Algunos lectores se preguntan a menudo por qué seguimos analizando el discurso mediático, deconstruyendo las notas de los "prestigiosos" periodistas de los medios concentrados, desentrañando las mentiras y falacias cotidianas que repiten insistentemente los dirigentes opositores, los acólitos de la Intelligentzia, las voces del establishment.
Los comentarios aducen que ya sabemos cómo piensan, que no van a cambiar, que es inútil perder el tiempo, que no hay que darles entidad o importancia, etcétera. No creemos que sean buenas razones para dejarles el camino libre, y que sigan mintiendo. Tienen el poder de permanecer y ser visibles a través del tiempo, y de la cadena nacional desinformativa que se desparrama por todo el extenso territorio argentino (y mundial). No es poca cosa. Es una batalla desigual. Sus voces son amplificadas por todos los medios (institucionales, gráficos, radiales, televisivos, internet), mientras las nuestras son invisibilizadas, ninguneadas.
Por ejemplo, la película Juan y Eva ha tenido, tiene, enormes dificultades para permanecer en cartel, porque todavía, la dictadura del mercado deja sin salas a las películas que no cuentan con grandes apoyos económicos y publicitarios como los tanques de Hollywood. Todo es así, Elefantes corporativos contra laboriosas hormigas que persisten contra viento y marea envenenados. El poder efectivo, real, perenne, aún esta del lado de los que defienden el mercado, el mundo neoliberal, el Statu quo. El Estado, a pesar de contar con enormes recursos, se ve imposibilitado de hacer muchísimos cambios debido a la resistencia de potentes intereses empresariales, financieros, transnacionales, inescrupulosos y colonizados.
Y en esa epopeya por la que atravesamos el presente, nos embarcamos rumbo a un futuro diferente. Algunos "pensadores" anquilosados patalean enojados, temerosos, porque esta democracia discute, cuestiona, analiza, critica, pelea, descubre, imagina, interpela, a todo lo establecido por la "historia oficial", que no sólo es revisión del pasado sino nueva luz sobre el hoy y enormes posibilidades de un mañana venturoso.
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El caso de Luis Alberto Romero es preocupante. Como "historiador profesional" no ve con buenos ojos que voces nuevas investiguen la historia, es un territorio sagrado sólo abierto a plumas con carnet de la impoluta academía. por eso dice en la Nación...
Los comentarios aducen que ya sabemos cómo piensan, que no van a cambiar, que es inútil perder el tiempo, que no hay que darles entidad o importancia, etcétera. No creemos que sean buenas razones para dejarles el camino libre, y que sigan mintiendo. Tienen el poder de permanecer y ser visibles a través del tiempo, y de la cadena nacional desinformativa que se desparrama por todo el extenso territorio argentino (y mundial). No es poca cosa. Es una batalla desigual. Sus voces son amplificadas por todos los medios (institucionales, gráficos, radiales, televisivos, internet), mientras las nuestras son invisibilizadas, ninguneadas.
Por ejemplo, la película Juan y Eva ha tenido, tiene, enormes dificultades para permanecer en cartel, porque todavía, la dictadura del mercado deja sin salas a las películas que no cuentan con grandes apoyos económicos y publicitarios como los tanques de Hollywood. Todo es así, Elefantes corporativos contra laboriosas hormigas que persisten contra viento y marea envenenados. El poder efectivo, real, perenne, aún esta del lado de los que defienden el mercado, el mundo neoliberal, el Statu quo. El Estado, a pesar de contar con enormes recursos, se ve imposibilitado de hacer muchísimos cambios debido a la resistencia de potentes intereses empresariales, financieros, transnacionales, inescrupulosos y colonizados.
Y en esa epopeya por la que atravesamos el presente, nos embarcamos rumbo a un futuro diferente. Algunos "pensadores" anquilosados patalean enojados, temerosos, porque esta democracia discute, cuestiona, analiza, critica, pelea, descubre, imagina, interpela, a todo lo establecido por la "historia oficial", que no sólo es revisión del pasado sino nueva luz sobre el hoy y enormes posibilidades de un mañana venturoso.
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El caso de Luis Alberto Romero es preocupante. Como "historiador profesional" no ve con buenos ojos que voces nuevas investiguen la historia, es un territorio sagrado sólo abierto a plumas con carnet de la impoluta academía. por eso dice en la Nación...
