No sólo de ideas de Carta Abierta vive el hombre.
Da gusto encontrarse con intelectuales opositores que tengan ideas profundas y las expresen dignamente, las fundamenten y nos dejen pensando. Además de hacer su crítica sin concesiones, proponen salidas con ideas superadoras. Per se, su mirada es alumbradora . Y es así como se avanza en busca de soluciones, se fortalece la democracia y se construye futuro. Alejandro Katz, es un ejemplo de pensador importante, que deja huella y propone movilizar las neuronas.
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En El progresismo reaccionario, Alejandro Katz opina...
«... El gobierno kirchnerista es, a diferencia del conservadurismo popular menemista de raíz thatcheriana que dirigió la Argentina en la década de 1990, un gobierno profundamente reaccionario: al agudizar la desigual distribución de la riqueza y empeorar la distribución del poder político, establece las condiciones para la permanencia de un régimen autocrático cada vez más corrupto, ineficiente y autoritario. Un régimen que intentó convencernos de que su política se inscribía en el ideario progresista, pero del cual es necesario recordar, parafraseando a Gore Vidal, que forma parte de una escena política en la que actúa un solo partido, un partido de derecha con dos alas: el peronismo conservador y el kirchnerismo reaccionario».
¡Qué pluma poderosa, qué prosa parecida a la de Jorge Fontevecchia!
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Sabemos que la mayor parte de las distopías describen sociedades malogradas como consecuencia de tendencias sociales, políticas y económicas que devienen en situaciones totalmente indeseables. Son obras críticas, satíricas, que intentan mostrar ciertas tendencias humanas autodestructivas extrapoladas en finales apocalípticos.
En Las distopías peronistas, en La Nación, Alejandro Katz nos entretiene...
«... La larga deriva del peronismo hacia su actual realidad de indefinición ideológica, ausencia de programa político e indiferencia contractual con sus votantes ha exigido de sus líderes que sostengan encendida la antorcha de las creencias que configuran esa identidad cuyo rostro es cada vez más difuso. El combustible de esa antorcha son los mitos y las mistificaciones: no la capacidad de convocar en torno de un programa, sino la necesidad de hacerlo en torno de hechos o figuras del pasado que susciten suficiente emoción y empatía para recrear la identidad del grupo y darle una cohesión que no encuentra en el presente ni puede proyectar hacia el futuro. Como siempre, iluminar es también oscurecer: mostrar algo es hacer que otra cosa no sea vista, que aquello que queda fuera del haz de luz permanezca oculto. El retrato de Eva Perón, exhibido en lo alto de la principal avenida de la ciudad de Buenos Aires, reproducido infinitamente detrás de cada discurso que emite el poder, no sólo quiere delimitar el espacio de la pertenencia; quiere también señalar que algunos son parte y otros son ajenos, y quiere también dejar en sombras lo que el poder no quiere que se vea. El simulacro, rasgo distintivo del Gobierno, es la contracara del disimulo. Parafraseando a Jean Baudrillard, es posible decir que la simulación consiste en fingir que se es lo que no se es, y el disimulo, en fingir que no se tiene lo que se tiene, o que no se intenta lo que se intenta. El Gobierno simula y disimula. Simula a través de la mistificación del pasado para conservar vivo un espacio de identidad colectiva. Disimula sus intenciones y su naturaleza. Su naturaleza es la de la indiferencia, no sólo respecto de aquella identidad, del viejo habitus peronista que invoca como su propio origen, sino también la de la incapacidad, la de la imposibilidad de atender con una mínima solvencia sus obligaciones y sus compromisos. Sus intenciones -es razonable que las disimule- no son otras que conservar el poder y aumentar su riqueza».
Qué pena que Katz no se dedicó a escribir distopías sobre la oposición, los jueces adictos, los periodistas lacayos y otros crápulas rastreros que sufren violencia coercitiva, económica y simbólica de parte de Magnetto & Co y el establishment vernáculo.
