Preguntas en medio de la tristeza que ensucia el aniversario...
¿Se pueden festejar los 30 años de la democracia, así, con tantos muertos? ¿Se puede ir a la Plaza de Mayo y sonreir?
¿Cómo soportar que De la Rua diga que "Es como si se repitiera el 2001"?
¿Quién se hará cargo de los muertos, quién será acusado, quién irá en cana?
¿Cuándo empezó todo esto? ¿Se hubiera podido evitar si no hubiésemos esperado que se incendiara CÓRDOBA, LA DROGTA para mandar a los bomberos?
¿Quién se hará cargo de esta policía amiga del narcotráfico, la prostitución, la trata de personas, el robo a mano armada, el contrabando, sin control político ni judicial?
¿Quién se hará cargo de esta policía amiga del gatillo fácil, la mano dura, la picana fácil, las muertes sospechosas, las fugas absurdas?
Además de la sublevación, el apriete, CERCA DE LA SEDICIÓN, la toma de rehenes en la que nos vimos involucrados, las respuestas esquivas y leguleyas, ¿No habrá nunca un oasis, un pensamiento atado a una emoción que no sea mezquino, que sea lo suficientemente amplio como para cobijarnos a casi todos?
POST SCRIPTUM
Por Mario Wainfeld
Tres décadas de recuperación de la democracia, como sistema político y sobre todo de convivencia, son una construcción colectiva que toda la sociedad argentina tiene el derecho de celebrar. La extorsión ilegal y violenta de distintas policías provinciales busca jaquear ese logro compartido: pone en vilo a la sociedad civil y muy especialmente a sus sectores más humildes. Los dos hechos coexistieron (que no convivieron) en una jornada tremenda que será recordada combinándolos en la historia y en la crónica. Hubo dirigentes opositores que propusieron levantar el acto en la Plaza de Mayo. Algunos de ellos se colocan, por reflejo condicionado, en la vereda de enfrente de todo lo que impulsa el oficialismo. Otros lo habrán planteado de buena fe, considerando la desazón y el dolor de quienes han perdido vidas, propiedad y la paz cotidiana, que son derechos de cada ciudadano.
Someterse al chantaje, piensa el cronista, hubiera sido conceder al miedo que se quiere imponer de prepo. Bajar los brazos y acallar música o cánticos, resignarse a una victoria ruin de los insurrectos.
La renuncia a la cotidianidad, su sujeción a los que quieren imponer el terror es, valga puntualizarlo, una de las características más insidiosas de las dictaduras. Remedarla es uno de los fines, a esta altura explícitos, de la revuelta policial.
Decenas de miles de argentinos prefirieron congregarse en la Plaza, amucharse como en tantas otras ocasiones para demostrar identidad y pertenencia, para hacer número y ser individuos al mismo tiempo...
¿Se pueden festejar los 30 años de la democracia, así, con tantos muertos? ¿Se puede ir a la Plaza de Mayo y sonreir?
¿Cómo soportar que De la Rua diga que "Es como si se repitiera el 2001"?
¿Quién se hará cargo de los muertos, quién será acusado, quién irá en cana?
¿Cuándo empezó todo esto? ¿Se hubiera podido evitar si no hubiésemos esperado que se incendiara CÓRDOBA, LA DROGTA para mandar a los bomberos?
¿Quién se hará cargo de esta policía amiga del narcotráfico, la prostitución, la trata de personas, el robo a mano armada, el contrabando, sin control político ni judicial?
¿Quién se hará cargo de esta policía amiga del gatillo fácil, la mano dura, la picana fácil, las muertes sospechosas, las fugas absurdas?
Además de la sublevación, el apriete, CERCA DE LA SEDICIÓN, la toma de rehenes en la que nos vimos involucrados, las respuestas esquivas y leguleyas, ¿No habrá nunca un oasis, un pensamiento atado a una emoción que no sea mezquino, que sea lo suficientemente amplio como para cobijarnos a casi todos?
