domingo, 3 de octubre de 2010

Los dueños del mundo


CHURCHILL, ROOSVELT Y STALIN


Como hace más de 60 años, los Estados unidos intentan salir bien parados de la crisis del capitalismo mundial y quieren que los platos rotos los paguen los demás. No sólo se impuso a lo largo del planeta con la fuerza de las armas y la sangre de los pueblos bombardeados, invadidos, empobrecidos; Estados Unidos ha sabido también imponer su moneda y su economía sobre los intereses más elementales de nuestras naciones, nuestras industrias y nuestros pueblos. Los británicos en particular y los europeos en general, han sido cómplices en todos los saqueos perpetrados por "el dios mercado" dejando un tendal de muertos de hambre o de balas en nuestros países durante todo el siglo XX y éste que recién empieza.


Después de la II Guerra mundial

Los Estados Unidos (EE.UU.) surgieron de la Segunda Guerra Mundial como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. Los EE.UU. no habían sufrido las destrucciones de la Segunda Guerra Mundial, tenían una industria manufacturera poderosa y se enriquecieron vendiendo armas y prestando dinero a los otros combatientes; la producción industrial de los EE.UU. en 1945 fue más del doble de la producción anual de los años entre 1935 y 1939.


Franklin D. Roosevelt

EE.UU. al ser la mayor potencia mundial y una de las pocas naciones poco afectadas por la guerra estaban en posición de ganar más que cualquier otro país con la liberación del comercio mundial. Los EE.UU. tendrían con esto un mercado mundial para sus exportaciones, y tendrían acceso sin restricciones a materias primas vitales. No hay que olvidar que a pesar de tener más oro, capacidad productora y poder militar que el resto de las naciones juntas, el capitalismo de EE.UU. no podía sobrevivir sin mercados y aliados. William Clayton, el Secretario de Estado para asuntos económicos fue una de las distintas personalidades influyentes en EE.UU. en darse cuenta de este punto: "Precisamos de grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender".




Había previsiones de que la vuelta de la paz traería una depresión como la de los años 30 debido a la vuelta de los soldados al mercado de trabajo y el fin de la producción bélica así que el presidente Franklin D. Roosevelt vio en la creación de un orden posguerra una manera de garantizar la prosperidad de EE.UU.


La carta del Atlántico

Durante la guerra, los Estados Unidos pergeñaron un orden económico mundial para la posguerra para que los EE.UU. penetraran en mercados que estuviesen cerrados, así como abrir nuevas oportunidades a las inversiones estadounidenses en el extranjero, eliminando las restricciones de flujo de capital internacional. La jugada maestra desplegada por EE.UU. en la cual quedó claro que necesitaban “grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender” y garantizar su acceso a los recursos naturales. Así fue que Estados unidos pudo ordenar parte del mundo a su antojo.

La Carta del Atlántico, esbozada en Agosto de 1941 durante el encuentro del presidente Roosevelt con el primer ministro británico Winston Churchill en un navio en el Atlántico norte, fue el antecedente directo de la Conferencia de Bretton Woods. Roosevelt lanzó una serie de objetivos ambiciosos para el mundo de posguerra incluso antes que los EE.UU. entrasen en la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de evitar el descalabro económico producido en la época de entreguerras. La carta del Atlántico afirmó el derecho de todas las naciones al igual acceso al comercio y a las materias primas, apeló también a la libertad de los mares (un objetivo principal de la política exterior estadounidense desde que Francia y el Reino Unido amenazaran a navíos estadounidenses en los años 1790), el desarme de los agresores y el "establecimiento de un amplio y permanente sistema de seguridad general."

Cuando la guerra se aproximaba al final, la Conferencia de Bretton Woods fue la culminación de dos años y medio de planes para la reconstrucción de posguerra por parte de los Tesoros de los EE.UU. y el Reino Unido.


Los Acuerdos de Bretton Woods


Desde el 1 al 22 de julio de 1944, Se realizaron "Los Acuerdos de Bretton Woods". Son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, (Nueva Hampshire), donde se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. Allí, se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y el uso del dólar como moneda internacional.

