¿Para qué sirve la memoria? ¿Para qué evocamos a Néstor, por ejemplo? El sábado 27 de octubre se cumplen 2 años de la muerte del expresidente más recordado de nuestra historia ─junto a J.D. Perón─, así que, el aniversario merece una reflexión política atenta. Más allá de mentarlo, de la ponderación de su figura y los homenajes permanentes, nuestro compromiso con el Proyecto nacional en marcha debe ser la búsqueda de la profundización del camino emprendido en 2003. Esa es la herencia, o el mandato implícito, que debemos recoger como bandera para la victoria.
¿Y cómo se hace? Quizás, debiéramos empezar a cambiar la metodología con que lo homenajeamos. Ya son muchos los lugares y eventos que llevan su nombre, pero no necesariamente se asegure su presencia en nuestros corazones tomándolo como significante y punto, porque puede transformarse en significante vacio, si sólo deviene en sonido referente de una foto. ¿Cómo asegurar que Kirchner (significante) sea inscripto en el orden de lo simbólico para la mayoría del pueblo argentino, (como elucubraba Jacques Lacan), y que adquiera un significado, un sentido histórico, popular, a través de la interrelación con otros significantes, y del contrapunto entre sus similitudes y diferencias? Un camino posible es seguir sus pasos a pie juntillas, sorprender a propios y extraños con las propuestas desafiantes, ir siempre para adelante doblando la apuesta, aun a riesgo de estrellarse contra un paredón. Y visto y considerando que en la vereda de enfrente no hay ideas para confrontar, hay que salir de la mediocridad, debemos ejercitar el pensamiento crítico de nuestro lado, para sacarnos de encima la mochila neoliberal que todavía subsiste en muchos de nosotros. Hay tanto chanta suelto agitando la banderita, esperando el momento para escupir el asado, o manotear un premio, que los anticuerpos a veces necesitan una ayudita, porque solos no pueden contra la enfermedad que contamina el movimiento.
Si él dijo que no quería dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno, nosotros no debemos dejar las nuestras ni en los más mínimos desafíos. Debemos ser inflexibles con quienes traicionan el mandato popular, la confianza y las esperanzas de millones de compatriotas que todavía sufren las consecuencias de años de neoliberalismo. A nadie le gusta que lo corran por izquierda los tilingos cacerolos, los zurdos adolescentes, o los sindicalistas panqueques. Empero, es innegable que les damos pasto a las fieras más de una vez. Nuestros errores carecen de justificación, si se juntan con la inescrupulosidad, la desidia, el egocentrismo o la traición.
El otro día pasé por la esquina de Martín Rodríguez y Pedro de Mendoza, en La Boca, frente al Riachuelo, donde habíamos colocado un cartel bautizandola como «Esquina Néstor Kirchner». Eran tiempos calientes donde la ferviente militancia iluminaba las calles. Ahora, el cartel de una inmobiliaria sumado al estado de abandono del predio le puso una nota triste a la esquina. Néstor sigue sonriendo desde arriba y Quinquela lo mira, pero algo estropeaba la mañana. Una especie de silencio sucio como las aguas del río que no se limpia. Esa basura flotando también es un significante que debe dejar de sonar. Aunque le echemos la culpa a Macri por el estado de la ciudad, Néstor no se merece ese abandono incómodo, cínico, irrespetuoso. Y no estoy hablando de la esquina, ni del cartel, o sí, también.
La sonrisa de Néstor haciendo la V, cruel en el cartel, me dejó pensando, sintiendo cuál sería el mejor homenaje...
¿Y cómo se hace? Quizás, debiéramos empezar a cambiar la metodología con que lo homenajeamos. Ya son muchos los lugares y eventos que llevan su nombre, pero no necesariamente se asegure su presencia en nuestros corazones tomándolo como significante y punto, porque puede transformarse en significante vacio, si sólo deviene en sonido referente de una foto. ¿Cómo asegurar que Kirchner (significante) sea inscripto en el orden de lo simbólico para la mayoría del pueblo argentino, (como elucubraba Jacques Lacan), y que adquiera un significado, un sentido histórico, popular, a través de la interrelación con otros significantes, y del contrapunto entre sus similitudes y diferencias? Un camino posible es seguir sus pasos a pie juntillas, sorprender a propios y extraños con las propuestas desafiantes, ir siempre para adelante doblando la apuesta, aun a riesgo de estrellarse contra un paredón. Y visto y considerando que en la vereda de enfrente no hay ideas para confrontar, hay que salir de la mediocridad, debemos ejercitar el pensamiento crítico de nuestro lado, para sacarnos de encima la mochila neoliberal que todavía subsiste en muchos de nosotros. Hay tanto chanta suelto agitando la banderita, esperando el momento para escupir el asado, o manotear un premio, que los anticuerpos a veces necesitan una ayudita, porque solos no pueden contra la enfermedad que contamina el movimiento.
Si él dijo que no quería dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno, nosotros no debemos dejar las nuestras ni en los más mínimos desafíos. Debemos ser inflexibles con quienes traicionan el mandato popular, la confianza y las esperanzas de millones de compatriotas que todavía sufren las consecuencias de años de neoliberalismo. A nadie le gusta que lo corran por izquierda los tilingos cacerolos, los zurdos adolescentes, o los sindicalistas panqueques. Empero, es innegable que les damos pasto a las fieras más de una vez. Nuestros errores carecen de justificación, si se juntan con la inescrupulosidad, la desidia, el egocentrismo o la traición.
El otro día pasé por la esquina de Martín Rodríguez y Pedro de Mendoza, en La Boca, frente al Riachuelo, donde habíamos colocado un cartel bautizandola como «Esquina Néstor Kirchner». Eran tiempos calientes donde la ferviente militancia iluminaba las calles. Ahora, el cartel de una inmobiliaria sumado al estado de abandono del predio le puso una nota triste a la esquina. Néstor sigue sonriendo desde arriba y Quinquela lo mira, pero algo estropeaba la mañana. Una especie de silencio sucio como las aguas del río que no se limpia. Esa basura flotando también es un significante que debe dejar de sonar. Aunque le echemos la culpa a Macri por el estado de la ciudad, Néstor no se merece ese abandono incómodo, cínico, irrespetuoso. Y no estoy hablando de la esquina, ni del cartel, o sí, también.
La sonrisa de Néstor haciendo la V, cruel en el cartel, me dejó pensando, sintiendo cuál sería el mejor homenaje...
1 comentario:
Nunca menos! Qué mejor consigna que esa.
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