POST SCRIPTUM
Por Mario Wainfeld
Tres décadas de recuperación de la democracia, como sistema político y sobre todo de convivencia, son una construcción colectiva que toda la sociedad argentina tiene el derecho de celebrar. La extorsión ilegal y violenta de distintas policías provinciales busca jaquear ese logro compartido: pone en vilo a la sociedad civil y muy especialmente a sus sectores más humildes. Los dos hechos coexistieron (que no convivieron) en una jornada tremenda que será recordada combinándolos en la historia y en la crónica. Hubo dirigentes opositores que propusieron levantar el acto en la Plaza de Mayo. Algunos de ellos se colocan, por reflejo condicionado, en la vereda de enfrente de todo lo que impulsa el oficialismo. Otros lo habrán planteado de buena fe, considerando la desazón y el dolor de quienes han perdido vidas, propiedad y la paz cotidiana, que son derechos de cada ciudadano.
Someterse al chantaje, piensa el cronista, hubiera sido conceder al miedo que se quiere imponer de prepo. Bajar los brazos y acallar música o cánticos, resignarse a una victoria ruin de los insurrectos.
La renuncia a la cotidianidad, su sujeción a los que quieren imponer el terror es, valga puntualizarlo, una de las características más insidiosas de las dictaduras. Remedarla es uno de los fines, a esta altura explícitos, de la revuelta policial.
Decenas de miles de argentinos prefirieron congregarse en la Plaza, amucharse como en tantas otras ocasiones para demostrar identidad y pertenencia, para hacer número y ser individuos al mismo tiempo...
8 comentarios:
Ayer te hubiese contestado que si, que nada ni nadie podia arruinarnos el festejo.
Hoy.....yo por lo menos no ire
no tiene comparación, este gobierno no ha reprimido nunca.
Le salió mal a Mancuso hacerse el profundo. Hay que ir por supuesto. Si para "sonreír" no tendría que haber muertos, hubiera sido un gesto desconocido para el homo sapiens.
cmfmaris te escondés en el anonimato y encima ignoras que en muchas provincias argentinas sigue habiendo saqueos, anda a festejar, andá...
Guille Fernández, desde Tucumán en llamas
Es precisamente en circunstancias como las actuales en que grupos de ladrones y delincuentes con la complicidad de malos policías "fabrican" climas de absurdo caos, que DEBEMOS MAS QUE NUNCA FESTEJAR NUESTRA DEMOCRACIA. Lo único que falta es que nos pongamos tristes para que los turros de siempre crean que se han salido con la suya.
Cristina anticipó hace varios meses que nos sorprenderíamos con lo que muchos eran capaces de hacer con tal de cascotear al gobierno y, de paso, al país.
De paso, de la época de mi infancia recuerdo al viejo personaje del actor Tomás Simari "Lisando Medina, el Agente de la Esquina" y me entristezco al comprobar cómo nuestro amigo de la cuadra se ha ido convirtiendo en nuestro enemigo armado.
Saludos
Yo voy a ir. Si los ratis hacen quilombo y nos sugieren por respeto a los muertos que no festejemos una mierda entonces ¿cuando la cosa se ponga mas pesada nos diran que nos quedemos en casita o vayamos a aguantar los trapos con lo que tengamos a mano? Yo soy peruca desde la cuna y no arrugo una mierda. El que quiera oir que oiga ....
Las preguntas de la nota nos interpelan a todos los que queremos la democracia, necesitamos encontrar las respuestas pronto.
José Luís
estuve por supuesto, hay que festejar la democracia que algunos detestan, es como dijo Cristina, todos los años buscan algo para que no festejemos, no es el gobierno el que mata como fué en 2001 para los que no recuerdan, pero siempre lo van a seguir intentando, como fué lo del Parque Indoamericano, Bariloche el año pasado, etc, vamos a seguir apoyando este Gobierno que no les quepa duda
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