martes, 19 de julio de 2011

ROBERTO "El Negro" FONTANARROSA




La barrera

Un paso más atrás. Dos más atrás. Tres. Ahí está bien. Ya está la barrera formada. Una baldosa más acá. Un momento. Ante todo, sacar las cosas del arco. Hay botellas debajo de la pileta. Ya la otra vez cagó una. Y dos sifones. El blindado no es nada, pero el otro puede reventar, y los sifones revientan y los pedacitos de vidrio saltan y se meten en los ojos de uno. Bien juntas las macetas de la barrera. El arquero muy nervioso. Miguel Tornino frente al balón. Atención. El rubio Miguel Tornino frente al balón. Una mano en la cintura. La otra también. La mano sacándose el pelo de la frente. La transpiración de la frente. De los ojos. Hay silencio en el estadio. Es la siesta. Hasta el Negro se ha quedado quieto. Resignado a ser simple espectador de ese tiro libre de carácter directo que ya tiene como seguro ejecutor a Miguel Tornino, que estudia con los ojos entrecerrados el ángulo de tiro, el hueco que le deja la barrera, la luz que atisba entre la pierna derecha del recio mediovolante de la visita y la pata de portland de la maceta grandota del culantrillo. Un solo grito en el estadio: Miguel, Miguel. El público de pie ante ésta, la última oportunidad del Racing Club cuando sólo faltan dos minutos para que finalice el match. Habrá que apurarse antes de que vuelva a adelantarse la barrera o el Negro insista en morder la pelota y hacerla cagar como el otro día que la pinchó el muy boludo. Sonó el silbato. Habrá que pegarle de chanfle interno. La cara interna del pie diestro de Miguel Tornino, el pibe de las inferiores debutante hoy le dará al balón casi de costado, tal vez de abajo, con no mucha fuerza pero sí con satánica precisión para que ese fulbo describa una rara comba sobre la cabeza de los asombrados defensores, sobre el despeinado pirincho del helecho de la segunda maceta y se cuele entre el travesaño, el poste, el postrer manotazo de la lata de aceite Cocinero que se ha lucido hasta el momento. ¡Tiró Tornino...! y... se hizo mimbre en el aire el arquero ante el latigazo insólito de curva inesperada y con la punta de los dos dedos allá voló la lata a la mierda, carajo que ladra el Negro, sí mamá... sí la guardo... está bien... pero mirá vos cómo la viene a sacar este guacho.


Roberto Fontanarrosa
Los trenes matan a los autos
(1997)









El rosarino de los dibujos deliciosos y el humor exquisito se murió joven. Hoy tendría 66 años. Fue el 19 de julio de 2007 cuando nos sorprendió la noticia. Se lo extraña como si fuera alguien de la familia. Lo queríamos.

¿Por qué nos acordamos de la gente querida cuando llega el día de su partida? Deberíamos cambiar todos los homenajes al día del cumpleaños de los que nos hicieron bien.

Quizás, pudiéramos encontrar en Fontanarrosa al escritor que reclamábamos en CAMBIEMOS EL DIA DEL ESCRITOR. Allí, contábamos que...





    La Sociedad Argentina de Escritores (
    S.A.D.E.) instituyó el 13 de junio como el Día Nacional del Escritor, para rendir tributo a Leopoldo Lugones, en la fecha de su natalicio y homenajear así a todos los exponentes de las letras del mundo y a aquellos desconocidos que con su pluma contribuyen a la educación y cultura de nuestro país.

    No se puede en pleno siglo XXI conmemorar el día del Escritor en la figura de un golpista.

    Fontanarrosa es el escritor ideal y concreto. Querido y respetado por el 99.99 % de los argentinos. Una figura popular y humanista hasta la médula. Podríamos establecer el día de su nacimiento, el 26 de noviembre como nuevo, verdadero y democrático Día del Escritor argentino.











Daniel Mancuso

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