miércoles, 24 de agosto de 2011

Hay que DESPENALIZAR la EUTANASIA




“Pida un amparo”, dicen los médicos, para que un juez autorice la desconexión.

Selva Herbón no quiere, aunque necesita ponerle fin al martirio que vive desde que nació Camila, su hija, hace ya 2 años.

En el parto, Camila se quedó sin oxígeno, tuvo un paro cardiorrespiratorio y tuvieron que reanimarla durante 20 minutos para que su corazón volviera a latir. Los latidos volvieron, pero el resto de ella quedó ahí. Nunca pudo respirar sola, ni ver, ni oír, ni moverse, ni sentir. Nunca pudo hablar, ni caminar, ni llorar, ni reir. Camila no tiene conciencia de su existencia. Vive porque está conectada a un respirador y a un botón gástrico. Tres comités de bioética sentenciaron la “irreversibilidad” de su estado vegetativo permanente. Pero ningún médico se anima a desconectarla por temor a ser acusados de homicidio.

“Pida un amparo” ─dicen los médicos.

“Esa es la salida fácil. En este país necesitamos una ley de muerte digna que le sirva a todas las personas que están atravesando situaciones penosas como esta. Un amparo empieza y termina en Camila. Yo a esta altura estoy convencida de que mi hija vino a este mundo para algo, tal vez sea para eso, para lograr esta ley” ─dice Selva Herbón.



1
EN CONTRA

Se define la eutanasia como la supresión indolora o por piedad de quien sufre o se piensa que sufre o que puede sufrir en el futuro de un modo insoportable. Entonces lo primero que tenemos que preguntarnos es quién es ese quien o cómo vemos a ese quien. Si ese quien es una persona, probablemente una persona muy allegada a nosotros, en el caso de nosotros los médicos probablemente un paciente. Si lo vemos como persona o si lo vemos simplemente como una persona disminuida o limitada y entonces lo terminamos viendo como algo.

En realidad la persona humana es digna, absolutamente, cualquiera sea su situación, por el solo hecho de ser humano. Pero lo que está pasándonos últimamente es que hay una pobreza muy importante de la conciencia antropológica, o sea del modo en que nosotros vemos y respetamos a la persona. Esa conciencia está últimamente pervirtiéndose. La asistencia del paciente moribundo no sólo requiere un esfuerzo médico, que lo hacemos los médicos, sino que requiere, básicamente, un recurso antropológico, o sea, restituir al ser humano su verdadero sentido. La relación que un paciente tiene con su médico no es una relación de vida o muerte. Cualquiera de todos ustedes, seguramente, tiene una buena relación con su médico, al que ven con alguna rutina. Sólo pensar que el médico puede ser el individuo que vaya a producir su muerte en una situación determinada o particular hace que esa relación se quiebre. Los médicos hemos jurado, básicamente, defender la vida, con un juramento que tiene nada más y nada menos que dos mil cuatrocientos años y que en realidad es lo que debemos defender. De la actitud del médico, influenciado o no por los familiares, puede suceder que el médico pervierta también esa actitud antropológica, ese respeto de la vida humana.

La vida humana tiene que ser respetada siempre y esto lo tienen que entender los pacientes, los familiares, los legisladores y toda la comunidad que rodea a un paciente sufriente, porque ese paciente sufriente tiene derecho a ser respetado y vale igual que cualquiera de nosotros que no está sufriendo.

3 La doctora plantea básicamente el problema de la libertad a decidir. La libertad del hombre, lo mismo que la dignidad, independientemente de sus creencias, es intrínseca al ser humano, tiene lógicamente sus limitaciones, porque uno no puede tomar decisiones al absoluto arbitrio de cada uno. Entonces la libertad no es tan libertad y tiene sus limitaciones.

En este caso, la limitación a tomar una decisión de morirse, porque en realidad esa situación no afecta solamente a la persona, no afecta a la autonomía de la persona que en el mismo momento de morir se termina, sino que afecta a todo el contexto de la sociedad.

Y el derecho de la autodeterminación también tiene ese límite, que es el límite de la libertad.




2

A FAVOR

Creo que el problema, esencialmente, no sería eutanasia sí o no, o despenalización puramente, sino si vamos a estar dispuestos a aceptar la libertad de decidir de las personas desde el inicio de la vida, como se protege en nuestra Constitución, hasta el final de la vida, aceptando que, al final de la vida, incluye el modo de morir.