En la Conferencia había 44 naciones. La mayoría de las naciones del Tercer Mundo aún eran colonias europeas por lo que no tuvieron representación propia. La mayoría de sus representantes eran de América Latina, y sus regímenes eran, por lo general, permeables a la influencia y el control de Washington. India todavía no había alcanzado la independencia y viajó a Bretton Woods como parte de la delegación británica. Los países del bloque comunista, conducido por la Unión Soviética, participaron de la Conferencia, pero no ratificaron los acuerdos. China participó de la Conferencia, pero se retiró luego de triunfar la revolución comunista en 1949. Alemania, Japón e Italia estaban a punto de ser derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Las naciones de Europa occidental aún eran campo de batalla de la guerra y estaban desangradas.

Estados Unidos (EE.UU.) que producía la mitad del carbón mundial, 2/3 del petroleo, más de la mitad de la electricidad e inmensas cantidades de barcos, coches, armamento, maquinaria, etc, tuvo el control sobre las decisiones finales de la Conferencia, al punto que terminó imponiendo su diseño, derrotando la propuesta inglesa diseñada por John Maynard Keynes.

El principal objetivo del sistema de Bretton Woods fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar. Para ello se adoptó un patrón oro-divisas, en el que EE.UU. debía mantener el precio del oro en 35,00 dólares por onza y se le concedió la facultad de cambiar dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones. Al mantenerse fijo el precio de una moneda (el dólar), los demás países deberían fijar el precio de sus monedas con relación a aquella, y de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1%.

A partir de Bretton Woods, cuando los países tienen déficits en sus balanza de pagos, deben financiarlos a través de las reservas internacionales o mediante el otorgamiento de préstamos que concede el Fondo Monetario Internacional. Para eso fue creado. Para tener acceso a esos préstamos los países deben acordar sus políticas económicas con el FMI.




Sir Wiston Churchill

Las mentiras de la historia las escriben los vencedores. Asi una figura nefasta, racista , fascista como Winston Churchill aparece como modelo de justicia cuando fue todo lo contrario. La Historia perdonó a Churchill, ¿por qué no a Blair y a Bush? El 17 de julio de 2003, el Primer Ministro del Reino Unido, Tony Blair, pronunció un discurso ante una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos. El tema de las armas de destrucción masiva estaba, por supuesto, en primer plano. "Si nos hemos equivocado, habremos destruido una amenaza que fue, como mínimo, responsable de sufrimientos y carnicerías inhumanos", dijo Blair. "Estoy seguro de que la Historia nos perdonará".

La confianza de Blair está bien justificada: la Historia ha sido pródiga en perdones hacia los dirigentes de su país. ¿Cómo explicar, si no, que la revista U.S. News and World Report haya llamado a Winston Churchill "El último héroe" en un artículo de portada del año 2000? Dicho artículo nos informaba de que Churchill creía en la "libertad, el imperio de la ley, y los derechos de la persona". Como el mismo Sir Winston declaró: "la Historia se portará bien conmigo, porque pienso estar entre los que la escriben."

Y precisamente por eso, somos tan pocos los que hemos hablado alguna vez de Churchill como criminal de guerra o como racista. En 1910, en su calidad de Ministro del Interior, presentó una propuesta para esterilizar a aproximadamente 100.000 "degenerados mentales" y enviar a otros varios miles de personas a campos de concentración estatales. El objetivo de este proyecto era salvar a la raza británica de la inevitable decadencia en que se sumiría al permitir la reproducción de sus especímenes más ruines. La Historia ha perdonado a Churchill por su papel en la invasión aliada de la Unión Soviética en 1917. Ministro de Guerra y del Aire en esa época, Churchill describió aquella misión como un intento de "estrangular en su nacimiento" al estado bolchevique. En 1929 escribió: "¿Estaban los Aliados en guerra contra Rusia? Por supuesto que no. Pero le disparaban a los rusos soviéticos nada más verlos. Penetraron como invasores en suelo ruso. Proporcionaron armas a los enemigos del gobierno soviético. Bloquearon sus puertos y hundieron sus barcos de guerra. Desearon su caída y conspiraron concienzudamente para tratar de conseguirla." Dos años más tarde, Churchill era secretario de estado del gabinete de guerra cuando la Royal Air Force le pidió permiso para utilizar armas químicas contra "árabes recalcitrantes", a modo de experimento. Churchill dio su autorización sin tardanza (sí, como gaseador de kurdos, Churchill se adelantó a Sadam Hussein en más de 70 años). "Estoy enfáticamente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas", declaró. Y defendió de nuevo esta misma doctrina en julio de 1944, cuando propuso a sus jefes de estado mayor que utilizaran gas venenoso "o cualquier otro método de guerra del que nos hayamos abstenido hasta ahora" contra los alemanes. A diferencia de lo que ocurrió en 1919, su propuesta fue rechazada... aunque indudablemente la historia lo habría absuelto de todos modos.

