La Cumbre del Grupo de los 20, que reúne a los jefes de Estado de las naciones avanzadas y emergentes que controlan la economía mundial, empieza mañana en Seul. Argentina está allí.
Las potencias centrales, en especial Estados Unidos, están presionando a los países en desarrollo para que revalúen sus monedas. Así buscan mejorar la competitividad para aumentar sus exportaciones y reactivar más rápido la producción y el empleo, poniendo fin al contraste entre el déficit de las naciones ricas y el superávit de las periféricas. Los emergentes se oponen a esa receta que busca transferirles el costo de la crisis. Nuevamente Cristina va a dar la nota distintiva...
"se tratará de lograr un poco de cooperación, porque lo que se está viendo ahora es una gran guerra de monedas, de competitividad, en definitiva, y por ver quién coloca mejor sus productos y cómo se traslada la crisis" a terceros países".
"Tenemos que ir tranquilos todos y cada uno exponiendo lo que se entiende como políticas a nivel global, así como la regulación de los movimientos de capital global, las calificadoras de riesgo y los países con secreto bancario y que podamos que esa inmensa masa de dinero vuelva a la economía real".
- En el portal de Infobae.com intentan explicar Cómo impacta en el mundo la última medida de la Fed, y ensayan respuestas sobre las reacciones gubernamentales latinoamericanas: "Aunque el arsenal de medidas puede ir desde recortes en las tasas de interés, nuevos impuestos a los capitales extranjeros y mayor disciplina fiscal hasta tarifas a las importaciones, es muy probable que los Gobiernos no sean tan radicales para frenar el fortalecimiento de sus monedas", dicen...
La receta de Estados Unidos para sacudir a su aletargada economía con toneladas de dólares trajo un nuevo dolor de cabeza para Latinoamérica. Desde hace meses, la región recibe un inmenso flujo de capitales de inversionistas que buscan mayores retornos a los ofrecidos por los papeles estadounidenses. Eso ha fortalecido la mayoría de las monedas de la región a un nivel que ya había empezado a preocupar a sus autoridades.
Ahora no podrán pegar el ojo con el anuncio de la Reserva Federal de que comprará 600 mil millones de dólares más en bono del Tesoro hasta mediados del 2011 para que bajen las tasas de interés. Así los estadounidenses se endeudarán más barato, consumirán. Se espera también que las empresas tomen más préstamos para invertir y así contraten más personal.
"Las monedas latinoamericanas van a seguir teniendo presiones revaluatorias y eso va a agravar las medidas de protección que están implementando los países", dijo Alfredo Coutiño, economista jefe para Latinoamérica de Moodys.com.
"Al final de cuentas si no se neutraliza completamente eso va a deteriorar el sector exportador latinoamericano", agregó. Es un tema de oferta y demanda: cuanto mayor cantidad de dólares entra al mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos, menores son los rendimientos. Eso lleva a inversores a buscar mercados más redituables como Latinoamérica, donde el exceso de dólares fortalece las monedas y sube costos de producción. Y eso termina golpeando la competitividad de las exportaciones.
El problema es importante para la región, donde el auge de las materias primas fue el motor que trajo millones de dólares en reservas, blindó las finanzas, ayudó a impulsar el consumo interno y contribuyó a que América Latina saliera bien parada de la crisis global.
Muchos gobiernos latinoamericanos luchan desde hace meses con ese fortalecimiento del tipo de cambio ahorrando reservas, comprando moneda local en los mercados como la Argentina, subiendo impuestos a inversores foráneos como Brasil o dosificando los dólares que ingresan del exterior como Colombia.
Pero el anuncio de la Fed echó más leña al fuego y obligará a los gobiernos a ponerse más duros, dicen los analistas...
- Hoy en Pagina 12, Javier Lewkowicz explica cómo responde la Argentina en materia cambiaria y comercial, frente al movimiento de capitales mundiales, para impedir que los países centrales le transfieran el costo de la crisis...
El Gobierno mantendrá la actual política cambiaria, los controles de capitales y sumará medidas comerciales para evitar que los países industrializados le transfieran la crisis a la Argentina. En el marco de la llamada “guerra de monedas”, amplificada luego de que los Estados Unidos decidiera inyectar 600 mil millones de dólares para devaluar el dólar y reactivar su economía, desde el Banco Central, el Ministerio de Economía y el de Industria reafirmaron el actual rumbo económico.
Los principales bloques industrializados, Estados Unidos y la Unión Europea, no logran salir de sus respectivas crisis. Por eso buscan aumentar las exportaciones, a partir de la mejora en su competitividad, y en esa línea se encuentra la última medida de la FED norteamericana. Por su lado, Europa avanza en la “devaluación fiscal”, a partir de fuertes paquetes de ajuste para reducir costos laborales, ya que le resulta difícil devaluar el euro por la rigidez de la autoridad monetaria del bloque. Sus intenciones se manifiestan coincidentes cuando el FMI presiona a los países emergentes para dejar flotar sus monedas y permitir la apreciación cambiaria, que transfiera el déficit comercial del centro hacia la periferia.
En el Banco Central describen que la lenta recuperación de las economías desarrolladas está generando movimientos de capitales hacia los países en desarrollo, por lo que si se dejara actuar al mercado, las monedas se apreciarían. Sin embargo, advierten que en la Argentina “no se observa un aumento en el ingreso de capital financiero de corto plazo que justifique aplicar mayores medidas de control”. “Hay una evaluación diaria, se monitorea este tema todo el tiempo”, agregan.
