Las noticias que leen millones de personas en los diarios son controladas por pocas personas. Tal vez, 2 o tres jefes decidan qué sale en Clarín y qué no. Lo mismo en La Nación, y en los noticieros de televisión. Ayer, decidieron que la muerte y la inseguridad eran noticia y así, repitieron hasta el hartazgo que todos éramos presas fáciles de los delincuentes menores de edad. Hace rato titulan que vivimos en una tiranía kirchnerista. Antes, contaban que el campo se muere por la desidia oficial. Cada tanto, van saltado de un tema a otro, cuando se gasta éste, pasan a aquel, y así sucesivamente.
Los medios generan opinión, construyen diariamente el sentido común, ese que millones de personas comparten en una convivencia plagada de falacias y falta de pensamiento crítico. Los ilusos habitantes de la sociedad mediatizada ignoran la manipulación de la que son partícipes involuntarios. No se preguntan por qué las noticias son orientadas hacía las conveniencias corporativas. El caso de la soja y la defensa de los intereses agroexportadores es un ejemplo palpable desde hace más de un año. La defensa de Techint como empresa nacional (faltando a la verdad de que es una multinacional con sede en Luxemburgo) para criticar al gobierno, es otro ejemplo claro. Los extertores histéricos quejándose por supuestas interferencias y contra la falta de libertad de expresión es sólo una muestra de la preocupación empresarial por la futura ley de Medios que se aproxima.
Cuando el ex presidente Nestor Kirchner acusó a la Justicia de no estar a la altura de las circunstancias, refiriéndose a la lentitud en las causas contra los genocidas de la dictadura (pero por extensión a todos los juicios), los medios mostraron el tema como un show donde ambos contrincantes le echaban la culpa al otro. Y si se podía enchastrar al ex mandatario mucho mejor.
Ahora, se descubrió que 3 curtiembres sobreseídas en una pesquisa por afectación al ambiente continúan volcando residuos contaminantes al Riachuelo. Lo detectó la Justicia, en el marco de una investigación por posible pago de coimas. Las nuevas pericias ordenadas por el Juzgado Federal de Quilmes, a cargo del magistrado Luis Armella, determinaron que 3 industrias del sur del conurbano bonaerense continúan arrojando a esa cuenca hídrica desperdicios de cromo en una cantidad 10 veces superior a lo consignado.
El juez Armella es el encargado de controlar que se cumpla el "Fallo Mendoza" de la Corte Suprema de Justicia, que ordenó a los Estados nacional, bonaerense y porteño sanear la cuenca Matanza-Riachuelo. En este marco, investiga una causa penal abierta por la denuncia de un empresario, que aseguró que un fiscal federal le recomendó asesorarse con dos abogados de su confianza para "limpiarle" un proceso judicial en su contra por irregularidades en el tratamiento de residuos.
El denunciante explicó que, tras comunicarse telefónicamente con el estudio, los letrados le solicitaron 250.000 dólares para archivar la causa, previa advertencia de que tanto él como sus dos hermanos "podrían ir presos". El fiscal fue apartado de la causa y junto con los abogados está siendo sometido a investigación, aunque gozan de una exención de prisión concedida por el juez Armella. En junio de 2006 la Corte Suprema intimó a los gobiernos nacional, bonaerense y porteño a presentar un plan de saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo, y le ordenó a 44 grandes empresas instaladas en la zona entregar estudios de impacto ambiental. Entre las compañías citadas por el máximo tribunal por arrojar sus desechos al río figuran petroleras, empresas alimenticias, petroquímicas y curtiembres.
Sin dudas, la batalla del gobierno nacional contra los intereses concentrados es dura y desigual. Sólo en el Ejecutivo tiene plena capacidad de acción. Tanto en el poder Legislativo como en el Judicial, se encuentra con escollos cada vez más claramente obstruccionistas (como dice Nestor: la oposición es una maquina de impedir). Sumado a esto, se encuentran la corporación agropecuaria (Mesa de Enlace) y la industrial (UIA). Y por supuesto el cuarto poder hace su juego: atacar a quienes ponen en peligro sus privilegios económicos.
Los medios de difusión callan innumerables hechos de corrupción. Hacen la vista gorda frente a la barbarie y la injusticia más flagrante. Muchas de las empresas contaminadoras del medio ambiente son avisadoras en los grandes medios, Gastan millones en pautas publicitarias y no sería conveniente estar en contra de quien les da de comer.
La justicia verdadera no sólo está ausente en los tribunales, también dejó hace rato la tapa de los diarios, los negocios de los empresarios especuladores, y la cabeza de una parte de la sociedad macrófaga y tilinga que se caga en la solidaridad social. Este cóctel reaccionario es el que pulula en estos días por acá...
Daniel Mancuso
No hay comentarios:
Publicar un comentario