Quizás no sea tan descabellado plantear algunas similitudes. Quizás no sean tan diferentes las circunstancias de aquel 9 de julio de 1816 y este de 2012. Porque en definitiva estamos hablando de la lucha por la Independencia, de la soberanía, de la justicia social, de los pueblos de Suramérica sometidos a ataques imperiales e intrigas vendepatria, de pujas entre fuertes intereses económicos internos y externos, de una situacion internacional preocupante, de una situacion nacional confrontativa, de una dirección hacia la libertad y otra contrapuesta hacia la dependencia... estamos hablando más o menos de lo mismo, durante estos 200 años.
Lo bueno de este presente es que tenemos más información, más elementos para poder elegir de qué lado estar y cómo poder aportar al final feliz. Lo malo es que los enemigos de nuestra independencia son más poderosos que entonces, y más sutiles en sus ataques.
Todavía, tenemos enormes desafíos por delante, contubernios por venir, y la imperiosa necesidad de seguir...
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