Ese 5 de agosto yo no había cumplido los 3 años, asi que no me acuerdo, pero su figura me persigue en mis ensoñaciones diurnas, en los colectivos, al cruzar la calle. Sonríe en un torbellino de amor que me embriaga, ubicua, en cada rostro que se inmola al deseo. Y es tan inalcansable como un arcoiris prófugo en un recuerdo lejano.
¿Quién pudiera olvidarla?, para no extrañarla tanto, para no sentir la frustración de no encontrarla en ninguna otra congénere, en ninguna parte.
Para su cumpleaños, escribí EVITA Y MARILYN, una ficción no tan ficticia.
Daniel Mancuso
2 comentarios:
Hermoso lo que escribiste, más aguafuerte (a la Roberto Arlt)que cuento.
Eddie
gracias Eddie, abrazo
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