Como sucedió siempre a lo largo de la historia, la tecnología puede ser un intrumento de dominación o favorecer el bien común. Lamentablemente, ha sido más veces lo primero que lo segundo.
El desarrollo tecnológico puede influír en el progreso social y económico, pero también, primero ha sido herramienta exclusiva de los poderosos de turno para producir riquezas y pobrezas (unas exclusivas, otras generalizadas) y casi siempre, el deterioro de nuestro entorno (biosfera), donde los más perjudicados son los que menos tienen, o sea, la mayoría.
La aparición de Internet y el desarrollo de las redes sociales abre otro gran negocio que origina montañas de dinero como las del Tio Rico en la tira del Pato Donald. El viejo pato millonario era el personaje de ficción más rico del mundo, pero el desarrollo del capitalismo moderno, los monopolios y corporaciones, la especulación financiera, el neoliberalismo de fines del siglo pasado y los capitales golondrinas, los fondos buitres y las aguilas de Washington, han desplazado la riqueza a personajes de carne y hueso que manejan fortunas díficiles de imaginar.
Empero, una parte del mundo, unos 1000 millones de humanos se mueren de hambre: Hay 1000 millones de personas al borde de la muerte por inanición.
Otro montón de carnes y huesos muere bajo las balas y bombas de guerras esquizofrénicas, amamantadas desde el imperio y sus secuaces, ora para disciplinar, ora para destruír, todo tipo de rebeldía planetaria.
Donde no golpea directamente la gendarmería globalizada, aparece la policía financiera que aprieta fuerte a los Estados deudores, generalmente pobres, subdesarrollados y dependientes. No es nuevo, ya lo hacía Shylock en El mercader de Venecia.
Y por último (si no me olvidé de nadie), están los monopolios mediáticos, verdaderos esbirros al servicio de la desigualdad y el privilegio, siempre listos a la hora de desinformar, mentir y tergiversar.
Decíamos que la aparición de Internet y el desarrollo de las redes sociales abre otro gran negocio que origina montañas de dinero...
Facebook y Twitter son los últimos grandes fenómenos de la era de Internet. Los dos tienen alcance global y, aunque aún a escalas diferentes, no paran de crecer y de disputarse el tiempo frente al monitor de los usuarios.
En su carrera por captar cada día más ciberclientes, lanzan novedades casi a diario. Twitter acaba de estrenar una nueva versión de su página principal en castellano, y anunció una versión del sitio para celulares BlackBerry. En tanto, se supo en las últimas horas que Facebook está buscando el modo de ingresar al mercado chino, donde por ahora está prohibido.
La red social Facebook fue lanzada (en febrero de 2004) por un grupo de estudiantes de la Universidad de Harvard, y hoy dice tener más de 400 millones de usuarios en todo el mundo.
Más joven, Twitter comenzó siendo (en marzo de 2006) un proyecto de investigación de Obvious, una pequeña empresa de tecnología de la ciudad de San Francisco, EE. UU. Aunque Twitter no difunde estadísticas propias, consultoras privadas estiman que unas 75 millones de personas en el planeta ya tienen su cuenta de Twitter; aunque sería bastante menor el número de usuarios activos del sitio.
En la Argentina, en tanto, se estima que hay unos 12.000 usuarios de Twitter . Ayuda a explicar que esta cifra sea relativamente baja el hecho de que el sitio tiene versión en castellano sólo desde noviembre de 2009.
Mientras, Facebook saltó en el país todas las barreras de edades. Tienen su cuenta allí desde niños de 8 años hasta señoras de más de 70. Entre todos, se cree que más de 6,8 millones de argentinos tienen una cuenta en Facebook .
Números aparte, Facebook y Twitter -moda, fenómeno pasajero, o nuevos protagonistas estables de la comunicación en Internet- han ganado protagonismo a fuerza de generar nuevos fenómenos...
En este nuevo milenio que estamos iniciando, es cierto que aparecen nuevas tecnologías, nuevos desafíos, nuevos problemas y nuevas soluciones. ¡Qué novedoso mundo!
El fenómeno 678 demuestra que se puede usar las redes sociales para algo más que mostrar las fotos de las vacaciones, pedir permiso para ser amigo de alguien y sentir que pertenecemos...
Los blogueros políticos somos otro ejemplo de soldados en la gran batalla cultural. Nos apropiamos de las herramientas tecnológicas para cambiar el sentido predominante de consumo y alienación, y resignificar la comunicación masiva, aunque aún estamos en pañales (pero como decía mi vieja: ogni piccola saburra fà la fabbrica). Somos ideólogos de una guerrilla semiológica, trabajadores de la palabra y el sentimiento colectivo. Somos, en suma, la alegría resistente que combatirá a The Terminator, cuando llegue...
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