En 1921, Félix Bernasconi legó parte de su herencia para construir “un palacio para la escuela en la ciudad de Buenos Aires”. El entonces presidente Hipólito Yrigoyen apadrinó la ceremonia en la que se puso la piedra basal del edificio que abriría sus puertas 8 años más tarde.
Cuatro mil quinientos chicos estudian en las 10 instituciones que funcionan en el inmenso predio de Parque Patricios. Comparten las piletas climatizadas, la biblioteca, el salón de actos –un petit Colón con cuatrocientas butacas– y el museo diseñado por la pedagoga Rosario Vera Peñaloza, que empezó a funcionar en los ‘40. Hace dos semanas, un escribano del Ministerio de Educación porteño labró un acta para llevarse la llave del museo. Desató un escándalo: padres, docentes, alumnos, gremios, legisladores realizarán hoy, a las 8.30, un abrazo al Bernasconi. El fantasma de un sponsoreo privado que, a cambio de donaciones, disponga a piacere de una escuela pública moviliza a la comunidad educativa.
El 30 de marzo, el ministro Esteban Bullrich firmó la resolución 803 por la que decidió sacar del área pedagógica el museo del Bernasconi, pasarlo a la Subsecretaría de Gestión Económica, Financiera y Administración de Recursos y crear una coordinación del museo.
El subsecretario Mario Terzano envió al escribano para empezar a ejercer su autoridad.
“Queremos expresar nuestra preocupación frente a esta medida tomada por el gobierno macrista, que no dudó en alquilar el teatro San Martín para la realización de fiestas privadas demostrando su clara vocación privatizadora del espacio público”, señaló el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera), Eduardo López.
Página/12 se comunicó con el Ministerio de Educación para averiguar los motivos del cambio de dependencia y de la retención de la llave del museo, que es visitado no sólo por los alumnos de las cuatro escuelas primarias que funcionan en el edificio sino por chicos de otros colegios. Voceros oficiales explicaron que con la supervisión del área de Administración se agilizarían los trámites para recibir donaciones. Pusieron como ejemplo al Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín que, gracias a sponsors privados, fue acondicionado. Aseguraron que la llave estaba en manos de la coordinadora general del Instituto, María Teresa Etola.
A última hora del viernes, previo al feriado largo del Bicentenario, y luego del llamado de este diario, Esteban Bullrich firmó una nueva resolución modificando la 803: estableció que el museo del Bernasconi “dependerá funcionalmente de la coordinación general del citado instituto”, que junto con la coordinación del museo trabajarán “en un grupo de trabajo de museos y bibliotecas” de la ciudad y que “el Museo Quinquela Martín prestará asistencia técnica” al museo del Bernasconi durante 18 meses. Mantiene la dependencia de Terzano, pero reconoce a la autoridad del Instituto.
Ayer, un comunicado de prensa de la cartera educativa desmiente que tengan un proyecto “privatizador”, anuncian la nueva resolución e informan que están supervisando a la asociación cooperadora del establecimiento.
“El edificio se cae a pedazos, está en estado calamitoso”, dramatizaron los colaboradores de Bullrich. La descripción, en rigor, es congruente con la decisión política de la cartera educativa de recortar o no usar los recursos para infraestructura: el seguimiento de la ejecución presupuestaria en ese rubro durante el primer trimestre del año fue de apenas el 1 %.
El presidente de la cooperadora, Guillermo Musi, explicó que el año pasado recibieron 23 mil pesos para solventar los gastos del funcionamiento de todo el ciclo lectivo. “El colegio para abrir la puerta tiene 15 mil pesos de gasto fijo”, precisó y aclaró que “este año no recibieron ni un peso”. Al ritmo de la falta de plata las condiciones edilicias se deterioran: filtraciones en los techos, en los pisos, son algunas de las “patologías” que se acentuán . Musi aseguró que Bullrich les había dicho que se abriría una licitación para contratar las obras necesarias. Terzano, en cambio, desestimó esa posibilidad y le recomendó que fueran a la Legislatura a pedir más presupuesto.
Mario Terzano es un hombre acostumbrado a encarar procesos privatizadores. Durante el menemismo participó en el desguace de Aguas Argentinas y Somisa después de un paso fugaz en el equipo del primer ministro de Educación de la época, Antonio Salonia.
Guillermo Musi dijo a Página/12 que el subsecretario le comentó que tenían un par de empresas interesadas en aportar 5.000.000 de pesos para acondicionar el museo y el salón de actos del colegio. La contraprestación no quedaba clara y el escándalo en torno de la llave del museo sembró de más sospechas la propuesta.
En plena campaña electoral, cuando Mauricio Macri entró por primera vez al Bernasconi se sorprendió de que semejante palacio, construido sobre una loma, en la que se lucen escaleras de mármol, una inmensa biblioteca clásica, esculturas y patios centrales de 1200 metros cuadrados fuera una escuela pública. Desde que asumió como jefe de Gobierno frecuenta el edificio de Catamarca y Rondeau para hacer reuniones de gabinete. Lleva su catering y se recluye en la sala de situación de la biblioteca.
El sostenimiento de la educación pública requiere de una inversión continua. Es una decisión política qué se prioriza en el presupuesto: desde que asumió el macrismo los subsidios a las escuelas privadas pasaron de 400 a 800 millones de pesos, el único rubro que se duplicó. Los fondos para infraestructura escolar se achicaron. Quizás la idea sea promover a empresas a las que les interesa el país y que cada escuela tenga su marquesina publicitaria.
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