martes, 7 de diciembre de 2010

CINE Y SEXO






Dicen que Mirta Legrand filmó su primer película desnuda, allá por los inicios del siglo XX. Dicen que hace mucho tenía la piel lisita y brillosa como un durazno al sol. Dicen que no quedó nadie para confirmarlo, se murieron todos los testigos de aquella película porno anterior a las infantiles de Isabel sarli.

Dicen que empezaron a laburar en esto las dos hermanas, porque cuando se cansaba una seguía la otra. María Aurelia Paula Martínez Suárez –más conocida como Silvia Legrand o “Goldie”- era un calco con su hermana la Mirta (en los documentos es Rosa María Juana Martínez Suárez).

Las mellizas de Villa Cañás, Santa Fe, siempre hicieron todo juntas, hasta debutaron juntas, con el mismo actor. Después del ménage à trois, Mirta empezó a estudiar francés...



A principios del siglo pasado, el cine era chiche nuevo en Europa y su vástago más deseado, el sexo en movimiento, ya era furor. Pero también era ilegal. Y la industria para abastecer a aristócratas y burgueses florecía.

¿Es posible que la primera filmación de sexo explícito que se vio en esos salones clandestinos de proyección de la que se tenga registro haya sido filmada en la Argentina, con un sátiro espiando ninfas y cazando una para saciarse?

En 1908 se filmó en Francia A L’Ecu d’Or ou la Bonne Auberge, traducida como El buen albergue, protagonizada por un soldado que llega hambriento y cansado a una posada y que termina sacándose el hambre con la bella mucama que lo atiende. De esta película se tiene registro y puede precisarse su fecha exacta. Por eso varios historiadores y expertos dicen que, oficialmente, muchas veces éste es considerado el film porno más antiguo que existe en la actualidad.

Pero, ¿qué pasa extraoficialmente? Los mismos expertos sostienen que existiría una película anterior a la francesa, llamada enigmáticamente El Satario (también conocida como El Sartorio), que sería una mala traducción de “El sátiro” y habría sido filmada en algún lugar de la ribera de Quilmes o la ribera paranaense en Rosario, circa 1907.

El Satario fue durante años una hipótesis y un mito. ¿Por qué si varios expertos están de acuerdo con su existencia hablamos de mito? Porque, más allá de las investigaciones, no habría copias disponibles de la película que sustenten la hipótesis. ¿Acaso ninguna copia? No. Todos los que saben del tema afirman que un coleccionista anónimo e inaccesible, que a veces aparece como español y otras como canadiense, tendría una en su poder. Y que podría haber otras por ahí...

El sexo siempre estuvo ahí: en el centro de todo. A lo largo del siglo XIX, como parte de la experimentación en la representación realista del mundo, comenzaron a circular en las cortes europeas pinturas y grabados que retrataban cuerpos desnudos. Muchas veces se trataba de obras anónimas.

En 1827 se inventa la fotografía. Un rato después, una mujer ya posaba desnuda para la cámara. Pero lo que la imagen fotográfica tan sólo llegaba a sugerir se completa con el cine, capaz de registrar imagen en movimiento.

El 28 de diciembre de 1895, August y Louise Lumière presentan el cinematógrafo en el Grand Café Boulevard des Capucines de París
.

Con el cinematógrafo había nacido el cine. Y con el cine, el cine porno. Casi inmediatamente se filma y presenta en sociedad El beso, con May Irvin y John Rice, un corto que mostraba a una pareja besándose en primer plano y que era adaptación de una escena sacada de una comedia teatral. No había desnudos, no había genitales, no había tetas. Ni que hablar de penetración, fellatios, cunnilingus, eyaculación y todo el combo de explicitud y lujuria que llegó para quedarse apenas un ratito después. El beso era un film casi ingenuo, casi romántico. Pero lo que en teatro no había horrorizado a nadie, en la pantalla causó un escándalo fabuloso.

