"Esta guerra tiene que acabar lo antes posible. Cada vez que muere un niño o una mujer nos preguntamos qué debe pasar para que todo finalice", dice Julian Schnabel, director de la película Miral.
El filme se basa en el libro de la periodista y escritora palestina Rula Jebreal (su actual pareja), que a su vez firma el guión del mismo.
Trata de un orfanato en Jerusalén que ha sido creado por una mujer palestina, a la que da vida Hiam Abbass. La historia está contada desde el punto de vista de una de las huérfanas de la institución, a la que da vida Freida Pinto. Les acompañan Willem Dafoe, Elmasri Yasmine, Alexander Sidig y Vanessa Redgrave.
El estreno neoyorquino de Miral, previsto para esta noche en la ONU, ha producido un gran despelote. Pocas cosas generan tanta polémica en Estados Unidos como el atreverse a defender mínimamente a los palestinos frente a los ataques de Israel.
El American Jewish Committee (AJC) le ha pedido a Joseph Deiss, el presidente general de la Asamblea de la ONU, que suspenda la proyección porque da a entender que la ONU no es neutral en el conflicto.
Burlándose de la democracia y la libertad de expresión, David Harris, director del AJC, dijo:
"La película tiene un claro mensaje político y retrata de forma negativa a Israel. Permítame preguntarle por qué el presidente de la Asamblea General y este prestigioso organismo quieren asociar su nombre a un evento tan evidentemente parcial", en un comunicado emitido ayer.
El filme, basado en el libro homónimo de la periodista palestina Rula Jebreal, relata el conflicto entre Israel y Palestina desde la perspectiva de una mujer palestina educada en un orfanato de Jerusalén. Protagonizada por Freida Pinto (protagonista de Slamdog Millionaire) ha generado malestar en Israel desde su estreno en el Festival de Venecia el pasado septiembre, aunque su director, Julian Schnabel, sea un americano de origen judío.
- ¿Qué pasa muchachos lo van a acusar de antisemita a Julian Schnabel?
La crudeza de algunas imágenes en las que se ve al Ejército israelí atacar a los palestinos no ha gustado entre los israelíes, que acusan al pintor y director de tomar partido con los palestinos.
- «¿Cómo se atreve Julian Schnabel a mostrarnos como asesinos por matar a unos palestinos de mierda?»
La idea de que la ONU sirva hoy como escenario para el estreno -y posterior debate- de un filme que llegará a los cines estadounidenses el 25 de marzo de la mano de los productores y distribuidores Bob y Harvey Weinstein ─también de origen judío («¡pero antisemitas!»)─ ha provocado un enfrentamiento abierto en la ONU, donde los representantes de la misión israelí han solicitado sin éxito que se suspenda la proyección.
- Haim Waxman, representante adjunto a la misión de Israel, ha hecho oir sus quejas en diversos medios israelíes. "El problema no es que muestren la película si no que el presidente de la Asamblea General decida mostrar un filme de carácter político. Es una decisión sin precedentes" afirmó Waxman en la web Ynet.
"Respetamos la libertad de expresión de los cineastas pero esta decisión está dirigida a favorecer los intereses de los palestinos". (¡¡¡Juaaaaaa!!!)
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Julian Schnabel invitó al estreno a toda la comunidad diplomática y a algunos representantes de la política estadounidense.
Aunque con este filme no ha cosechado tan buenas críticas como con su anterior cinta, la que fuera candidata a 4 Oscars: La escafandra y la mariposa, el director considera que su nueva película no es en absoluto parcial y ha defendido su amor hacia el estado de Israel en un comunicado:
"Amo el Estado de Israel, creo en él y mi película habla de preservarlo, no de dañarlo. Entender es parte de la manera de ser de los judíos y los judíos supuestamente sabemos escuchar. Pero si no escuchamos a la otra parte nunca tendremos paz. En vez de decir que no invito a la AJC a decir que sí, a ver Miral y a unirse a la discusión".
