Un día 14 de julio de hace 221 años, se producía la Revolución Francesa.
Francia se hallaba bajo el dominio de una monarquía absolutista, durante el reinado de Luis XIV (1643-1715). El poder de rey y de la nobleza eran la base de este régimen injusto, y el Estado se encontraba en una situación económica muy precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luis XV (bisnieto de Luis XIV), y que tocó fondo durante el reinado de Luis XVI.
La RF fue el hecho político más importante que se produjo a fines del siglo XVIII, no sólo en Francia, sino en todo Europa y América. Sirvió de ejemplo revolucionario, develando conflictos sociales similares a los franceses, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como era la monarquía. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista...
¿Qué pasaba con la Iglesia en esos tiempos de injusticias y crueldades? Leemos en Wikipedia: Pérdida de poder de la Iglesia y entendemos que lo de la Guerra de Dios del Cardenal Bergoglio es entendible...
...La revolución se enfrentó duramente con la Iglesia católica que pasó a depender del Estado. En 1790, se eliminó la autoridad de la Iglesia de imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron sus bienes. Bajo el Antiguo Régimen la Iglesia era el mayor terrateniente del país. Más tarde se promulgó una legislación que convirtió al clero en empleados del Estado. Estos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905, cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la religión católica fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un «calendario republicano» y una nueva era que establecía como primer día el 22 de septiembre de 1792...
Quédese tranquilo cardenal, ahora los conflictos no se dirimen por la fuerza. Vivimos en democracia. Sus fieles pudieron expresarse libremente en la Plaza Congreso, ayer. Y los derechos que se reclaman se ganan en el Congreso, en la discusión parlamentaria.
Hoy, según lo que pase en el Senado, podremos avanzar o volver para atrás.
En aquellos días, los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la nobleza, se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días después la asamblea dictó la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, esta proclama se transformó en la síntesis de las ideas revolucionarias, basadas en tres banderas: igualdad, fraternidad y libertad.
Léalo cardenal, es bueno aprender cosas nuevas y no permanecer en la ignorancia. Usted no debe equivocarse. Ahora la Iglesia se dedica a las cosas del alma. De la política se ocupan los trabajadores, los estudiantes, los jubilados, los intelectuales, los representantes del pueblo...
Daniel Mancuso
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