lunes, 8 de agosto de 2011

LAURA, LA NIETA 105




Cuando decimos que las Abuelas van por la vida es una hermosa tautología.

Recuperar a los hijos e hijas de los compañeros desaparecidos desde la sombras de la impunidad y el engaño, es un milagro.

La metáfora de Lázaro y Cristo se repitió 105 veces en manos de estas viejas heroínas.

Ellas le ganan a la muerte y el miedo, cada vez. Vencen el silencio atroz de la patraña instalada durante años, por civiles y militares. Ponen el cuerpo y atajan los penales envenenados que patean los medios concentrados. Ágiles, contradicen al tiempo, no respetan la lógica del descanso merecido por los años. No se detienen. Engañan a la mentira, con sus figuras tiernas, frágiles, y avanzan en zig zag, esquivando trampas, para parir amor en cada nuevo encuentro.

¡Van por la vida! ¿Se entiende?

Laura Reinhold Siver es la nieta 105. Su mamá fue Susana Leonor Siver, su papá era Marcelo Carlos Reinhold.

El matrimonio fue secuestrado el 14 de agosto de 1977, en Haedo, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En ese momento, Susana estaba embarazada de alrededor de cuatro meses.

Laura nació en febrero de 1978, por cesárea, en el Hospital Naval.

Varias denuncias empezaron a llegar, desde 1985, a las Abuelas. Fue importante en particular una ante la Conadep que mencionaba el caso e involucraba a los represores Gallo, Vildoza, Bianco y Miara, partícipes directos –entre otros– de la apropiación de nietos que luego fueron restituidos.

"Desde hace mucho tiempo teníamos la sospecha de que Laura podía ser una de las nietas que buscábamos. En marzo de 1982, Luisa Bermúdez de Reinhold, madre de Marcelo y suegra de Susana, se había acercado a Abuelas para denunciar la desaparición de su hijo y su nuera y así iniciar la búsqueda de su nieta".


1

Susana y Marcelo se conocieron mientras estudiaban Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Allí comenzaron su relación y tiempo después se casaron en la localidad de General Madariaga. Marcelo se recibió de abogado, Susana no alcanzó a terminar la carrera. Ella trabajaba en un estudio jurídico y él en una fábrica.

Ambos comenzaron a militar en la Juventud Universitaria Peronista, y continuaron en la organización Montoneros. Al joven sus compañeros y amigos lo llamaban “Chelo”. Durante una razzia en la Facultad de Derecho, en 1975, fue detenido y permaneció como preso político durante dos o tres meses, recorriendo los penales de Devoto, Rawson y Resistencia, hasta ser liberado.

Susana Leonor Siver nació el 14 de mayo de 1955, en la ciudad de Buenos Aires. Era la del medio de tres hermanos. Su padre era maestro mayor de obras y su madre, ama de casa. La familia vivía en el barrio porteño de Parque Chas. Allí, Susana cursó la escuela secundaria en el Colegio Normal Nº 1.

Marcelo Carlos Reinhold nació el 2 de abril de 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Era el menor de tres hermanos. Su papá era abogado y su mamá, profesora de portugués. Vivieron siempre en Haedo.


2



El 14 de agosto de 1977, unas quince personas armadas, de civil, ingresaron en el domicilio de Luisa Reinhold, en Haedo. Buscaban a Marcelo. No lo encontraron. En ese operativo, a cargo del Servicio de Inteligencia Naval –bajo el mando del capitán de corbeta Luis D’Imperio–, secuestraron a Susana, que estaba embarazada de unos cuatro meses, y a Alejandro Odell, un amigo de la familia que se encontraba de casualidad en la casa. Marcelo fue detenido horas más tarde en otro lugar. Los tres fueron llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada.

Sobrevivientes de ese centro clandestino de detención contribuyeron a reconstruir el relato de lo sucedido a la joven pareja. Susana fue interrogada frente a su marido, mientras éste era torturado ferozmente. Luego, fue llevada al sector “Capuchita”, donde estuvo alrededor de dos meses, encapuchada y con grilletes en los pies. Su marido también permanecía en la “Capuchita” pero sólo podían comunicarse entre sí unos minutos cuando, esporádicamente, un guardia más “permisivo” los llevaba al baño al mismo tiempo.

En octubre, Susana fue llevada a la sala destinada a las embarazadas, donde permaneció junto a la detenida María José Rapella de Mangone. En noviembre de 1977 fue llevada de nuevo a la “Capuchita”, donde pudo compartir cerca de una hora con su marido y despedirse. Al día siguiente, Marcelo fue “trasladado” y hasta hoy continúa desaparecido. Susana volvió a la sala de embarazadas con otras parturientas.

A fines de enero de 1978, comenzaron los dolores de parto. Según los testimonios, el médico Jorge Luis Magnacco, quien habitualmente atendía a las embarazadas de la ESMA, estaba de vacaciones, por lo que el jefe del servicio de ginecología del Hospital Naval determinó su traslado precisamente al Hospital Naval para realizarle una cesárea porque no podía efectuarla en la ESMA.

En febrero de 1978, dio a luz a una “nena rubia”, según consignó un testigo. Susana alcanzó a amamantar a Laura y a estar con ella unos 15 días. Las compañeras de cautiverio de Susana recuerdan que Laura era muy pequeña y por eso la llamaban “Lauchita”. También cuentan que los marinos le tenían preparado un moisés grande lleno de ropa blanca para cuando naciera y que a Susana le habían hecho escribir una carta luego de hacerle creer que le entregarían la niña a sus abuelos.


3
Felizmente, Laura, que siempre tuvo dudas sobre su identidad, en junio de este año accedió a realizarse voluntariamente los análisis de ADN, en el Banco Nacional de Datos Genéticos, a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). El 2 de agosto, el Banco informó a la CONADI que la joven incluye en un 99,9 por ciento en la familia Reinhold-Siver.


4
Los que tenemos la dicha de ser padres, madres, sabemos que nos prolongamos en ellos, que la muerte es un acontecimiento banal, porque nuestros hijos siguen un camino que iniciamos, a veces lo hacen mejor que el original, lo van perfeccionando, como nosotros hicimos con nuestros viejos , y ellos con los suyos, y así...

Hoy, Laura tiene dos hijos, un nene y una nena. Ella entendió qué se siente parir, parirse de nuevo.

Por eso, Susana y Marcelo están en Laura, siguen en ella alumbrando utopías...


Daniel Mancuso

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada que yo diga o haga jamás alcanzará la estatura moral de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.Simplemente gracias por esta búsqueda incansable de Memoria Verdad y Justicia.
Saludos cordiales.
Marcelo Saichuk-Arquitecto- de Rosario
msaichuk@ymail.com

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