¿Y si el hijo de María y José nunca existió? Quién sabe, a lo mejor, fue uno más, entre tantos personajes fascinantes, mesías, predicadores, profetas, adivinos, salvadores, elegidos, como Casandra, Nostradamus, Horangel, o Elisa Carrió. Que el libro donde lo mentan haya cruzado los tiempos, entre tantas traducciones y manos, santos y eremitas, obispos e inquisidores, reyes y papas, escribas y monjes, que nos hayan hablado de él desde pequeños, generación tras generación, no significa que no fuera más que una bella metáfora, el maravilloso producto simbólico que más siglos recorrió en la historia escrita sobre la tierra.
Pero hace 44 años, sí, un Cristo verdadero murió en La Higuera, uno con barba y asma pertinaz, fue crucificado, no cerró los ojos, fue fotografiado para su escarnio y el deleite de los sumos sacerdotes, resucitó de entre los muertos, se hizo eterno a balazos el rosarino que murió cubano, enorme americano, y ahora es mundial, celestial, sagrado, camina entre hombres y mujeres de humilde condición, está sentado a la diestra del todopoderoso, guiando los corazones de humana solidaridad en busca de justicia en la tierra, porque el cielo queda lejos y es mejor empezar por los sitios conocidos.
Gloria al Che Guevara, nuestro señor, que vela por los sueños revolucionarios del mundo. Amén.
Pero hace 44 años, sí, un Cristo verdadero murió en La Higuera, uno con barba y asma pertinaz, fue crucificado, no cerró los ojos, fue fotografiado para su escarnio y el deleite de los sumos sacerdotes, resucitó de entre los muertos, se hizo eterno a balazos el rosarino que murió cubano, enorme americano, y ahora es mundial, celestial, sagrado, camina entre hombres y mujeres de humilde condición, está sentado a la diestra del todopoderoso, guiando los corazones de humana solidaridad en busca de justicia en la tierra, porque el cielo queda lejos y es mejor empezar por los sitios conocidos.
Gloria al Che Guevara, nuestro señor, que vela por los sueños revolucionarios del mundo. Amén.
EL APARECIDO
Víctor Jara
Abre sendas por los cerros,
deja su huella en el viento,
el águila le da el vuelo
lo cobija el silencio.
Nunca se quejó del frío,
nunca se quejó del sueño,
el pobre siente su paso
y lo sigue como ciego.
Correlé, correlè, correlá,
por aquí, por aquí, por allá.
Correlé, correlé, correlá,
correlé que te van a matar...
correlé, correlé, correlá.
Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro.
Cómo lo ha crucificado
la furia del poderoso.
Hijo de la rebeldía,
lo siguen veinte mas veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.
Correlé, correlè, correlá,
por aquí, por aquí, por allá.
Correlé, correlé, correlá,
correlé que te van a matar...
correlé, correlé, correlá.
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