Año 2002. Otra vez, sin proponérmelo, me encuentro con Shakespeare. Fue un grupo numeroso y difícil. El solo hecho de coordinar horarios era una proeza temeraria. Pero el talento y las ganas se sobrepusieron a las dificultades. Llegamos al estreno casi sin darnos cuenta, porque el proceso de construcción del espectáculo fue dinámico y vertiginoso.
Luciano me tuvo confianza y me invitó a su proyecto para un personaje central. El desafío de componer a "Oberón", un ser omnipresente y altivo, significó un salto de calidad con respecto a los trabajos actorales que yo había realizado anteriormente. Fue muy estimulante, ensayo tras ensayo, y el resultado super positivo.
Trabajamos duro. Había que armar la escenografía para generar un espacio diferente. El galpón se transformaba en el sitio mágico donde las hadas y los dioses se burlaban de los humanos. Era una hora de armado antes y una hora de desarme después de cada función. Todos, parecíamos hormigas atacando una galletita en la vereda, todos yendo y viniendo, con telas, caños, bulones.
sueños...
versión erótica
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