RADICALISMO Y MENEMISMO, EL PACTO DE OLIVOS AGAIN

¿Qué pasó? ¿Qué le pasa a la Oposición?

Ricardito Alfonsín de la Unión Cívica Radical y Hermes Binner del Partido Socialista no se pusieron de acuerdo para llegar en una misma fórmula a las elecciones presidenciales de octubre.

¿Por qué los radicales no pueden salir del pozo en el que cayeron en 2001, cuando el entonces presidente Fernando De la Rua tuvo que abandonar la Casa Rosada en un helicóptero dejando mucha sangre en las calles de Buenos Aires y el país todo?

¿Por qué el centenario partido de Leandro Alem provee a la política argentina de dirigentes tan mediocres como ALFONSÍN, COBOS Y... SANZ?

¿Por qué Alfonsín elige al represententante del menemismo federal y titular del partido Unión Celeste y Blanco, el colo Francisco De Narváez, y se aleja de su socio natural, el socialismo de Binner?

Tal vez, podamos desentrañar el intríngulis opositor si entendemos la lógica que los guía y a quienes representan dentro de nuestra sociedad.

El radicalismo y el socialismo son, en gran medida, referentes de una clase media urbana que no se siente representada por el peronismo, no lo entiende, o lo desprecia. De algún modo, se sienten afuera del movimiento nacional, y tejen una trama ficticia con palabras rimbombantes para erigir una entelequia democrática: "República", "Instituciones", "legalidad", "ética", en las declaraciones; pero: dependencia, colonialismo cultural, subordinación al establishment, en los hechos.

Ultimamente, se ha hecho muy evidente como sus dirigentes procuran agradar a las corporaciones antes que hacer un aporte a la patria. La historia de la democracia argentina, comprendida entre la dictadura cívico militar genocida y el 2003, muestra un panorama variopinto de la degradación política que padecimos y aún persiste.


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Luego de que el alfonsinismo diluyera las esperanzas que el electorado había depositado en 1983 ─hiperinflación, plan Austral, obediencia debida y punto final, retiro anticipado de Raúl Alfonsín mediante─, y con el advenimiento de Carlos Saúl Menem y todas las recetas neoliberales del Consenso de Washington, las fuerzas políticas tradicionales fueron buscando un canal, para oponerse al menemismo, que les posibilitara llegar al gobierno. No lo lograron.

La rata riojana fue reelecta en 1995, consolidando los largos 10 años de Menem como Presidente, quien engolosinado iba por la re-re-elección. Años después, un extraño fenómeno sucedió en nuestro país: nunca pudo encontrarse a los millones de votantes de Menem que se esfumaron en los vericuetos del cinismo.

Radicales y socialistas lograron recuperar en la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación la confianza de una parte de la sociedad, pero la esperanza duró poco. Nuevamente Domingo Felipe Cavallo ─que había sido la espada económica del riojano privatizador─ fue convocado por los radicales y progres gobernantes, cuando las papas quemaban. Cavallo ejecutó severos ajustes, Megacanje y corralito, que dinamitaron la patria en mil pedazos y 5 presidentes en pocos días (De la Rua, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño, Eduardo Duhalde).

Una gran herida antipolítica quedó hundida en la trama social a partir del "que se vayan todos" y los "cacerolazos". Radicales y socialistas, entre otros partidos, quedaron profundamente machucados y no pudieron ponerse en pie con dignidad. La diáspora radical tomó un cariz dramático permanente hasta la casi disolusión partidaria. En tiempos de crisis fatal, emergió una figura mediática del riñon de la UCR con discurso desestabilizador y pseudoético, con propuestas vacías de contenido pero muy catapultada por los medios hegemónicos: Elisa María Avelina Carrió, alias "Lilita", quien siguiendo la estrategia del escorpión se va hundiendo lentamente en la desolación.


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La última gran decepción radical se llama Julio César Cleto Cobos, un híbrido entre canalla, trepador, y veleta de poca monta. Ex gobernador de Mendoza, ungido vicepresidente en la formula ganadora en 2007, junto a la actual Presidenta Cristina Fernández, dio un salto a la fama con la famosa traición titulada "Mi voto no es positivo", y a partir del 17 de julio del 2008, también consagró públicamente una vileza que se instaló socialmente, a través del empuje multimediático que ensalsó su traición: La Justificación.

Cobos ya ensayó hace tiempo un acercamiento a Francisco De Narváez que ahora retoma Ricardito Alfonsín para engordar la cosecha de posibles votos, con los que aporte la derecha menemista del colorado. Nosotros lo analizamos en 2 BANDIDOS SE SALUDAN.


3Uno de los descubrimientos más importantes que el kirchnerismo aportó a la democracia fue poner en evidencia al poder fáctico de las corporaciones y sus ramificaciones, junto a uno de sus altos mandos vernáculos: el general Héctor Magneto.

Los ahora socios Francisco y Ricardito, han cumplido al pie de la letra los mandados que pergeña Don Héctor y sus sátrapas, y nunca han sacado los pies del plato del establishment. No se apartan un milímetro de la senda trazada por Clarín.

De Narvaéz fue A LA CAMA CON MAGNETTO, junto a Eduardo Duhalde, Carlos Reutemann, felipe Solá y Mauricio Macri.

Ricardito es más políticamente correcto, se mostró públicamente, cenó y festejó los PREMIOS ADEPA A LA LIBERTAD DE PRESIÓN, con il capo.


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El tandem radical menemista intentará dar batalla en octubre contra el huracán Cristina. ¿Será posible que la clase media vuelva a cometer errores del pasado y les dé nuevos créditos a estos ineficientes subordinados del statu quo?

Las elecciones de medio término ─del 28 de junio de 2009─ demostraron que la lluvia de votos que recibieron tanto Francisco en la Provincia de Buenos Aires, como los radicales, coaligados cínicos y demás, cayeron en saco roto y generaron más frustración en los votantes, como lo demostró el Grupo A en el Congreso Nacional; mientras, el oficialismo siguió construyendo ciudadanía, restituyendo derechos, develando problemas irresueltos y proponiendo soluciones.

Si yo fuera radical o socialista, tomaría revancha. Votaría por la reelección de Cristina, y me replantearía mi pertenencia partidaria. No es bueno volver a comer sapos en cada elección, en cada ley, y sentirse avergonzado, defraudado... idiota.

Daniel Mancuso