Nunca como ahora tan valedera, como anillo al dedo, la frase resuena con patética vigencia. Pasado y presente se mezclan en un caldo agrio; la historia, apenada, se sobrepone de las arcadas, y avanza indefectiblemente, entre tironeos y zancadillas varias.
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa”, nos prefiguraba Carl Marx en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, sin imaginar las veces que lo íbamos a mentar.
En ese libro, advierte el barbudo: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.
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Los hechos vergonzosos pergeñados por los opositores de hoy en día, se presentan a los corazones atentos como una ridícula parodia de las canallas oposiciones de ayer. Algo de esto analizamos en la nota: Desde la UNIÓN DEMOCRÁTICA al Grupo A.
Por suerte tenemos maestros como Norberto Galasso que nos ayudan a pensar, a develar los vericuetos de la historia para entender el presente, y no pisar el palito de la confusión y el escarnio.
Leamos qué decía un cable de la Embajada de Estados Unidos, 1945, luego de que la Plaza de Mayo y las calles de Buenos Aires se estremecieran al paso revulsivo del sudor popular...
El 18 de octubre, la embajada norteamericana en Buenos Aires, a cargo de John Moors Cabot, envía dos informes al Departamento de Estado. De esa documentación merecen extractarse los siguientes juicios:
“Es impresión generalizada que, a menos que la oposición reaccione rápidamente, el apoyo popular a Perón crecerá como una bola de nieve, permitiéndole competir electoralmente como candidato del pueblo con mejores posibilidades de las que se le asignaban hasta ahora. Un observador sugiere que esto representa la muerte de los partidos Radical y Socialista y el nacimiento del Partido Laborista, organizado por Perón”.
“Prácticamente ninguna persona con que he conversado deja de manifestar su perplejidad, ni alcanza a explicar los sucesos de las últimas veinticuatro horas. Hay un consenso generalizado de que los sectores que apoyan a Perón son mucho más fuertes de lo que nadie se hubiera imaginado, que las fuerzas antiperonistas fueron tomadas por sorpresa y que el sentimiento popular se volcó repentinamente a favor de Perón...”
“Es impresión generalizada que, a menos que la oposición reaccione rápidamente, el apoyo popular a Perón crecerá como una bola de nieve, permitiéndole competir electoralmente como candidato del pueblo con mejores posibilidades de las que se le asignaban hasta ahora. Un observador sugiere que esto representa la muerte de los partidos Radical y Socialista y el nacimiento del Partido Laborista, organizado por Perón”.
“Prácticamente ninguna persona con que he conversado deja de manifestar su perplejidad, ni alcanza a explicar los sucesos de las últimas veinticuatro horas. Hay un consenso generalizado de que los sectores que apoyan a Perón son mucho más fuertes de lo que nadie se hubiera imaginado, que las fuerzas antiperonistas fueron tomadas por sorpresa y que el sentimiento popular se volcó repentinamente a favor de Perón...”
Norberto Galasso nos muestra la reacción original de los primeros gorilas frente al inevitable avance de un proyecto nacional en ciernes. Y descubrimos con estupor que hoy se escuchan las mismas palabras de entonces, pero esta vez, los protagonistas son una fotocopia berreta de aquellos reaccionarios de los 40.
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John Moors Cabot (1901-1981) was an American diplomat and U.S. Ambassador to four nations during the Eisenhower and Kennedy administration. He also served as Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs.
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El autor de “Braden o Perón. La historia oculta”, Fabian Bosoer, devela el rol del diplomático estadounidense John Moors Cabot, y del corresponsal de The New York Times, Arnaldo Cortesi, en la campaña electoral de 1945/46.
- «Un mes más tarde, en telegrama redactado el 17 de noviembre, el diplomático (Cabot) se permitía dudar de la veracidad y eficacia de los argumentos sobre el carácter nazifascista del movimiento liderado por Perón: “Me parece que nuestra actitud actual hacia el régimen argentino está basada en gran parte en una serie de factores que no nos han llevado a conclusiones enteramente lógicas”.
»Reconoce que “históricamente la Argentina fue el chico malo entre las repúblicas americanas durante muchos años” y que este país “necesita ahora urgentes reformas sociales”.
»Señala que “la gente que más vocifera en la oposición no se destacó justamente por sus inclinaciones democráticas” y comenta que “hay otro factor y es que los argentinos se están dando cuenta cada vez más firmemente de que éste es un problema argentino que deben resolver ellos mismos”.
»Durante las primeras semanas del verano del 46, ya en plena campaña rumbo a las elecciones de febrero, Cabot advierte que “en este país ha comenzado una revolución. Hasta dónde llegará, sólo la historia podrá decirlo…”».
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El periodista Santiago O’Donnell nos devela la historia de otros cables secretos, en su libro ArgenLeaks (Sudamericana), donde recopila de la A a la Z todos los WikiLeaks referidos a nuestro país, lo que registró la embajada norteamericana cuando todos hablaban creyendo que nada quedaría registrado.
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¿Sabrán los diputados del grupo A, los que abandonarán el Congreso en diciembre, los candidatos a seguir la ignominia opositora, los fogoneros falaces de la corporación mediática, que la historia no se puede parar?
¿Cuántos Cobos... Redrado... Felipe y Marcela... Schoklender... van a utilizar para sus patrañas antipolíticas?
¿Seguirán insistiendo en ese error perverso, autodestructivo, de oponerse al amanecer, a la primavera, al porvenir?
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