Una de las principales herramientas de control es el encaje del 30 por ciento que se aplica sobre los capitales que ingresan por un lapso menor a un año. Esa regulación suele ser criticada por el establishment local, que hizo lobby para que en julio pasado se anunciara la eliminación, cuando se produjo la visita de la presidenta, Cristina Fernández, a la Bolsa de Comercio. Pero la Presidenta le dijo que no a la city, una decisión que, desatada la guerra de monedas, a nadie se le ocurre discutir.
“La Argentina no permitirá el ingreso de capitales especulativos que quieren apreciar el tipo de cambio para maximizar sus ganancias. Buscan que compremos la sobreoferta de bienes de los países desarrollados para desplazar el trabajo argentino y hacernos volver a la época del ‘déme dos’”, manifestó la ministra de Industria, Débora Giorgi.
Desde el Ministerio de Economía destacan que la devaluación del dólar llevará a China a hacer lo propio con el yuan y que esto puede generar un problema para la inserción externa argentina, abaratando las importaciones asiáticas y poniendo en peligro la industria nacional. En ese caso, la Argentina incrementará las medidas comerciales, indican. “Esto se va a plantear en la reunión del G-20, porque no vamos a dejar que nos transfieran la crisis”, aseguran. El país asiático ya aplicó represalias por las medidas comerciales argentinas, regulaciones que permitieron desarrollar la industria local y preservar puestos de trabajo en la crisis.
- El viceministro de Economía Roberto Feletti será uno de los integrantes de la comitiva argentina ante el Grupo de los Veinte (G-20). Sostiene que ese foro de países desarrollados y algunos emergentes no impulsó políticas heterodoxas porque los conflictos sociales no lograron modificar su perspectiva...
–¿Por qué el FMI insiste con el enfriamiento de la economía?
–Uno podría pensar que el pensamiento dominante en el G-7, Estados Unidos, la eurozona y Japón es reaccionario, conservador, malo. Sin embargo, los gobiernos no necesariamente son así. El Fondo está recomendando eso porque la necesidad de lo países desarrollados es poder cerrar su propia brecha en sus cuentas corrientes y a la vez transferir parte de los impactos de la crisis a los países emergentes. Hay una doble tensión en los países desarrollados que se traduce después en el empowerment del Fondo. La primera es al interior de esos países, donde hay una fuerte conflictividad social y por ahora vienen ganando quienes expresan al capital financiero. La segunda es entre los países desarrollados y los emergentes.
–¿Cómo se traduce ese triunfo del capital financiero?
–En que se restringen los impulsos a la recuperación de la demanda efectiva porque eso agudiza el desbalance global. Cuando más se recupera la demanda efectiva más rápido vuelve a aparecer el desbalance de las cuentas corrientes. Eso nos lleva al deterioro de los patrones monetarios, sobre todo el dólar y el euro, como divisas con poder cancelatorio internacional. En ese escenario, el Fondo plantea dos salidas: apreciación cambiaria y liberalización de los flujos comerciales. Lo que está diciendo es “señores, acá hay que volver a hacer sustentable la economía global y para eso las naciones desarrolladas tienen que poder cerrar sus desbalances globales y manejar sus devaluaciones”. Los Estados Unidos necesitan un dólar lo suficientemente débil como para poder exportar pero no tan débil como para perder su rol de divisa internacional. Y eso es lo que no están pudiendo manejar, porque los países emergentes tienen precios altos de los productos que exportan, fuerte acumulación de reservas, superávit en sus sectores externos. Entonces, al haber tantos dólares, no en poder de los bancos privados sino en poder de los bancos centrales de los países emergentes y los fondos soberanos, los Estados Unidos no pueden regular su devaluación. Por eso cualquier reactivación muy fuerte rápidamente deteriora el rol del dólar como patrón monetario internacional.
–El planteo del Fondo termina estando en sintonía con lo que ocurre en los países centrales.
–Sí, porque el Fondo, a diferencia de lo que piensa Alfonso de Prat-Gay, nunca cambió. Y la angustia de los países centrales es que están siendo sometidos a ajustes fuertes y su población no sé si lo sostiene políticamente, y no pueden transferir su crisis. Y aparece el Fondo diciendo “tienen que comprarnos productos y dejarnos manejar la devaluación porque si no esto entra en una crisis política”. Ahora lo decisivo es cómo se paran China, Brasil y nosotros.
–Varios economistas, entre ellos Eric Toussaint, están planteando que el G-20 no modifica su línea de pensamiento neoliberal porque las presiones sociales no fueron lo suficientemente fuertes.
–Esa es la tensión al interior de los países desarrollados, donde se ve la hegemonía del capital financiero y la no destrucción de activos financieros. Eso lleva a los brutos ajustes fiscales que se hacen.
–¿La única salida a esa visión es que aumenten las protestas sociales en los países centrales?
–Y… sí. Si no se plantea un nuevo tipo de socialismo no hay manera de salir de la crisis. O triunfa el capital financiero y somete a todos, incluso a los emergentes, a la devaluación fiscal, o hay una protesta social que plantea un nuevo tipo de socialismo. Es así. No se sale de la crisis si no hay un cambio de paradigma fuerte en lo que es distribución y consumo y eso sólo se puede hacer en el marco de un severo conflicto social. Estoy convencido de eso.
El G-20, que celebra su quinta cumbre desde su creación. Argentina no va a permitir que a crisis del capitalismo global la paguen nuestros pueblos.
Daniel Mancuso
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