El Dr. Pineda se centró mucho en la cuestión de que si el médico tiene que participar o no, y yo diría que nosotros, en el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido, tenemos que centrarnos en el derecho del individuo a la autodeterminación, comprendiendo que la autodeterminación involucra otra cuestión y es que cada ser humano defiende, promueve, ha sido criado, sostiene, diferentes valores, diferentes creencias, diferentes nociones de lo que es la dignidad.

La dignidad no es lo mismo para el creyente testigo de Jehová, para el no creyente en un credo tradicional, para el ateo... La noción de dignidad es un constructo social que una sociedad decide proteger y tenemos que pensar que debemos proteger la diversidad de esta noción de dignidad.

Por otro lado creo que el problema de la despenalización de la eutanasia no debe restringirse al problema de la medicina, es un problema legal. Si después esto lo administra algún sistema de salud, algún instituto, profesionales especializados, esa es otra cuestión. Pero es un problema legal. ¿Qué sociedad estamos queriendo formar? ¿Qué alcances de libertades vamos a estar permitiendo? ¿Caduca la noción de dignidad en el momento en que yo voy a decidir cómo quiero morir? ¿O la noción de dignidad sólo se aplica para que yo pueda elegir a qué colegio voy, cuándo me caso, qué sociedades hago y que sigo determinados tratamientos? La noción de dignidad abarca el espacio de toda la vida, y toda la vida incluye la muerte.

¿Y qué significa esto? Que cada uno puede elegir. Esto no quiere decir que el sistema de salud se tiene que hacer a un lado y abstenerse de atender. Esto es otro problema. La salud, la asistencia, es una obligación del Estado, pero además está el modo en que cada individuo puede querer morir. Y no todos elegimos la misma manera. Entonces, esto es pensar en la diversidad de modos en que uno conduce su vida hasta el fin de la misma.

4 Bueno, me parece que son posiciones que no deben cuestionarse, me parece que los alcances de la libertad son cuestiones sumamente subjetivas y el doctor puede pensar que la libertad tiene una restricción y en todo caso sometiéndose a una autoridad superior decidir que tiene restricciones. Mientras que están los que no creen en eso, digamos... podemos diferenciar entre la moral que construye una serie de dogmas y dice esto se puede y esto no, somos libres hasta tal punto y en estas cosas sobre la muerte no podemos decidir. Y los que están, en todo caso, del lado de una ética subjetiva, individual, que pueden decir, bueno... yo tengo libertad hasta las últimas consecuencias, pagando con esas consecuencias.

Es una cuestión de modos de ver y principios de cada uno, no es rebatible. El que quiere puede seguir viviendo como quiere y atenderse como quiere y el que no quiere eso, también tiene que tener el mismo derecho a elegir que tienen los otros.




3
El pedido de Selva Herbón, la mamá de Camila, está empezando a tener eco. Reclama la sanción de una Ley de Muerte Digna, y la comisión de Salud del Senado ayer se reunió y trató el tema por primera vez. Cuatro proyectos están en la legislatura porteña, tres en Diputados y cinco en Senadores.

Lea sobre la muerte digna y la Eutanasia en el Debate en la Televisión Pública.


Ayer, los asesores de los senadores que integran la Comisión de Salud de la cámara alta se reunieron con la idea de que se firme un dictamen y que un proyecto unificado sea tratado en el recinto antes de fin de año. A la reunión fueron Selva Herbón y Susana Bustamante, madre de MELINA GONZÁLEZ ...






Melina González, la adolescente de 19 años que desde fines de enero reclamaba a los médicos del Hospital Garrahan que la durmieran profundamente en sus últimos días, para no sentir los dolores que la aquejaban y evitar el sufrimiento psíquico que la agobiaba por su estado terminal, finalmente murió.

Desde aquí, el 27 de enero, habíamos reclamado por ella, por quienes sufren, por cierta insensibilidad médica, por el vacío legal, etcétera... en la nota CÁNCER, DOLOR Y MUERTE.

Su muerte plantea un debate por la necesidad de una legislación que cubra el actual vacío legal en torno al tema. “La vida es un derecho. No es una obligación vivir sufriendo”, sostenía Melina.


4

melina 19 muertes
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Daniel Mancuso

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