El paso del tiempo, casi siempre, desmonta los artificios y muestra la verdadera cara de los protagonistas. Puede suceder que una joven intelectual izquierdista maoísta de los años 70 se haya ido descascarando, y arrive a su tercera edad como escriba privilegiada del establishment desestabilizante y reaccionario, por ejemplo. Una metamorfosis ideológica muy común en estos tiempos es la transformación de personajes con un pasado de izquierda que ahora levantan las banderas de las corporaciones, con figuras notables como Patricia Bullrich en la vanguardia de la derecha nativa.
En esa línea conversa, Beatriz Sarlo plantea una utopía ─porque las clases dominantes también tienen utopías─: quiere demoler los mitos populares. En su opúsculo El mito de la gloriosa juventud en marcha, intenta convencernos de la conveniencia de olvidarnos de "la juventud maravillosa", y entrar en la modernidad capitalista. El primer error que comete la escritora en su columna de La Nación es confundir a la organización Montoneros con la militancia revolucionaria de los 70. A partir de allí, toda la estantería que construye tiene patas de barro. Los 70 no fueron Firmenich y Aramburu solamente, sino que hubo miles y miles de militantes en todos los ámbitos sociales. El golpe del 76 y la represión no se limitaron al accionar de las fuerzas armadas, sino que contó con la complicidad de los medios de Comunicación, la Iglesia, funcionarios civiles, empresarios, etcétera...
- «... Los "ideales" montoneros eran extraños a cualquier concepto de república. A decir verdad, toda la nueva izquierda era antiinstitucional y consideraba al Parlamento y a la Justicia como máscaras de la dictadura de la burguesía. La libertad de prensa era una argucia del capitalismo y de los dueños de medios para engañar y adormecer al pueblo.
»Los que pertenecimos a esa izquierda de los años setenta sabemos que fue difícil la crítica a la violencia terrorista, al inevitable horizonte de guerra popular prolongada o al foquismo rural. En condiciones de dictadura o de exilio, hubo que estudiar la dinámica de esos procesos, leer y debatir, encontrar las bases filosóficas e ideológicas de la violencia, reconocer las deformaciones del militarismo. Se nos acusó de culpable reformismo o de hablar demasiado pronto (¿cuándo no era pronto?)...»
Sarlo no cuenta toda la historia, sino que toma una parte y generaliza el resto. Los Montoneros fueron el emergente de 18 años de exilio de Perón, de Resistencia del pueblo Peronista, luego del brutal golpe de Estado del 55, que LLOVIÓ MUERTE EN PLAZA DE MAYO, que hubo una cruel REVOLUCIÓN FUSILADORA, que hubo un decreto imposible, EL 4161 QUE PROHIBÍA SENTIR.
No se puede mirar la historia con un sólo ojo. La violencia no fue un invento de los Montoneros, sino un constante padecimiento del pueblo argentino a manos de los esbirros de las clases dominantes en el gobierno, en la economía, en los tribunales, desde los orígenes de la argentinidad... ¿el fusilamiento de Dorrego no fue violento? ¿el empréstito Baring Brothers no fue violento? ¿qué fueron la guerra de la Triple infamia, la campaña del desierto, la década infame?
- «... Pues bien, en William Morris, las organizaciones peronistas kirchneristas y no kirchneristas (repartidas a lo largo del día) le bajan la cortina una vez más a la discusión sobre el ejercicio de la violencia política y de su extremo terrorista. Quizá se piense que los argentinos tienen otras cosas que hacer. Sin embargo, una consideración crítica de la violencia revolucionaria tal como aconteció en los setenta sería un camino para rediscutir la democracia, la movilización de los jóvenes, los frentes políticos y territoriales, el caudillismo. Reiterar que los "ideales" eran los de una "juventud maravillosa" (el adjetivo es de Perón) cierra esa posibilidad. El heroísmo de muchos montoneros no puede esfumar sus errores. Es posible ser heroico y estar equivocado. Desarmar el "mito" es considerar, al mismo tiempo, esos dos calificativos contrapuestos.
»Pero sobre la separación de heroísmo e ideal no se puede fundar una mitología política. Los kirchneristas, que gobiernan con burócratas, como cualquier gobierno, y con sombras corruptas o sospechosas, necesitan de ese himno juvenil. Extrañan aquel impulso romántico que creen encontrar en los setenta. Por otra parte, las vetas autoritarias y antidemocráticas de los Montoneros los liberan de tributar a dos ideales progresistas: democracia y autonomía. La memoria del Militante Montonero no obliga a firmar esos compromisos. Como mito, hoy exige bastante poco....»
¿Qué es un mito? El mito es una máquina transformadora de energía que atravieza la sociedad. Según Jung, el elemento fundamental del mito es el símbolo, un elemento tangible pero cargado de una resonancia o significación que remite a contenidos arquetípicos de la psique humana. Además, el mito pertenece al orden de las creencias, no tiene una explicación racional, sino cultural. "Es un sentimiento... no puedo parar..." (¿los intelectuales del establishment tienen sentimientos?)
Todo el peronismo está cargado de mitos, y en gran medida fueron la fuerza avasallante para vencer las prohibiciones, los fusilamientos, las torturas, los secuestros, las desapariciones... ¿qué pretende Sarlo? ¿Que dejemos de ser peronistas, que digamos que Evita era una simple bataclana devenida en fanática Primera Dama de un viejo dictador atorrante, que pelear contra los genocidas fue un error...?
La utopía de Sarlo no la hará avanzar hacia el horizonte, como dice Serrat, por el contrario, sus ideas erróneas retroceden inevitablemente hacia un pozó abismal lleno de mierda donde se hunden los navíos cargados de pusilánimes e intelectuales mediocres.
2 comentarios:
Te felicito por poder desentrañar esa compleja exposición que comienza atajándose para que no la tilden de justificar la teoria de los dos demonios y termina pareciendo que si. El resto en realida me resultó un intrigulis que lo desntraño con tus ejemplos .
Muy bueno. Gracias
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