domingo, 23 de enero de 2011

LA INFLACIÓN Y LA DUDA




¿Te acordás de Domingo Felipe Cavallo y su invento neoliberal, cuando teníamos el 1 a 1 y los precios no se movían? ¿Viste como terminamos en 2001?


"No hay inflación. Cuando hablamos de inflación, hablamos de aumentos generalizados de precios, y no hay aumentos generalizados de precios" -dijo el jefe de Gabinete de Ministros Anibal Fernández- "Si aumentó la carne, son los productores lo que la están aumentando. La intervención estatal para evitar mayores incrementos de precios es limitada. Podemos hacerlo en tanto que no se estén cumpliendo con condiciones mínimas ordenadas por ley, después, hay libertad de mercado".


Y tiene razón, aunque algunas cosas aumentan. ¿Entonces cómo es el asunto?





  • ...El control de la inflación es político, pero no por razones conspirativas, sino porque la distribución en el capitalismo es exógena, es decir, depende de múltiples factores no económicos. Como existe una clara asimetría de poder entre trabajadores y empresarios, es preciso que el Estado regule la dinámica de formación de precios, incluyendo políticas de ingresos que coordinen en el tiempo metas explícitas, el ritmo de crecimiento de la inflación, las mejoras de empleo y productividad, y las sucesivas mejoras salariales a fin de incorporar explícitamente la recuperación de los ingresos salariales perdidos y una mejora real de la situación distributiva de los trabajadores. Análogo a como aparece la cabina de un avión de pasajeros ante un improvisado piloto, las herramientas –olvidadas por el ideario neoliberal– que dispone el Estado para intervenir en la economía son más de las que hoy se usan. No es un camino fácil, pero es el único...

Alejandro Fiorito y Fabian Amico
Economistas de UNLU
y Revista Circus



1
El domingo pasado (16 de enero), Roberto Frenkel escribió una nota de opinión y análisis económico para como columnista invitado...

    Entre 2003 y 2007 la economía argentina podía considerarse un ejemplo de recuperación y crecimiento virtuosos. La mejora de distintos indicadores sociales constituía un aspecto destacado de ese virtuosismo. La situación social había tenido un deterioro abrupto con la crisis de la convertibilidad y antes de eso, el desempleo, la pobreza y la desigualdad se empeoraron crónicamente. Había un largo camino por recorrer y entre 2003 y 2007 lo estábamos transitando a buena velocidad. Pero la tendencia se frenó a partir de 2007-2008 y se observaron retrocesos en algunos aspectos. La clave se encuentra en la aceleración de la inflación.

    Paradojas de la posición oficial: las autoridades son renuentes a ejercitar la política antiinflacionaria -hasta el extremo de manipular las estadísticas para esconder la inflación y negar el problema- argumentando contra "el ajuste", mientras que el proceso inflacionario deteriora la situación de los más débiles y vulnerables que están en el foco de la retórica gubernamental. No hay ningún misterio en la alta tensión social: ahora la economía crece rápido, pero el ingreso y la posición relativa de los de abajo no mejoran. Es la inflación, sin duda...


2
Ahora publicamos aquí una respuesta a la nota de marras, desde el campo nacional y popular: el análisis del compañero economista Agustin D´Attellis quien tiene algunas cosas que aclarar...

    Respuesta a Nota de La Nación

    El domingo 16 de enero el economista Roberto Frenkel publicó en el Suplemento Económico del diario La Nación un artículo titulado “Es la inflación, sin duda”; haciendo referencia al supuesto impacto nocivo que la existencia de inflación tiene sobre la pobreza y la distribución del ingreso en la actualidad.

    Para esto toma los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el INDEC pero para el cálculo de la línea de pobreza en lugar de considerar el IPC elaborado por ese mismo organismo, utiliza lo que se conoce como IPC-7, esto es, el promedio de los índices de precios minoristas de siete provincias. En primer lugar, cabe destacar que los resultados a los que arriba a partir de esta metodología indican una caída en el porcentaje de ingresos pobres en los últimos años. La pobreza se reduce desde un 49,9% en 2003 hasta un 26,5% en 2007, para luego caer hasta un 25% a mediados de 2009 y a 23,3% en el primer trimestre de 2010, luego de instrumentada la Asignación Universal por Hijo, según sus propios cálculos. Sin embargo, finaliza la nota concluyendo que la pobreza no se reducirá si no se reduce la inflación…


    Ahora bien, el argumento esbozado entonces podría ser, en caso de haberse implementado políticas que apunten a reducir el ritmo de crecimiento de la demanda para estabilizar los precios, como Frenkel propone en artículos anteriores, se hubiese obtenido como resultado una reducción aún mayor del porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza. Ceteris Paribus, esto sería cierto, si modificamos el deflactor por una tasa de inflación inferior, el porcentaje de pobreza sería menor. ¿Pero qué ocurre con el efecto expansivo de las políticas públicas? A priori podría suponerse que políticas que apunten a un menor crecimiento y, por ende, a un aumento del desempleo, no mejorarían la situación de los sectores más vulnerables, sino todo lo contrario.

    Sería interesante que la nota hubiese contado con algún análisis cuantitativo que demostrara que la implementación de algún tipo de política de enfriamiento de la demanda hubiese logrado reducir aún más los niveles de pobreza en los últimos años.

