La violencia se expande. Rizoma en cabezas colonizadas. Los brotes furiosos se ramifican en cualquier punto de las atribuladas subjetividades, se engrosan, se transforman ora en bulbo, ora en tubérculo. La violencia raíz, tallo, rama, vomita frutos de odio anquilosado.
«Es cotidiano que los fines de semana los adolescentes y adultos se peleen a la salida de boliches y en la calle. Las peleas llegan a un extremo que nunca hemos visto», afirmó la jueza María Laura Durante que interviene en el caso de Nayra Ayelén Cofreces, de 17 años, que murió tras ser salvajemente golpeada por compañeras de estudio y otras jóvenes el miércoles por la anoche a la salida de la Escuela Secundaria 5, de Junín.
¿De dónde sale tanto odio? ¿No da un poco de asco? Sí, claro, de lejos, pero no es igual cuando somos protagonistas, y ejercemos la violencia contra otro. Otro extraño, otro ajeno, otro cosificado. Hay miles de ejemplos: todo lo que esté del otro lado... del vidrio, de la reja, del volante, o apenas unos centímetros de aire más allá. Peligroso abismo a flor de piel.
¿Y por qué sucede? ¿Por qué tres (o mil) contra una? ¿Por qué puñetazos y patadas en la cabeza? ¿Será que en algún lugar se encuentra el permiso? ¿Hemos naturalizado la crueldad, nos ayudaron a hacerlo? ¿Dónde se bebe el desprecio, la degradación? ¿Los pibes y pibas nacen chorros, patoteros, asesinos? ¿Dónde están los adultos, los padres y madres, los docentes, los periodistas, los comunicadores que tienen el deber de acompañar la inserción social de los que crecen? ¿Por qué se estigmatiza a la juventud?
«Estos son los tipos que manejan gran parte de tus horas libres, de tus deseos, de tus ganas de consumir, de tus simpatías políticas, y lo que es peor de todo, de tu libertad. Estos son los medios, que en el fondo son descarnadamente esto que se ve: empresas, porcentajes, balances, vínculos, subterráneos de guita, ¿no? que algunos pasan por tu cabeza, otros no...»
La fuente de nuestra imaginación, nuestros deseos y temores en unas decenas de pulgadas a todo color.
Cuando mirábamos atónitos los gritos destemplados, las caras desfiguradas, las cacerolas maltratadas, los ojos inyectados, por cadena nacional destituyente, la mancha venenosa estaba desparramando sus efluvios.
Cuando se justifican los linchamientos, inventando el significante oxímoron: "Justicia por mano propia", la infección se come los leucocitos de nuestra moral democrática y la vida no vale nada.
Cuando con el auto queremos atropellar a todo lo que se ponga adelante y retrase nuestro avance, nos estamos suicidando.
Cuando en la cancha, la calle, la vida, odiamos al del equipo contrario al punto de masacrar una camiseta con una persona adentro, tenemos la sangre podrida.
Los muertos vivos no saben vivir en democracia, y no entienden razones. Tienen el alma agujereada, el sol pasa de largo, no los entibia, no los ilumina.
«Es cotidiano que los fines de semana los adolescentes y adultos se peleen a la salida de boliches y en la calle. Las peleas llegan a un extremo que nunca hemos visto», afirmó la jueza María Laura Durante que interviene en el caso de Nayra Ayelén Cofreces, de 17 años, que murió tras ser salvajemente golpeada por compañeras de estudio y otras jóvenes el miércoles por la anoche a la salida de la Escuela Secundaria 5, de Junín.
¿De dónde sale tanto odio? ¿No da un poco de asco? Sí, claro, de lejos, pero no es igual cuando somos protagonistas, y ejercemos la violencia contra otro. Otro extraño, otro ajeno, otro cosificado. Hay miles de ejemplos: todo lo que esté del otro lado... del vidrio, de la reja, del volante, o apenas unos centímetros de aire más allá. Peligroso abismo a flor de piel.
¿Y por qué sucede? ¿Por qué tres (o mil) contra una? ¿Por qué puñetazos y patadas en la cabeza? ¿Será que en algún lugar se encuentra el permiso? ¿Hemos naturalizado la crueldad, nos ayudaron a hacerlo? ¿Dónde se bebe el desprecio, la degradación? ¿Los pibes y pibas nacen chorros, patoteros, asesinos? ¿Dónde están los adultos, los padres y madres, los docentes, los periodistas, los comunicadores que tienen el deber de acompañar la inserción social de los que crecen? ¿Por qué se estigmatiza a la juventud?
«Estos son los tipos que manejan gran parte de tus horas libres, de tus deseos, de tus ganas de consumir, de tus simpatías políticas, y lo que es peor de todo, de tu libertad. Estos son los medios, que en el fondo son descarnadamente esto que se ve: empresas, porcentajes, balances, vínculos, subterráneos de guita, ¿no? que algunos pasan por tu cabeza, otros no...»
La fuente de nuestra imaginación, nuestros deseos y temores en unas decenas de pulgadas a todo color.
Cuando mirábamos atónitos los gritos destemplados, las caras desfiguradas, las cacerolas maltratadas, los ojos inyectados, por cadena nacional destituyente, la mancha venenosa estaba desparramando sus efluvios.
Cuando se justifican los linchamientos, inventando el significante oxímoron: "Justicia por mano propia", la infección se come los leucocitos de nuestra moral democrática y la vida no vale nada.
Cuando con el auto queremos atropellar a todo lo que se ponga adelante y retrase nuestro avance, nos estamos suicidando.
Cuando en la cancha, la calle, la vida, odiamos al del equipo contrario al punto de masacrar una camiseta con una persona adentro, tenemos la sangre podrida.
Los muertos vivos no saben vivir en democracia, y no entienden razones. Tienen el alma agujereada, el sol pasa de largo, no los entibia, no los ilumina.
Daniel
Mancuso
Mancuso
2 comentarios:
Brillante.
Tu primer párrafo es de una potencia sublime.
Cuidado con los miedos.
Cuidado con los medios.
Abrazo patagónico.
...
Viste que como "tópico que marca tendencia", ahora el rejunte arremete con que "estamos pior que en los 90 ó que en 2001", no?
Y en cierto sentido, tienen razón. Como sociedad, muchos de sus integrantes, quizá sin problemas económicos ni carencias destacables, se han ido odiologizando, retrogradando, esgrimiendo caros instrumentos de "comunicación" de última tecnología mientras se apartan de sus semejantes cada vez más. En algunos sitios que exiben videos muestran amorosas mascotas de toda clase, crías inocentes de animales que enternecen y hacen sonreir a montones de tipos y tipas que no dudarían un instante en reventarle la cabeza a otra persona, ya sea un negro, un chorro o una compañera de la escuela. Y, curiosamente, ninguna de estas manifestaciones de barbarie espantosa es calificada como "inseguridad", tal como ocurre con los miles de víctimas y las secuelas gravísimas de accidentes viales.
Y todas estas muestras de infrahumanidad ... VOTAN, deciden sobre el futuro de la patria ...
Saludos
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