Hace unos días, Julian Schnabel decía: "Mi intención al hacer esta película es abrir un diálogo entre los jóvenes estadounidenses sobre esa complicada y a menudo malinterpretada parte de la región, las relaciones palestino-israelíes. Para entender el conflicto hace falta no sólo perspectiva histórica sino habilidad para mirar más allá de las infinitas imágenes y percepciones negativas y que solo una parte sea retratada normalmente como el malo".
La cinta había sido calificada para mayores de 17 años por la Motion Picture Association of America por sus escenas de violencia, pero tras las protestas de Schnabel y tras realizar pequeños cambios en la edición ha conseguido que se amplíe su arco de audiencia a mayores de 13 años, una victoria para este cineasta que buscaba precisamente acercarse al público más joven con fines educativos.
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Rula Jebreal, escritora y guionista, habló del dolor que le supuso volver a los territorios donde vivió el infierno de su niñez: "No fue sencillo estar en la misma casa donde crecí. Cuando Julian me dijo que quería que le acompañase me quedé sin habla".
Schnabel admitió que el hecho de ser judío había sido pieza vital en el desarrollo de Miral: "Durante muchos años me he negado a hablar de ello o a viajar a Israel; he huido de mi responsabilidad. Ahora me he enfrentado a ello y como judío creo que es algo que debía hacer".
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El lunes 29 de diciembre de 2008, escribí EL ROJO PERENNE...
- Me duele la sangre. La mía y la ajena. La mía hierbe en un caldo de impotencia indignada ante el río caudaloso que sube. El torrente rojo y frenético se acrecienta con cientos de afluentes de todos los rincones planetarios. Río que es mar, es océano, y no se sabe dónde termina. Es ahora y siempre. No lo detiene ni el tiempo ni el olvido. Río de hombres matando, de hombres muriendo. Río de ruinas y talento para la muerte de los que piden, los que reclaman, los que de todas maneras morirán y es mejor no hacerlos esperar.
Río de sangre ajena que fluye y que fluye y no para. Río que baña las playas del hombre, tan ancho como la historia, desde los dinosaurios hasta los viajes espaciales. Río que no quiere morir, solo matar, matar a los que sobran, los que molestan, los que se oponen al río.
Zig zag visitante de sitios sin fama, que toca y fulmina, y dibuja en el mapa un puntito de horror. Abramos la memoria en una hoja cualquiera: un día del siglo xix, pasó por África, y se llevó 10 millones de congoleños mientras el rey Leopoldo II y sus belgas tiraban cadáveres negros en el corinto que viene y se va. Antes, había arrasado América, bañando despojos en las selvas tropicales.
Continuamente, llevó las naves guerreras a las costas de la conquista dondequiera que fuese, no importa el lugar. Navíos del norte lo llenaron de oprobio para saquear bondades extranjeras. Carabelas españolas, buques franceses, bergantines portugueses, galeones ingleses, fragatas norteamericanas, surcaron las aguas teñidas de aniquilación.
Cauce multicolor de dolores y pesares gastados de tanto sufrir. Llantos y lágrimas destiñen su flujo que respira pena vieja, que suspira nuevas torturas: rojo explosión, bermellón metralla, granate gangrena, carmesí NN, escarlata picana, colorado secuestro, púrpura basura, rubí mutilación, según el talento de los pintores. Belleza horrenda de las olas asesinas interminables, furiosas, mezquinas.
Frecuencias bajas de la luz abyecta que hunde la vida a la innoble desaparición del aliento asfixiado. Resplandor maligno de Inquisición, hambre de campaña del desierto, olor a guerra de la triple alianza, polvo radiactivo de Hiroshima y Nagasaki, gases de Auschwitz, balas de Sabra y Chatila, cuchillos de Ruanda, gritos desaparecidos del Proceso. Hoy es Río de la Franja de Gaza, Río de Bagdad, Río de Kabul, que desembocará en la próxima masacre.
Daniel Mancuso
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