En un lenguaje adoptado después por los israelíes, Winston Churchill dijo lo siguiente acerca de los palestinos en 1937: "Yo no creo que un perro en un comedero adquiera derechos sobre el comedero, aunque haya estado tumbado allí mucho tiempo. Yo no reconozco ese derecho. No reconozco, por ejemplo, que se haya cometido una gran injusticia contra los indios de América o los aborígenes de Australia. Niego que se haya cometido una injusticia contra estos pueblos sólo porque una raza más fuerte, una raza de categoría superior -una raza más mundana, para decirlo de otra forma- haya venido a quitarlos de su sitio." Cuando no estaba ocupado conspirando contra los bolcheviques, gaseando a los incivilizados o comparando a los palestinos con perros, Churchill encontraba tiempo para escribir cartas a su alma gemela, Benito Mussolini.

En enero de 1927, Sir Winston le confesaba al Duce, "si yo fuera italiano, estoy seguro de que lo habría apoyado a usted desde el principio hasta el final en su lucha victoriosa contra los apetitos y pasiones bestiales del leninismo". Incluso después de iniciada la segunda guerra mundial, Churchill reservaba un lugar en su corazón para el dictador italiano. En 1940 dijo ante el Parlamento: "No me cabe duda de que es un gran hombre, pero se convirtió en un criminal cuando atacó a Inglaterra." Independientemente de la criminalidad de Mussolini, Churchill tomó nota de las tácticas del Eje y señaló con indiferencia que "todo el mundo" bombardea civiles. "Es simplemente una cuestión de moda" -explicó- "como los vestidos, que a veces se llevan cortos y a veces largos." Churchill debía de ser un esclavo de la moda, ya que no tardó en ordenar el bombardeo incendiario sobre Hamburgo, en julio de 1943, durante el cual mató a un mínimo de 48.000 civiles. Luego reclutó a varios científicos británicos para que preparasen "un nuevo clima" en otra ciudad alemana más grande, Dresden. En sus memorias de la guerra, Winston Churchill se absolvió a sí mismo de las innumerables víctimas civiles que había causado en la matanza de Dresden. "En el último mes realizamos un fuerte bombardeo sobre Dresden"-escribió eufemísticamente- "que entonces era el centro de comunicaciones del frente oriental alemán". Seguramente los nazis escondían allí armas de destrucción masiva. (1)




El 4 de febrero de 1945, Winston Churchil, Franklin D. Roosevelt y Stalin se citaron en "Yalta" para terminar la partida de T.E.G. abierta en Bretton Woodsd tras la II Guerra Mundial. Así fue que se ubicaron cómodos frente a una mesa con el tablero y esa noche se dedicaron a decidir de qué color serían las fichitas que le iban a tocar a cada país, acordaron las reglas, crearon instituciones, se mostraron los dados...

Entre el 17 de julio y el 02 de agosto de 1945 se llevó a cabo en el Palacio de Ceciclienhof, localidad de Potsdam, a pocos kilómetros de Berlín, la denominada “Conferencia de Potsdam”. Participaron el Presidente Truman por Estados Unidos (ya que Roosevelt había fallecido el 12 de abril de ese mismo año), Churchill, acompañado por la máxima autoridad del Partido Laborista, Clement Attlee, que poco tiempo después se transformaría en el Primer Ministro tras el triunfo adquirido en la Cámara de los Comunes y Stalin en representación de la Unión Soviética.

En esta última conferencia antes de que se iniciara la Guerra Fría, el tono y la intención de los países intervinientes había cambiado. Abandonada Postdam, Estados Unidos lanzó las bombas en Japón (Hiroshima y Nagasaki) al final de una guerra que ya estaba ganada. Hacia 1946 , la URSS no renunciaría a sus objetivos expansionistas y Churchill, desde el College de Fulton declaraba que había caído sobre el continente un “telón de acero”.


