martes, 3 de noviembre de 2009

NIETO 98




El 24 de marzo de 1976, los militares asaltaron el poder del Estado argentino y produjeron la más terrible y sangrienta dictadura de que se tenga memoria. Secuestraron, torturaron, mataron, desaparecieron, robaron bebes a las madres cautivas...

Las Abuelas de Plaza de Mayo encontraron a MARTÍN, el nieto restituido número 98.

Martín es hijo de Marcela Esther Molfino y Guillermo Amarilla. Ambos, militantes Montoneros, fueron detenidos y desaparecidos cuando vivían en San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires, el 17 de octubre de 1979. Anque su familia no lo sabía, Marcela estaba embarazada.

El hijo de Marcela y Guillermo comenzó la búsqueda sobre su la identidad a partir de algunas sospechas. Nadie le había dicho que era adoptado, pero algunos datos como que quien decía ser su madre tenía problemas para quedar embarazada, que el lugar de su nacimiento había sido Campo de Mayo, que quien decía ser su padre era personal civil del Ejército, fueron algunos de los indicios que lo condujeron a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). Allí abrió, el 13 de diciembre de 2007, un legajo para solicitar colaboración en el esclarecimiento de su origen.

Simultáneamente, Abuelas de Plaza de Mayo tenía denuncias sobre el joven como posible hijo de desaparecidos. Los denunciantes daban los mismos datos que al hijo de Marcela y Guillermo lo hacía dudar sobre su origen. Mientras el equipo de investigación evaluaba cómo trabajar el caso, el joven se acercó a la CONADI por su propia voluntad.

Luego de la investigación documental correspondiente, la Comisión informó al joven que tenía un turno para realizarse el examen de ADN. Martín asistió al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) el 20 de diciembre de 2007, y el 6 de marzo de 2008 se le comunicó que su perfil genético no coincidía con el de ninguna de las familias que integran el Banco.

Las familias Amarilla y Molfina denunciaron la desaparición de sus hijos desde un primer momento; sin embargo, no sabían que Marcela estaba embarazada, es por eso que sus patrones genéticos no integraban el BNDG hasta hace unos meses. Afortunadamente, el 21 de agosto de 2009 se presentó ante la Secretaría de Derechos Humanos una sobreviviente de Campo de Mayo quien relató que Marcela Esther Molfino habría dado a luz a un niño en ese Centro Clandestino de Detención. Fue así que la CONADI abrió un legajo para ingresar al grupo familiar Amarilla Molfino en el Hospital Durand y realizar el nuevo entrecruzamiento de muestras genéticas. Al mismo tiempo, el Equipo Argentino de Antropología Forense también había acercado la denuncia a Abuelas, por lo que las Familias Amarilla y Molfina también radicaron la denuncia por la desaparición del bebé en la Asociación.

La incorporación de las muestras de ADN de los Amarilla y Molfina y el nuevo entrecruzamiento de las muestras, finalmente dio que el joven pertenece a esas familias. Las tres búsquedas se juntaron y el hijo de Marcela y Guillermo pudo saber su verdad.

Marcela, la madre de Martín, era una militante peronista, secuestrada durante la dictadura en octubre de 1979 y desaparecida. Hasta hace muy pocos meses, ninguno de sus familiares supo que estaba embarazada al momento de la detención. Martín nació en cautiverio, en el Hospital Militar de Campo de Mayo, pero encaró solo su propia búsqueda por la identidad a partir de una sospecha.

...El 27 de diciembre de 1973, Marcela y Guillermo se casaron. Tuvieron tres hijos: en 1975 nació Mauricio en Resistencia; en 1977 Joaquín en Capital Federal y en 1978 Ignacio en el exilio, en Francia.

Hacia fines de 1975 debieron abandonar la provincia del Chaco por la persecución de la Triple A. Aún viviendo en otras partes del país, Guillermo mantuvo el contacto y ayudó a compañeros de esta zona a escapar de la persecución de la dictadura. En junio de 1978 se exiliaron, recorriendo México, España y Francia. En mayo de 1979, regresaron al país y se instalaron en la provincia de Buenos Aires.

Ambos fueron detenidos y desaparecidos cuando vivían en la provincia de Buenos Aires. El 17 de octubre de 1979, él es detenido en la vía pública en horas del mediodía. Horas más tarde. Marcela, junto a su cuñado Rubén Amarilla, fueron secuestrados en el domicilio que ambas parejas compartían. Los hijos de ambas familias -cinco niños- fueron apresados y detenidos durante quince días. Semanas más tarde fueron trasladados a Resistencia y entregados a la familia paterna.

