejamos jalonadas con huesos de nuestras osamentas” y con referencia a los gauchos y milicos que hicieron posible la conquista, dice: “Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió, sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron – siquiera en la estercolera del Hospital – rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”, y agrega luego: “Al verse después, en muchos casos, despilfarrada la tierra pública, marchanteada en concesiones fabulosas de treinta y más leguas, al ver la garra de favoritos audaces clavadas hasta las entrañas del país, y al ver cómo la codicia les dilataba las fauces, y le provocaba babeos innobles de lujurioso apetito, daban ganas de maldecir la gloriosa conquista. Pero así es el mundo, los tontos amasan la torta y los vivos se la comen.”
O sea, que si bien Roca auspició la entrega de tierras a sus oficiales y soldados, la mayoría de las tierras terminaron en manos de los especuladores y proveedores del ejército. Este tipo de premio ó regalo ya lo había practicado Juan Manuel de Rosas con motivo de la guerra contra los Libres del Sur en 1839, aunque en parte fueron anulados cuando su gobierno cayó.
Además del genocidio contra los pueblos originarios, la rapiña de tierras que cayeron en manos de un grupo de privilegiados. No olvidemos que la Sociedad Rural financió en parte la campaña de Roca.
En la recomendable "desmonumentización" también podríamos agregar a Carlos María de Alvear y a Bernardino Rivadavia.
Abrazo
Tilo, 70 años.
Impecable el post y los comentarios.
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