Y comenzaron el juego de la Guerra Fría que marcaría los siguientes 50 años...




Perón y el Fondo Monetario Internacional

"En casi todos los países adheridos al famoso Fondo Monetario internacional se sufren las consecuencias y se comienzan a escuchar las lamentaciones”

«Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, la primera visita que recibí fue la del presidente del Fondo Monetario Internacional que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, enseguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo del gobierno para investigar a este ”monstruo tan peligroso”, nacido según tengo memoria en los sospechosos acuerdos de Breton Woods.

»El resultado de este informe fue claro y preciso: en síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo. Yo, que tengo la ventaja de no ser economista, puedo explicarlo de manera que se entienda.

»La política de las “áreas monetarias”, después del abandono del patrón oro, ha sido fructífera en acontecimientos donde siempre el negocio ha estado de por medio. Mediante diversas maneras de deformar la realidad, se ha conformado ya una larga historia a través del “área esterlina” como el “ área dólar” y, aunque el pretexto fuera dar respaldo indirecto a las monedas de los países pobres de reservas de oro, en realidad de verdad, verdad, todo ha sido una nueva forma de especular con la buena fe de los demás.

»Hasta después de la Primera Guerra Mundial existió el “área esterlina”, que cobijó a numerosas monedas merced al oro de Inglaterra, que la guerra fue llevando paulatinamente hacia Fort Knox, hasta el extremo de que Gran Bretaña se vio en un grave problema para sostener su área monetaria. Lo intentó hacer fundando el Banco Central de Inglaterra y declarando a renglón seguido que, si antes el área esterlina estaba garantizada por el oro de Inglaterra, ahora lo estaba por el imperio inglés.

»Pero resulta que Estados Unidos en el interín había acumulado casi el 80% del oro del mundo y dicta su famosa Ley Fiduciaria que establecía que quien presente un dólar en el Banco de la Reserva Federal recibiría su equivalente en oro. Esta promesa, aunque jamás se cumplió, tuvo la suficiente atracción natural como para forzar hacia el nacimiento del “área dólar”. Es así como, desde ese momento, el dólar pasa a ser la moneda de cambio en el mundo occidental, en tanto la esterlina deja de serlo.

»Desde entonces, así como antes todas las semanas, desde la Torre de Londres, los ingleses anunciaban el valor oficial del oro, frente al pueblo y de viva voz, Wall Street se encargó de reemplazarlos en silencio y desde sus oficinas de la quinta Avenida, fijando el valor de la Onza Troy por el dólar americano sobrevalorado, con un precio político que, no obedeciendo a la ley de oferta y la demanda en el mercado áureo-internacional, les permitiera cobrar un Royalty en todas las operaciones en que interviniera esta moneda de cambio.

»Poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de gran parte de la reserva oro de los Estados Unidos amenazaban gravemente la existencia del “área dólar”, gravedad que sigue aumentando con los gastos de posguerra, con lo que USA se colocaba en situación parecida a la de Inglaterra después de la guerra anterior, si alguna Nación conseguía la formación de esa reserva. En consecuencia era preciso crear el instrumento necesario para consolidar el ”área dólar”. El Fondo Monetario internacional fue la solución. En él, participarían la mayoría de los países occidentales, comprometidos mediante una larga contribución al fondo, desde donde se manejarían todas sus monedas, se fijaría no solo la política monetaria, sino también los factores que directa o indirectamente estuvieran ligados a la economía de los asociados. La realidad después se encargó de ir mucho más allá, como podemos ver ahora, cuando llega la hora de los lamentos.

»He aquí alguna de las razones, aparte de muchas otras, por las cuales el Gobierno Justicialista de la República Argentina no se adhirió al fondo Monetario Internacional. Para nosotros, el valor de nuestra moneda lo fijábamos en el país, como también, nosotros establecíamos los cambios de acuerdo con nuestras necesidades y conveniencias. Para el intercambio internacional recurrimos al trueque y así nuestra moneda real fueron nuestras mercaderías. Ante el falseo permanente de la realidad monetaria internacional y las maniobras de todo tipo a que se prestaba el insidioso sistema creado, no había más recurso que hacerlo así o dejarse robar impunemente.

