El Salón Dorado del Gobierno porteño brilló como en los tiempos de la dictadura. El mismo olor rancio y decadente: Juraron el flamante Ministro de Educación, Abel Posse (asumió su cargo en reemplazo de Mariano Narodoski), el nuevo jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, y el designado ministro de Espacio Público y Medio Ambiente, Diego Santilli (ese que nos sonríe desde atrás de los colectivos con cara de pelotudo).
Toda la ciudadanía democratica está espantada. La derecha reaccionaria festeja y sonríe en silencio. La izquierda ladriprogresista no opina para no disgustar a los dueños de multimedios y así seguir siendo invitados a los prógramas de TV.
Es los más parecido a un cóctel explosivo y desagradable: un poco de menemismo, actos impopulares a lo Cacciatore, una pizca de fachismo e intolerancia, abundante hielo para congelar las esperanzas de cambio, y mucha sonrisa demagógica decoradas con declaraciones naif, vacías de contenido... Tomar preferentemente cuando se encuentre en medio de duros cuestionamientos de la oposición y los sindicatos docentes, debido a las polémicas declaraciones que realizó durante esta semana el ex dipomático misógino, en el diario La Nación.
La ceremonia estuvo encabezada por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quien también sonríe, siempre sonríe, ¿de qué carajo se ríe ese neoliberal impresentable?
Ya te haremos tronar el escarmiento, Mauricio, ya vas a ver...
Daniel Mancuso
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