La madre de Marcela, Noemí Gianetti de Molfino, fue secuestrada en Lima, Perú, el 12 de junio de 1980, mientras se encontraba reclamando por la aparición de su hija y denunciando las desapariciones en Argentina. Su cuerpo apareció sin vida en un hotel de Madrid a fines de julio de ese mismo año. Se presume que Esther fue traída a la Argentina y pudo ver a Marcela, siendo luego llevada a España....

Con extremo sigilo, las Abuelas preservan los secretos de la causa judicial como lo hacen ante cada expediente. Cuando terminan las pruebas de sangre o las comparaciones genéticas que permiten confirmar la identidad biológica deciden finalmente hacer público todo el relato de la historia, para que otros puedan seguir o empezar ese mismo camino.

La nueva búsqueda terminó de cerrar hace apenas unos días. El viernes pasado, los familiares biológicos del niño secuestrado obtuvieron la confirmación de las pruebas de ADN. Y recién ayer lograron conocerlo.

El niño nació en el Hospital Militar de Campo de Mayo un edificio parecido a un cuartel, con explanada en la entrada, descripto en el « Nunca Más » con camas como en los hospitales y cubiertos con la inscripción “Ejército Argentino”. El lugar era uno de los centros clandestinos de Campo de Mayo y funcionaba como maternidad clandestina de las parturientas secuestradas. De 2 a 5 días después de haber parido, todas volvían a los centros clandestinos, pero ninguna lograba sobrevivir. “Es necesario destacar –dice la página de Abuelas– que las detenidas ilegales que dieron a luz en el hospital permanecen desaparecidas”.

Hasta el momento de la detención, sus padres tenían tres hijos. Cuando los secuestraron en octubre de 1979, ninguno de los familiares sabía que ella estaba nuevamente embarazada. Y a lo mejor ni siquiera ella lo sabía, suponen algunos allegados.

Martín empezó a buscar a su familia a los 15 años, cuando empezó a sospechar sobre su identidad. El hombre que aparecía como padre supuesto era un agente de inteligencia, que ahora está muerto. Dicen que el chico se acercó a Abuelas porque existía la duda, porque en su partida de nacimiento aparentemente dice que había nacido en esa unidad militar.

Cuando empezó la búsqueda, Abuelas encontró una clave para localizar a la familia. En la mayor parte de los casos, los datos de los que buscan a sus padres o a sus familias se cruzan con las muestras del banco de sangre de Abuelas con los registros de todos los familiares de desaparecidos que empezaron a buscar a sus familiares. Pero en este caso, la base de datos no servía. Las Abuelas encontraron un camino alternativo a través del testimonio de un arrepentido del Ejército, un militar que, quebrado, habría explicado que la mujer había tenido un hijo en Campo de Mayo mientras estaba detenida.

La identidad de la nieta 97 se conoció en febrero de 2009 cuando Estela de Carlotto contó la historia de una joven de 32 años, hija de Beatriz Recchia y Domingo García, ex militantes de Montoneros, desaparecidos en 1977 y con un embarazo de cinco meses. La noticia de que el análisis de ADN había dado positivo en un 99,9 por ciento de certeza fue dada a conocer a la nieta recuperada por la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, quien condujo la investigación del caso desde la denuncia de Abuelas en octubre de 2007.





Faltan muchos nietos más por ser encontrados, las heridas de la dictadura siguen abiertas y lastimando a nuestra sociedad.


Daniel Mancuso


2 comentarios:

Marcelozonasur dijo...

"Faltan muchos nietos más por ser encontrados, las heridas de la dictadura siguen abiertas y lastimando a nuestra sociedad"

Sin dudas. Pero hoy podemos tomarnos un recreo y esbozar una gran sonrisa. Me alegro por Martín.

mimita dijo...

No hace falta ser abuelo para darse cuenta lo qué significa recuperar un nieto.
Este encuentro me emocionó de una manera muy especial.
Motivos no me faltan para ello. Conozco parte de su familia y esto, no por egoísmo, sino por cercanía hace que la noticia me conmocionara de manera muy especial.
Cada nieto que se recupera es una esperanza que renace en nuestros corazones.
con todo mi cariño solidario

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