Lo bueno del tiempo que nos toca es el calor de esta primavera política en la que reverdecen las pasiones, la mística militante, las esperanzas de cambio, el combate de las ideas contra la mentira del statu quo, la discusión política, la gesta de una patria que estaba moribunda y que ahora sabe que puede caminar y que es capaz de soñar. Falta mucho para que nuestros hijos se sonrían y digan: "Papi, la verdad que te felicito, qué país que tenemos, qué bueno que vos y los otros como vos laburaron, pelearon para dejarnos una patria digna, de pie, soberana, justa, libre...".
Somos combatientes de una gesta que lleva 200 años en pos de liberarnos del yugo camaleónico, que hoy se viste con ropas agrogarcomediáticas, discursos opositores reaccionarios, tilinguería de derecha, caceroleos histéricos...
Pero estamos en la senda correcta, las piedras en el camino son muchas, los enemigos poderosos, pero tenemos ideas, amor, ideología y cuadros, dirigentes, representantes como Eric Calcagno, Agustín Rossi, Carolina Moisés...
Pasadas las once de la noche del miércoles 16 de septiembre (mi cumpleaños) la diputada oficialista Carolina Moisés se sintió aliviada. Su discurso sobre la ley de radiodifusión –que según cuenta mantiene desde los 16 años, cuando militaba en la Juventud Peronista de Jujuy– fue el más elogiado del recinto. Y ella la más aplaudida cuando dijo: “La libertad de expresión hoy está amenazada por los dueños de los medios de comunicación. Cada vez que (la gente) cambia de canal ve exactamente lo mismo”. También criticó a la oposición por retirarse del recinto “después de llenarse la boca, y ahora nos ven de rodillas frente a la televisión”.
–¿Siempre es tan visceral?
–Cuando me tocó hablar estaba segura de lo que iba a decir, necesitaba decirlo. Enseguida logré un silencio absoluto, sentí que mis palabras llegaban a los diputados y que los presentes compartían el mensaje. Los aplausos y elogios me retroalimentaron e hicieron que continúe con más fuerza. Después vinieron los halagos en Facebook, en el e-mail y en mi página. Me involucré con el proyecto desde que comenzamos a imaginarlo: absorbí muchísima información, asistí a las audiencias públicas, me reuní individualmente con empresarios, empleados y sindicatos y terminé convencida de que la ley estaba pulida, que debía salir o salir. Es una ley que rompe con las estructuras de poder más importantes que existen en la democracia argentina, no sólo por el poder que tienen en sí los medios de comunicación sino porque son un factor de presión en los demás actores de poder.
–¿Por qué fue tan dura con la oposición?
–Desde el primer día la oposición fue destructiva, mostró un discurso vacío, incontrastable con la realidad e incoherente con ellos mismos: fue absurdo que el radicalismo no acompañe el debate, que el ARI y la Coalición Cívica, que dicen ser la encarnación del progresismo, hayan tenido una posición reaccionaria y que el peronismo disidente tenga una actitud tan violenta y agresiva. Es gente que enarbola la bandera de la democracia y luego, al no presentarse a la votación, le falta el respeto a la gente.
–¿Qué espera del tratamiento en el Senado?
–Debería sancionarla tal cual como nosotros la aprobamos porque si bien las dos cámaras son totalmente independientes, para avanzar y no ser tan burocráticos podríamos ponernos de acuerdo. La ley necesita una implementación urgente y me parece que la hora de la discusión y del debate ya pasó.
–Luego de la votación, el diario Clarín planteó como sospecha que su discurso pudo haber respondido a una revancha contra la televisión, que en el 2002 denunció a su padre, el ex diputado Julio Moisés, por actos violentos.
–El Grupo Clarín está acostumbrado a enroscar las posiciones de los legisladores, con lo cual no me sorprende que lo que escribieron. Me imaginé que en algún momento alguien se podía agarrar de eso. Mi discurso fue por convicción. Nunca me opuse a que publicaran algo de mi persona y de mi familia: no les debo nada a los medios. A mi padre lo acusaron de una situación personal, individual y privada que tuvo con mi hermano y mis primos en el ’97. También se dijo que el senador Gerardo Morales le habría pagado a Puntodoc para que realizara esa denuncia.
–Pero la denuncia era cierta...
–Es verdad que les dio una paliza, porque los chicos venían robando desde hacía rato. Él se cansó, los subió a una camioneta y los golpeó. Pero eso pasó hace once años y Puntodoc revolvió el tema en abril de 2002.
–De todos modos fue un hecho grave. ¿Le quedó resentimiento por el modo en que la televisión cubrió el episodio?
–Lo que hizo mi padre no fue para tanto: él jamás nos tocó un pelo, salvo en esa situación. El episodio nunca se tapó, pero el informe de Puntodoc fue armado cinco años después con una intencionalidad. Llamaron a mi padre “diputado torturador” y eso a nosotros nos afectó muchísimo, porque la gente lo relacionó con que él había sido torturador. Y fue mi viejo el que estuvo preso y fue torturado por los militares. Como él era diputado nacional, le pidieron el desafuero, pero los diputados del bloque lo bancaron porque era una denuncia por un hecho privado y atemporal. Aprendí mucho de esa situación, me sirvió para ver la hipocresía y el cinismo que hay en algunos medios. Pero no estoy enojada. Convivo y necesito a los medios porque son la herramienta de trabajo que nos permite estar en contacto con la gente.
–¿Por qué le da tanta relevancia a esta ley?
–Porque mejora la calidad de la información y permite que haya más transparencia. En un sistema democrático, es un disparate que un solo grupo maneje el 73 por ciento de las licencias de televisión. Dicen que el Gobierno es autoritario por imponer esta ley, pero es mucho más autoritario que un grupo económico maneje tantos medios. Fíjese que hoy se ven propagandas que dicen “Este canal va a desaparecer”, se hace terrorismo con información falsa porque esta ley cubre vacíos legales y los obligará a adecuarse a una reglamentación que abre la competencia.
–¿Consulta las decisiones políticas con su padre?
–Políticamente trabajo con él, aunque lógicamente tenemos nuestras diferencias, por cuestiones generacionales. Él me inculcó que no le tengo que tener miedo a nadie, y que debo ser frontal y decir lo que pienso. Con respecto a la Ley de Medios compartó mi postura. Por eso, cuando terminé de hablar lo llamé para agradecerle sus enseñanzas y dedicarle el discurso.
A ver si los dirigentes y legisladores de la oposición, si los periodistas de los grandes medios, los escribas cipayos de tiempo completo, los repetidores a sueldo y miedo, alguna vez, empiezan a pensar y articular un discurso, un razonamiento propositivo, una reflexión seria, un par de oraciones coherentes que denoten otra oración más compleja que adquiera carácter de idea superadora y así connoten algo de respeto hacia nuestra inteligencia y no las paparruchadas que repiten y repiten desde hace tanto tiempo. ¿NO tienen Vergüenza? ¿No se miran al espejo por la mañana? ¿En qué piensan, qué sienten cuando tienen enfrente a tan viles mamarrachos?
Daniel Mancuso
3 comentarios:
bravo carolina!
que claridad de pensamiento... pudo decirlo porque no le tiene miedo a los medios, no tiene nada que ocultar... y hay pocos así... por eso muchos políticos no hablan... seguí siempre limpia, no negocies con el estado ni con los poderosos empresarios... es la única manera de poder hablar como lo hiciste... gracias... todavía se puede
necesitamos muchas, muchos como ella,
abrazo
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