lunes, 25 de mayo de 2009

VIVA LA PATRIA


























Algunos se sienten más argentinos que otros, un escalón más arriba. Como el patrón desde su oficina, en el primer piso, imaginan el crecimiento de su empresa con las manos en los bolsillos, nuevas ganancias, mientras miran el rebaño ordenado y laborando. Viajan y consumen, compran y disfrutan los tiempos globalizados, aunque la tristeza los rodee. Todos los días, levantan muros de ladrillos y de palabras. Son los mentores de la seguridad y del voto calificado. Son los que siempre se vistieron de celeste y blanco para golpear las instituciones y la república. Los militares asesinos de todas las épocas, los golpistas, los caceroleros, los destituyentes autoconvocados, los agrogarcas, los miserables repetidores del discurso opositor, los empleados que vendieron la conciencia, los pusilánimes, los forros opinadores de foros, todos ellos agitan banderas y cantan el himno nacional. Pero no quieren una Argentina para todos.

Los simbolos son máquinas transformadoras de energía. No debemos regalarles los símbolos. La bandera y la escarapela y los colores también son nuestros. El himno y el gaucho y el mate nos pertenecen. Pero lo más importante es que tenemos razón. La razón de lo colectivo sobre lo individual, de lo solidario sobre lo mezquino.

"Hasta que un día el paisano acabe con este infierno y haciendo suyo el gobierno con solo esta ley se rija: O es Pa' Todos la Cobija o es Pa' Todos el Invierno."

La Argentina es la casa de 40 millones de nosotros. Mientras un chico argentino tenga hambre, No podremos sentirnos felices ni realizados. Mientras la riqueza siga concentrada en pocas manos, el 25 de mayo será una fiesta incompleta. El recuerdo de que algo está faltando.

"...Los argentinos apenas si tendremos para pagarnos la comida de todos los días. Y cuando las industrias se liquiden y comience la desocupación, entonces habrá muchos que no tendrán ni para pagarse esa comida. Será el momento de la crisis deliberada y conscientemente provocada (...) No habrá entonces más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro porvenir. Llegará entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota mercante o las usinas".

Arturo Jauretche


1 comentario:

John Sunday dijo...

Muy bueno amigo. Necesitamos unos cuantos años más de historia para eliminar a los vendepatrias.

salud.

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