»Ha pasado el tiempo, y en casi todos los países adheridos al famoso Fondo monetario Internacional se sufren las consecuencias y se comienzan a escuchar las lamentaciones. Este fondo, creado según decían para estabilizar y consolidar las monedas del ”Mundo libre”, no ha hecho sino envilecerlas en la mayor medida.

»Mientras tanto, los Estados Unidos se encargaban, a través de sus empresas y capitales, de apropiarse de las fuentes de riqueza en todos los países donde los tontos o los cipayos le daban lugar, merced a su dólar ficticiamente valorizado con referencia a las envilecidas monedas de los demás. » (2)

Declaraciones del Tte gral. Juan Domingo Perón
sobre el Fondo Monetario Internacional (1967)



Consenso de Washington

En noviembre de 1989, John Williamson presentó un documento llamado "What Washington Means by Policy Reform" ("Lo que Washington quiere decir por una reforma de las políticas") elaborado como documento de trabajo para una conferencia organizada por el Institute for International Economics. Williamson propone una lista de diez políticas que eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington y lo tituló el Consenso de Washington. Originalmente ese paquete de medidas económicas estaba pensado para los países latinoamericanos, pero con los años se convirtió en un programa general:

1. Disciplina fiscal
2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público
3. Reforma Impositiva
4. Liberalización de las tasas de interés
5. Una tasa de cambio competitiva
6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization)
7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas
8. Privatización
9. Desregulación
10. Derechos de propiedad

Cuando Williamson dice "Washington", se refiere al complejo político-económico-intelectual que tienen sede en Washington: los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial), el Congreso de los EE.UU., la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y los institutos de expertos (think tanks) económicos.

Esa breve lista tomó autonomía y se constituyó en la base de lo que luego se denominará neoliberalismo. Con posterioridad la "lista" inicial fue completada, ampliada, explicada, y corregida.

El Consenso de Washington ha recibido gran cantidad de críticas. Entre las más importantes, están las que formulara Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía 2001 y ex vicepresidente del Banco Mundial). Noam Chomsky y Naomi Klein, acuerdan en que el Consenso de Washington es un medio para abrir el mercado laboral de las economías del mundo subdesarrollado a la explotación de compañías del primer mundo. En Argentina, las políticas de Domingo Felipe Cavallo y Carlos Menem, entre otros, muestran a las claras el daño que esas políticas hicieron a nuestra economía y a toda la población.

Los países del primer mundo imponen las políticas neoliberales del Consenso de Washington sobre los países de economías débiles mediante una serie de organizaciones burocráticas supraestatales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional además de ejercer presión política y extorsión sobre los gobiernos. El Consenso de Washington no solo no ha producido ninguna expansión económica en Latinoamérica, sino que ha conducido a las naciones latinoamericanas a la destrucción del aparato productivo, recurrentes crisis económicas severas y la acumulación de deuda externa que mantiene a estos países anclados al mundo subdesarrollado, es decir, condena a los pueblos de América latina a la pobreza y el hambre.



¿Qué es el consenso de Washington?

El Consenso de Washington es la aplicación de los diez instrumentos de política económica neoliberal para llevar adelante el objetivo de un sistema capitalista mundial basado en la libertad del mercado para operar, donde predominan los más «aptos» en una especie de «darwinismo social», donde la vida social se concibe gobernada por las leyes de la competencia y del conflicto, llevando a una selección natural de la supervivencia del más apto y a la eliminación del más débil.

A continuación, una revisión breve de los principales instrumentos.

(1) Disciplina fiscal: No más déficit fiscal. Presupuestos balanceados. Grandes y sostenidos déficits fiscales constituyen la fuente primaria de los trastornos macroeconómicos que se manifiestan como procesos inflacionarios, déficit de balanza de pagos y fuga de capitales. Un déficit de presupuesto operacional que sobrepase un 1% a 2% del PIB se considera prueba fehaciente de una falla en la política aplicada, a menos que este exceso se haya utilizado en inversiones de infraestructura productiva. El equilibrio fiscal nunca ha sido alcanzado (ni aún en los países desarrollados); está basado en la disminución del gasto público, fundamentalmente en los sectores sociales; ha causado un profundísimo y dramático deterioro en los sistemas de salud, educación, seguridad social, etcétera.

