Quizá, estaba despidiéndose.
Sabía que el cuore seguiría fallando, y no valía la pena parar la moto. Era un buen augurio la certeza de continuidad. El Proyecto tiene miles de herederos, llenos de amor y compromiso. Los retoños aseguran 100 años de gloria para la causa nacional.
Ya está ─sintió─ qué más puedo pedir.
Aquel 14 de septiembre de 2010, nos encontramos con los compañeros del
Movimiento Peronista Bloguero en la esquina del Luna Park, a la tardecita, en medio del sol que anticipaba la primavera y un fervor inusual.
¡Qué raro me siento de no poder hablar! Vengo de una operación complicada y no es aconsejable cazar el micrófono. No importa, lo hará ella, que es lo mismo, somos uno.
Estábamos felices.
Miles y miles de jóvenes (y viejos militantes como yo) íbamos a verlos, a escucharlos a Néstor y Cristina. Y ellos a nosotros. Ida y vuelta. Así es la cosa, somos peronistas, ¿viste?
Las distintas agrupaciones traían sus banderas y llenaban de bombos el aire del bajo.
¡Qué lindo es ganar la calle y recuperar las utopías que nos habían secuestrado!
La ansiedad me empujó adentro. Entré temprano y pude ponerme contra las vallas, al centro del escenario, a sólo cinco o seis metros, más o menos, de donde estarían sentados los conductores del Proyecto Nacional para poder filmarlos con mi camarita.
Si no estuviste, miralo. El flaco las pasó todas y mirá cómo estaba, a flor de piel, pura emoción.
Pasaron sólo 2 años, 24 meses que parecen siglos... ¿Estará discutiendo con Dios? ¿Dios existe? Yo creo que si existe es gorila.
No tengo que llorar, tengo que estar tranquilo, pero estos pibes me pueden, ellos son nosotros antes de la tragedia de sangre que nos mató lo mejor de cada casa.
Estábamos felices. Nadie podía suponer la tristeza que sobrevendría el
27 de octubre. El día del Censo.
Todos íbamos a festejar el encuentro con el futuro Presidente en 2011. ¿Era la fórmula ganadora que se lanzaba? ¿Quién sabe?
Fue la última vez que lo vi, así cerquita, a pocos metros, emocionado, sensible, respetado y amado por su pueblo... ¡Mirame che!, estoy acá, ¿no me ves? Ja, ahí me miró, me hizo la ve, me hizo la ve...
Qué bueno volver a verlo, ver sus gestos y su conmoción interior al escuchar los gritos y el amor de miles de pibes y pibas que siguen su lucha, su camino...
Ella también estaba emocionada, y sabía que estar frente a esa multitud, hablarle al piberío que milita el Proyecto era más difícil que estar en la ONU. La entrega y el amor del auditorio exigían un enorme esfuerzo por no desfallecer ante tamaña muestra de afecto y fidelidad. Qué fuerte carajo, qué fuerte.
No era un acto más, no era cualquier acto. Era el sincero encuentro de la cofradía. Los mejores cuadros, los más talentosos compañeros estaban allí. Las tribunas rebasaban de militantes, trabajadores, estudiantes, comunicadores populares, pensadores de la patria grande, hacedores de proezas, luchadores por la liberación nacional, social y continental...
¡Peronismo explícito! Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Ahora me puedo morir tranquilo. Cristina no estará sola.
¡Qué bien te queda la escafandra de Juan Salvo, flaco!
1 comentario:
Qué hermoso, Daniel.
Estuvimos afuera pero la emoción era la misma, sin dudas: somos multitudes.
Un abrazo
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