    Por otro lado, el año 2009 demostró una rigidez importante en los niveles de precios. El impacto de la crisis financiera internacional significó para la economía argentina pasar de crecer a tasas promedio alrededor de un 9% a un crecimiento para ese período de sólo 0,85%. Sin embargo, las mediciones de inflación a partir del ICP-7 considerado para el análisis dieron como resultado una variación de 15,2% durante el año 2009, luego de un 21,4% en 2008.

    Considerando estos datos, cabe preguntarse cuál debería ser la magnitud del costo recesivo necesario para lograr reducir algunos puntos la evolución de los niveles de precios, y si ese impacto no provocaría un aumento del desempleo en detrimento de los sectores más vulnerables.


    En caso de no encontrarse evidencia empírica al respecto o algún análisis de simulación realizado seriamente que demuestre lo contrario, el camino del crecimiento y del estímulo del sector público a la economía pareciera ser el correcto. Mientras los diferentes componentes de la demanda motorizan a la economía, la inversión continúa creciendo sostenidamente, encontrándose por encima del 25% del PBI en 2010, tal como anunció hace unos días el Viceministro de Economía Roberto Feletti.

    El rol de los economistas profesionales debería ser el de generar propuestas superadoras dentro del marco macroeconómico de crecimiento sostenido actual en lugar de empujar los números para intentar mostrar una realidad diferente.

    La realidad indica que bajó la pobreza, con la creación de empleo, el aumento de los salarios, el incremento de las jubilaciones, el plan nacional de inclusión previsional y la Asignación Universal por Hijo, entre otras cosas.


Agustin D´Attellis
autor del presente artículo es economista de la UBA





3
Con cara de pocos amigos, el economista que supo decir otras cosas diferentes acerca de la marcha de la economía, ahora dice muy serio al final de su nota...

En suma: la pobreza y la brecha social no se reducirán si no se controla y reduce la inflación.

¡Qué bien Don Roberto! ¿Qué hacemos, traemos barras de hielo? ¡A encender los splits para enfriar el ambiente!

Déjese de joder, acepte que usted tiene su corazoncito en Washington... alguna vieja novia tal vez... Eso ya pasó.


4
Adivina, adivinador: ¿Quién es el autor del siguiente texto, que hacia el final parece estar diciendo: NO ESCUCHEN A FRENKEL...?





    ...Los bancos nunca han querido reconocer sus créditos fallidos y ahora no quieren reconocer las pérdidas, al menos no hasta que puedan recapitalizarse mediante sus beneficios comerciales y el gran margen entre sus altos tipos de interés y los mínimos costos de su endeudamiento. El sector financiero presionará a los gobiernos para lograr el pago completo, aunque provoque un despilfarro social en gran escala, un enorme desempleo y un gran sufrimiento social... e incluso cuando sea consecuencia de sus errores en la concesión de créditos.

    Pero, como sabemos por experiencia, no se acaba la vida después de la reestructuración de la deuda. Nadie desearía a cualquier otro país el trauma por el que pasó la Argentina en 1999-2002, pero este país también padeció en los años anteriores a la crisis -años de rescates por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de austeridad- a consecuencia de un enorme desempleo y tasas de pobreza y crecimiento bajo o negativo.

    Desde la reestructuración de la deuda y la devaluación de su divisa, la Argentina ha tenido años de crecimiento del PIB extraordinariamente rápido, de casi el 9% por término medio de 2003 a 2007. En 2009, la renta nacional era el doble que en el peor momento de la crisis, en 2002, y más del 75% más que en el momento mejor del periodo anterior a la crisis.

    Asimismo, la tasa de pobreza de la Argentina se ha reducido en unas tres cuartas partes en relación con el momento peor de su crisis y este país capeó la crisis financiera mundial mucho mejor que Estados Unidos: el desempleo es elevado, pero, aun así, no supera el 8%. Solo podríamos conjeturar lo que habría ocurrido, si no hubiera aplazado el día del juicio final durante tanto tiempo... o si hubiese intentado retrasarlo aún más.

    Así, pues, esta es mi esperanza para el nuevo año: que dejemos de prestar atención a los supuestos magos financieros que nos metieron en este embrollo -y que ahora piden austeridad y una reestructuración retardada- y empecemos a usar un poco el sentido común. Si tiene que haber sufrimiento, el mayor deben arrostrarlo los responsables de la crisis y quienes más se beneficiaron de la burbuja que la precedió.


¿No te diste cuenta?, no importa, es Joseph E. Stiglitz, profesor en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía, en una nota del diario EL PAÍS de España, el domingo16/01/11.


5
Bonus track





Daniel Mancuso

1 comentario:

Daniel dijo...

La única que tienen es el ajuste.
Yo insisto con derecha e izquierda y me banco que me digan, pasado de tiempo.
La derecha no conoce otra que el ajuste y están todos los opositores metidos de cabeza ahí.
La izquierda es caduca en muchos de sus términos propositivos.
Este proyecto se trata de una resignificación de la izquierda o centroizquierda.
De una vez hay que entender que las cosas se afirman bien cuando van a paso firme, paso por paso. Y que no se pueden provocar cambios sin que la sociedad los vaya asimilando.
Joden con bardear al "populismo", pero esta movida tiene que ser populosa. Bien popular.
Que entre paréntesis, es la mejor forma de pelearle los precios a los abusadores y acaparadores.

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