19 de julio. Perdimos 3 compañeros valiosos. Son patriotas para recordar. Argentinos que viven en nuestra memoria a pesar del tiempo y los olvidos adrede. Hombres que dejaron una huella grande y profunda en nuestras vidas, en nuestra historia nacional.
¿Alguna vez te preguntaste por qué los turros, los dictadores y asesinos son longevos y la gente buena se muere pronto?
No tengo respuesta, salvo que dios no existe.
Por eso, Salud compañeros, ¡Presentes!
1
Envar "Cacho" El Kadri: Militante popular, guerrillero, abogado. Nació en Río Cuarto, el 1° de mayo de 1941, murió en Tilcara, el 19 de julio de 1998.
- "Perdimos, no pudimos hacer la Revolución. Pero tuvimos/tenemos/tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos ganaremos cada vez que algún joven lea estas líneas y sepa que no todo se compra ni se vende, y sienta ganas de cambiar el mundo".
2
Mario Roberto Santucho: Revolucionario, guerrillero e intelectual argentino, nacido en la ciudad de Santiago del Estero, el 12 de agosto de 1936. Murió en Villa Martelli, el 19 de julio de 1976, cuando las fuerzas genocidas lo fueron a buscar para detenerlo. Era un combatiente por la Revolución Socialista que cayó a los 39 años, enfrentando al terrorismo de la última dictadura.
- "Un Partido revolucionario, para ser tal, debe conocer la realidad en la que se mueve. La fuente de ese conocimiento, como lo han enseñado reiteradamente Marx, Lenin y todos los revolucionarios, es la propia práctica, la actividad transformadora del mundo. O sea, en el caso de los revolucionarios, la actividad destinada a transformar las estructuras de la sociedad..."
"Para nosotros, como para todo marxista serio, la teoría, en cualquier terreno, sólo puede surgir de la práctica. Ya Marx señalaba, en sus "Tesis sobre Feuerbach": "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo..."
3
Roberto Fontanarrosa: Humorista, escritor, dibujante, pensador... nació en Rosario, el 26 de noviembre de 1944 , murió el 19 de julio de 2007.
- “Puto el que lee esto.”
Nunca encontré una frase mejor para comenzar un relato. Nunca, lo juro por mi madre que se caiga muerta. Y no la escribió Joyce, ni Faulkner, ni Jean-Paul Sartre, ni Tennessee Williams, ni el pelotudo de Góngora.
Lo leí en un baño público en una estación de servicio de la ruta. Eso es literatura. Eso es desafiar al lector y comprometerlo. Si el tipo que escribió eso, seguramente mientras cagaba, con un cortaplumas sobre la puerta del baño, hubiera decidido continuar con su relato, ahí me hubiese tenido a mí como lector consecuente. Eso es un escritor. Pum y a la cabeza. Palo y a la bolsa. El tipo no era, por cierto, un genuflexo dulzón ni un demagogo. “Puto el que lee esto”, y a otra cosa. Si te gusta bien y si no también, a otra cosa, mariposa. Hacete cargo y si no, jodete. Hablan de aquel famoso comienzo de Cien años de soledad, la novelita rococó del gran Gabo. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento...” Mierda. Mierda pura. Esto que yo cuento, que encontré en un baño público, es muy superior y no pertenece seguramente a nadie salido de un taller literario o de un cenáculo de escritores pajeros que se la pasan hablando de Ross Macdonald.
Ojalá se me hubiese ocurrido a mí un comienzo semejante. Ese es el golpe que necesita un lector para quedar inmovilizado. Un buen patadón en los huevos que le quite el aliento y lo paralice. Ahí tenés, escapate ahora, dejá el libro y abandoname si podés...
Daniel Mancuso
1 comentario:
""Puto el que comenta acá""
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