No se puede parar. Es una enorme catarata de sensaciones, emociones bellas que humedecen la sonrisa, y las esperanzas que se disparan como fuegos de artificio en el cielo patrio. Cada vez, todas las veces. Escucharla es un lujo ─que no tuvimos durante muchísimos años de chatura y mediocridad─ para guardar en el rincón de los recuerdos del corazón, porque será difícil encontrar tanta ternura y lucidez en una misma persona, tanto coraje y resistencia para seguir adelante pese a los vientos sucios de la mentira organizada...
Qué bueno es ser parte de este todo fresco que se está amasando, y que es capaz de recibir a los que todavía no se dieron cuenta, con los brazos abiertos y los ojos puestos en el horizonte.
La masa está firme (con los mejores ingredientes) junto a Cristina...
Daniel Mancuso
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