(2) La inflación como parámetro central de la economía. Para los impulsores del Consenso de Washington, las políticas de ajuste y reforma estructural tienen su origen en la crisis de la deuda. No es de extrañar que el control de la inflación sea un asunto prioritario para los organismos acreedores.

(3) Prioridades en el gasto público. La necesidad de cubrir el déficit fiscal presenta la disyuntiva entre aumentar los ingresos fiscales o reducir el gasto público. El consenso de Washington, influido por los economistas «reaganianos» («supply-siders»), optó por favorecer la reducción del gasto público. No se necesita mucha imaginación para deducir a quiénes favorece esta política y a quiénes no. Desde luego que los sectores más ricos de una sociedad resistirán una redistribución por la vía tributaria, prefieren la reducción del gasto público, aunque signifique el fin del estado de cierto bienestar social.

(4) Reforma Tributaria. El aumento del ingreso vía impuestos se considera una alternativa a la reducción del gasto público para paliar déficits fiscales. Existe un amplio consenso, entre los tecnócratas neoliberales, en el principio de que la base tributaria debe ser amplia, mientras que la tasa tributaria marginal debe ser moderada.

(5) Tasas de interés. Existen dos principios generales referentes a los niveles de las tasas de interés que concitan el apoyo mayoritario del Consenso de Washington. El primero es que las tasas de interés deben ser determinadas por el mercado. El segundo principio apunta a la necesidad de tasas de interés real positivas, para incentivar el ahorro, por un lado y desalentar la fuga de capitales, por el otro.

(6) Tipo de cambio. Como en el caso de las tasas de interés, la tendencia es inclinarse por tipos de cambio determinados por las fuerzas del mercado. Se considera que el tipo de cambio real debe ser lo suficientemente competitivo como para promover el crecimiento de las exportaciones a la tasa máxima que el potencial del lado de la oferta del país lo permita, al mismo tiempo que se mantenga un eventual déficit de cuenta corriente a un nivel sustentable.

(7) Política comercial. La liberalización de las importaciones constituye un elemento esencial en una política económica orientada hacia el sector externo (orientación hacia afuera). El acceso a bienes intermedios importados a precios competitivos se considera un aspecto importante en la promoción de las exportaciones, mientras que una política proteccionista en favor de la industria nacional y en contra de la competencia extranjera es vista como una distorsión costosa que en última instancia termina por penalizar el esfuerzo exportador y por empobrecer la economía local. La apertura económica trajo como consecuencia la irrupción indiscriminada de importaciones, en gran medida innecesarias o con precios subsidiados, que produjo la quiebra y el cierre de gran parte del aparato productivo y el incremento acelerado de la desocupación y la subocupación.

(8) Inversión Extranjera Directa (IED). La liberalización de los flujos financieros externos no es visto como de alta prioridad. No obstante, una actitud restrictiva que limite la entrada de la inversión extranjera directa (IED) es considerada una insensatez. La IED, además de aportar capital necesario para el desarrollo, provee capacitación y know-how para la producción de bienes y servicios tanto para el mercado interno como para la exportación.

(9) Privatizaciones. La lógica de las privatizaciones obedece a la creencia de que la industria privada se administra más eficientemente que la empresa estatal. En general, se considera que la privatización de empresas de propiedad estatal constituyen una fuente de ingresos de corto plazo para el Estado. En el largo plazo se argumenta, el Estado se libera de la responsabilidad de financiar ulteriores inversiones. La creencia en la eficiencia superior de la empresa privada ha sido un dogma de fe para el Consenso de Washington.

(10) Desregulación. Una forma de promover la competencia es mediante la desregulación. Este proceso fue iniciado en los Estados Unidos por la administración Carter, pero fue profundizado durante el mandato de Reagan. Se le ha juzgado, de manera general, como un proceso exitoso en esa nación y se ha partido de la base que también puede producir beneficios similares en otros países, especialmente en América Latina, donde se practicaban economías de mercado altamente reguladas, al menos en el papel. En un buen número de países de América Latina, las redes regulatorias son administradas por burócratas mal pagados. El potencial para la corrupción es, por lo tanto, alto. La actividad productiva puede ser regulada por la vía legislativa, por decreto gubernamental o por decisión tomando caso por caso. Esta última práctica es bastante difundida y perniciosa en Latinoamérica ya que crea incertidumbres y provee oportunidades para la corrupción. También suele ser discriminatoria en contra de los pequeños y medianos empresarios, los cuales, a pesar de que son importantes fuentes creadoras de empleo, raras veces tienen acceso a las esferas más altas de las burocracias. (3)