- «Un reciente decreto creó el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. De sus fundamentos se deduce que el Estado argentino se propone reemplazar la ciencia histórica por la epopeya y el mito.
»El mito y la epopeya están en la prehistoria del saber histórico. Los mitos explicaban el misterio y el papel de lo divino; los relatos épicos exaltaban la acción de los héroes, entre divinos y humanos. La historia se ocupó, simplemente, de los hombres, y trató de entenderlos basándose en el razonamiento y la comprobación. En la Antigua Grecia, Herodoto y Tucídides fundaron la historia como ciencia y dejaron en el camino mitos y héroes. A mediados del siglo XIX, Wagner recurrió al mito y a la épica, pero sus óperas se representaban en los teatros; en las universidades estaban los historiadores tan notables como Mommsen.
»Más o menos así estamos hoy en la Argentina. No tenemos ópera, pero hay abundantes cantantes, poetas y escritores de mitos y epopeyas, que conquistan la fantasía de su público. Los historiadores, por su parte, trabajan en las universidades y en el Conicet...»
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Romero es a la historia, como los represores encarcelados son a los juicios de lesa humanidad: custodios del pasado. Mejor no hablar de ciertas cosas. No contarles a las nuevas generaciones, por ejemplo, que Julio Argentino Roca, no hizo la Campaña del Desierto a caballo, jamás cabalgo ninguno, la hizo en carroza junto a un representante de la iglesia que lo acompañaba en sus genocidios. Entonces ¿por qué hay una monumento ecuestre de Roca a escasos metros de la Casa Rosada?
Osvaldo Bayer tiene la respuesta: Romero y sus amigos defienden a capa y espada, a fuego y metralla, La larga paz argentina...
- «... Defender la estatua de Roca es no tener el más mínimo de conciencia democrática. Más todavía que ese monumento fue levantado en la Década Infame, la del “fraude patriótico”, término argentino que el mundo entero es incapaz de comprender. Los hombres de la Década Infame “hicieron la tarea”. Picana eléctrica, fusilamientos, los famosos negociados. Y el monumento a Roca, inspirado por su hijo, Julio Argentino Roca, el del pacto Roca-Runciman que fue vicepresidente de la Década Infame. En la inauguración del Roca en bronce estuvieron todos, entre ellos Patrón Costas –el famoso terrateniente salteño–, el almirante Domec García –fundador nada menos que de la ultraderechista Liga Patriótica Argentina, la del primer pogrom en la Argentina, en la Semana Trágica–. Así nació la estatua más grande de Buenos Aires.
»Es un insulto para los patriotas de Mayo y de la Asamblea del año XIII que ese monumento esté allí. Hay que quitarla en homenaje a la Etica y a los miles de argentinos que lucharon contra las dictaduras militares. Hemos pedido a la Legislatura porteña que en vez del genocida uniformado se levante un monumento a quienes verdaderamente lo merecen: a la mujer de los pueblos originarios, quien en su vientre dio vida a la estirpe criolla, y enfrente, mirándose, a la mujer inmigrante, la que también en su cuerpo dio vida a los que poblarían estas distancias. Ellas fueron las verdaderas heroínas de la vida argentina. Trajeron vida y no muerte...»
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Es evidente que somos más democráticos que ellos, más plurales que Romero, y tenemos argumentos de sobra para deconstruír sus paralogimos perversos. No los negamos, los ponemos sobre la mesa, a ellos y a sus ideas, sus escritos, sus libros, sus editoriales y sus historias, y las discutimos, las criticamos, develamos la poca hondura de sus patas de barro.
Ellos, en cambio, nos niegan, nos ocultan, evitan la confrontación de ideas porque se saben perdedores, débiles defensores de sus escasos recursos de opinión, prolongadores e inventores de zonceras, como esa que dice: "dejemos las cosas como están, que el pasado pisado y no tiene arreglo..."
Como los chicos, seguiremos poniendo todo patas arriba, mientras Romero berrinchea...
1 comentario:
Escribí un post emparentado a este. Se me pasó escribir que en esa nota a que aludís, Romero remeda a Caparrós reclamando se deje de discutir algo sobre lo que ellos ya sentenciaron.
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