Quién sabe si influenciados por el novedoso mundo del psicoanálisis o solamente por su propio deseo, los Lumière entendieron rápidamente que ese escándalo manifestaba tan sólo una cosa: la gente, el público, quería más. Más de eso mismo que tanto los escandalizaba. El cinematógrafo, aquel invento tan útil para mostrar obreros saliendo de su trabajo, también podía ser usado para mostrar eso otro que todos hacían con mayor o menor frecuencia, dependiendo de cuán afortunado se fuera, y de lo que nadie se atrevía a hablar: sexo. Así es que unas semanas más tarde aparece el corto Le bain, dirigido por Louis Lumière y protagonizado por la actriz Louise Willy, que se desnudaba frente a cámara en un strip-tease bien sugerente. Todavía apenas se jugueteaba con la posibilidad del sexo explícito sin alcanzarlo, por lo que, técnicamente, no podríamos hablar de porno. De todas formas, Le bain provocó tanto escándalo y consternación entre los defensores de la moral burguesa que terminó por catapultar la incipiente pornografía a las profundidades de la clandestinidad. Pero en la clandestinidad se multiplicó. Los equipos que de día eran usados para filmar películas presentables en sociedad, de noche se usaban para seguir alimentando la maquinaria del sexo.

En 1896, aparece Le coucher de la mariée, también protagonizada por Louise Willy. IMDB, la base de datos online más fuertemente consumida por los cinéfilos y que a veces, parece, puede equivocarse, indica que Le coucher... fue dirigida por George Méliès, el primer ilusionista del cine. El especialista del género Luke Ford, en su libro History of X: 100 Years of Sex in Film, señala que esta película fue dirigida por Eugene Pirou y Albert Kirchner, bajo el nombre de Léar, a pedido de los Lumière. En el film, como pasaba en Le bain, otra vez puede verse a Louise Willy sacándose la ropa. Aparentemente el corto original duraba siete minutos, de los cuales han podido rescatarse en la actualidad tan sólo dos. Los primeros dos minutos, en los que sólo llega a verse un provocativo pero todavía recatado jueguito previo. En los minutos perdidos del film podrían haberse encontrado escenas de sexo explícito. Tal vez. Pero hoy es imposible saberlo. Entonces, ¿cuál es la primera película verdaderamente porno de la que se tenga registro?



¿Por qué vendrían los europeos a filmar a Buenos Aires?

Cuando la censura en Francia se puso más severa hacia 1905, dice el especialista español Paco Gisbert, muchas de las producciones pornográficas empezaron a trasladarse a tierras alejadas del viejo mundo, como México. Y como la Argentina, que, según Gisbert, fue uno de los primeros centros de producción de películas pornográficas, allá por 1904 o incluso antes.

“En un artículo aparecido en la edición norteamericana de Playboy sobre los orígenes del cine clandestino –señala el español–, Arthur Knight y Hollis Alpert explican que las películas con una completa y explícita actividad sexual eran enviadas por barco desde la Argentina a compradores privados, la mayoría en Francia e Inglaterra, pero también en sitios tan lejanos como Rusia y los Balcanes. De hecho, el escritor Louis Sheaffer cuenta en O’Neill: Son and Playwright, la biografía de Eugene O’Neill, que el dramaturgo viajó a Buenos Aires en aquella década y que frecuentaba, con bastante asiduidad, las salas de proyección de cine pornográfico en Barracas.”

Otro detalle a tener en cuenta es que las mujeres argentinas no sólo podían pasar bastante fácilmente por europeas, como señala Ariel Testori, sino que además cobraban como argentinas. Negocio redondo.

¿Y por qué las fechas sobre su producción están en disputa? Joseph Slade, director de Estudios y Artes Audiovisuales de la Universidad de Ohio y uno de los que cree que la película El Satario podría haber sido filmada un poco más tarde que 1907, explica que debido a la calidad de su producción algunos historiadores intuyen que la fecha se acerca más a los años ‘20. “Algunos que opinan que fue producida en México han llegado incluso a atribuírsela a Sergei Eisenstein –explica Slade–, y hay una leyenda persistente que sostiene que El Satario fue filmada, probablemente, como una parodia al Atardecer del fauno, el ballet que escandalizó a la audiencia parisina en su première en el Theâtre du Chatelet, en mayo de 1912.



La nota de Natalia Moret es más extensa, se llama "La primera vez" y podés leerla completa en Radar, de Página 12.

Más allá del tonto orgullo chovinista por -quizas- haber sido los productores de la primera película con sexo explícito de la historia mundial, queda claro que el producto final era para consumo de las clases altas de Europa y Norte América, y como sucede hoy en día, vienen a filmar acá porque les salimos más baratos (y además, somos buenos en lo que hacemos). Así que, a la batalla cultural y política que estamos sosteniendo contra el neoliberalismo, se agrega una reivindicación gremial acerca de los salarios atrasados y los derechos de imagen de los actores durante más de 100 años...
¡Poniendo estaba la gansa!


Daniel Mancuso

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