sábado, 19 de noviembre de 2011

LAS MUERTES INNECESARIAS





Aunque el sol brille certero detrás de los árboles y los pájaros, anunciando calores y sonrisas veraniegas, un resabio triste nos arruina las festividades.

Todas las sensaciones satisfactorias de una sociedad que se reconstruye y sueña futuros mejores se ven empañadas por la desazón de la muerte vana.

La sombras sacuden esa alegría ingenua de vivir, el presente que auspicia nuevos éxitos se deshilacha frente a al asesinato de Tomás en Lincoln; el tren de carga que embistió a un colectivo escolar en San Luís; o los sicarios que mataron a Cristian Ferreyra en Santiago del Estero; por nombrar sólo algunos de los dolores conocidos.

¿Cómo que no tiene que ver un caso con el otro, o con el otro?

Somos parte de la misma sociedad que mientras crece y dignifica, pelea en varios frentes con un cáncer atroz que nos carcome: el de la muerte de seres indefensos en situaciones que podrían, deben evitarse, en las cuales todos, TODOS, podemos hacer algo.

Esto quizás amerite más participación popular, más compromiso ciudadano, más presencia del Estado, más educación... y quizás así tampoco se resuelva, habra nuevos ¿accidentes? ¿violencia intrafamiliar? ¿machismo? ¿impunidad empresaria? ¿complicidad judicial y gubernamental?

¿Y entonces qué hacemos?

¿Esperamos, rezamos, ¡qué barbaridad!, decimos?

¿Algún día, nos dolerá igual la muerte de Tomás que la de Cristian, o las nenas puntanas, o quien sea?

Demasiada muerte aquí y allá, como para decir acá no ha pasado nada, y seguir como si tal cosa...

¿Seremos más solidarios, más nobles?

¿Seremos menos egoístas, menos insolidarios, menos insensibles?

Gran parte de los que nos pasa tiene que ver con el frasco mental que nos encierra en nuestras pequeñas obsesiones, con aire viciado, con anteojeras, que no nos deja ver al que tenemos al lado, al que olvidamos porque estamos muy ocupados, al que evitamos... pero si yo te quiero... decimos... seguimos como zombis... ¿hacia dónde?

La inacción es un claro indicio de muerte, nosotros estamos vivos, dejémonos de joder y manos a la obra...


Daniel Mancuso

1 comentario:

Nestor Cando dijo...

Muchos años del (no te metás), creo que está cambiando un poco pero falta mucho para llegar ha sentarse en la puerta de la casa y tener ese contacto con los vecinos como lo hacían nuestros abuelos, ¿que pasa en la casa de enfrente? hoy se tiene miedo de denunciar al chorro, al vigilante corrupto todavía, al que vende droga en la esquina y hasta vergüenza de exigir que se nos cobre lo dice en la góndola del super, Miedo al ridículo ¿que es el ridículo entonce?. El fantasma de la dictadura, la persecución ideológica, la represión, las muertes, las desapariciones han instalado LA COBARDÍA DEL NO TE METÁS, hoy son ciertos mal llamados periodistas lo que publicitan la inseguridad he instalan el miedo.
Totalmente de acuerdo Mancuso un abrazo.

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