Las nuevas víctimas de la crisis de 2008


Mientras los estados de las grandes potencias mundiales siguen inyectando cifras astronómicas para sostener a bancos que paradójicamente se desvalorizan cada vez más, millones de personas comienzan a sufrir las consecuencias sociales de la actual situación financiera global. De acuerdo con un infome elaborado por Oxfam, una ONG de origen británico, “la vida y posesiones de 1.000 millones de las personas más pobres del mundo están bajo serio peligro, como consecuencia de la escalada en los precios de los alimentos y los efectos directos de la crisis financiera mundial”.

En su sitio en Internet, Oxfam se presenta como una organización dedicada a efectuar programas de desarrollo a largo plazo y sostiene que su objetivo es “poner fin a las reglas injustas de comercio, pedir mejores servicios sanitarios y educativos y combatir el cambio climático”. Duncam Green es uno de los responsables del informe denominado "Crisis Global de Alimentos"; y en declaraciones a la agencia de noticias mexicana Apro, aseguró que con mucho menos del dinero que los países desarrollados están destinando a la banca financiera podría solucionarse los problemas de hambruna y pobreza global. “Con los 700.00O millones de dólares con que el gobierno de Estados Unidos piensa salvar a Wall Street se podría erradicar la deuda acumulada de 49 de las naciones más pobres del mundo (que suman 375.600 millones de dólares) y quedaría dinero extra”. Green agregó que las suma destinada por la Reserva Federal para salvar a la banca estadounidense es equivalente "a siete años de la ayuda global, que fue de 104. 000 millones de dólares en 2007. Y suficiente para erradicar toda la pobreza mundial para los próximos dos años, ya que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarollo (Pnud) calcula que “llevaría 300.000 millones de dólares hacer que la población mundial salga de la linea de pobreza”.

Precisamente el informe de Oxfam denuncia que “mientras los paises ricos se afanan por afrontar las otras dos crisis globales agudas --el elevado precio del petróleo y la precaria situación del sector financiero-- la atención que dedican a la crisis de los precios de los alimentos es mucho menor”. Recuerda que en la última cumbre de la FAO, celebrada en Roma en junio de este año, se anunció la aportación de apenas 12.300 millones de dólares para promover la protección social, “algo que contrasta enormemente con la respuesta de la comunidad internacional a la actual crisis financiera, para la cual se han movilizado ingentes recursos financieros en cuestión de días”.

Otro dato interesante que aporta el trabajo de Oxfam es que de esta crisis global hay quienes están obteniendo réditos extraordinarios. Por ejemplo, Thailand's Charoen Pokphand Foods, uno de los principales grupos en Asia, prevé un aumento de sus ingresos de un 237 por ciento para este año, las ventas globales de Nestlé se incrementaron un 8,9 por ciento en la primera mitad de 2008, y Monsanto, la empresa de semillas más grande del mundo, reconoce haber aumentado sus ingresos en un 26 por ciento entre marzo y mayo de 2008.

Oxfam caracteriza la actual crisis como “una tormenta perfecta” que nace de “un número de causas complejas e interrelacionadas, como las políticas de biocombustibles, los altos precios de la gasolina, el aumento en la demanda y las reglas injustas en el comercio mundial”. Un cóctel motorizado por las grandes potencias y de cuyos efectos aún se ignora su alcance. (4)

Hoy como ayer, debemos pensarnos como nación soberana que busca su destino junto al resto de las naciones hermanas de Latinoamérica. Lejos de los planteos e intereses de la corporación neoliberal capitalista, encabezada por los Estados Unidos, los gobiernos de las naciones desarrolladas y sus empresas transnacionales. Hoy como ayer, aunque no se difunda por los medios de comunicación desestabilizadores, la consigna sigue siendo LIBERACIÓN o DEPENDENCIA.




NOTAS:

(1) Sir Wiston Churchill

(2) Perón y el Fondo Monetario Internacional

(3) Óscar René Vargas. Autor del libro: ¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y América Latina (2002)

(4) Miradas al Sur (26/10/2008)



VEA TAMBIÉN:
LA CRISIS MUNDIAL






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