De todos modos, ¡Qué buen escritor de guiones para cine catástrofe! ¡Cuánto talento desperdiciado en estas pampas en vez de volcarlo en megaproducciones hollywoodenses!
De corazón, ¡Alejandro Katz go home!
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En El progresismo reaccionario, Alejandro Katz opina...
«... El gobierno kirchnerista es, a diferencia del conservadurismo popular menemista de raíz thatcheriana que dirigió la Argentina en la década de 1990, un gobierno profundamente reaccionario: al agudizar la desigual distribución de la riqueza y empeorar la distribución del poder político, establece las condiciones para la permanencia de un régimen autocrático cada vez más corrupto, ineficiente y autoritario. Un régimen que intentó convencernos de que su política se inscribía en el ideario progresista, pero del cual es necesario recordar, parafraseando a Gore Vidal, que forma parte de una escena política en la que actúa un solo partido, un partido de derecha con dos alas: el peronismo conservador y el kirchnerismo reaccionario».
¡Qué pluma poderosa, qué prosa parecida a la de Jorge Fontevecchia!
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Sabemos que la mayor parte de las distopías describen sociedades malogradas como consecuencia de tendencias sociales, políticas y económicas que devienen en situaciones totalmente indeseables. Son obras críticas, satíricas, que intentan mostrar ciertas tendencias humanas autodestructivas extrapoladas en finales apocalípticos.
En Las distopías peronistas, en La Nación, Alejandro Katz nos entretiene...
«... La larga deriva del peronismo hacia su actual realidad de indefinición ideológica, ausencia de programa político e indiferencia contractual con sus votantes ha exigido de sus líderes que sostengan encendida la antorcha de las creencias que configuran esa identidad cuyo rostro es cada vez más difuso. El combustible de esa antorcha son los mitos y las mistificaciones: no la capacidad de convocar en torno de un programa, sino la necesidad de hacerlo en torno de hechos o figuras del pasado que susciten suficiente emoción y empatía para recrear la identidad del grupo y darle una cohesión que no encuentra en el presente ni puede proyectar hacia el futuro. Como siempre, iluminar es también oscurecer: mostrar algo es hacer que otra cosa no sea vista, que aquello que queda fuera del haz de luz permanezca oculto. El retrato de Eva Perón, exhibido en lo alto de la principal avenida de la ciudad de Buenos Aires, reproducido infinitamente detrás de cada discurso que emite el poder, no sólo quiere delimitar el espacio de la pertenencia; quiere también señalar que algunos son parte y otros son ajenos, y quiere también dejar en sombras lo que el poder no quiere que se vea. El simulacro, rasgo distintivo del Gobierno, es la contracara del disimulo. Parafraseando a Jean Baudrillard, es posible decir que la simulación consiste en fingir que se es lo que no se es, y el disimulo, en fingir que no se tiene lo que se tiene, o que no se intenta lo que se intenta. El Gobierno simula y disimula. Simula a través de la mistificación del pasado para conservar vivo un espacio de identidad colectiva. Disimula sus intenciones y su naturaleza. Su naturaleza es la de la indiferencia, no sólo respecto de aquella identidad, del viejo habitus peronista que invoca como su propio origen, sino también la de la incapacidad, la de la imposibilidad de atender con una mínima solvencia sus obligaciones y sus compromisos. Sus intenciones -es razonable que las disimule- no son otras que conservar el poder y aumentar su riqueza».
Qué pena que Katz no se dedicó a escribir distopías sobre la oposición, los jueces adictos, los periodistas lacayos y otros crápulas rastreros que sufren violencia coercitiva, económica y simbólica de parte de Magnetto & Co y el establishment vernáculo.
De todos modos, ¡Qué buen escritor de guiones para cine catástrofe! ¡Cuánto talento desperdiciado en estas pampas en vez de volcarlo en megaproducciones hollywoodenses!
De corazón, ¡Alejandro Katz go home!
4 comentarios:
Construyen el relato del contrarelato, al cual lo acusan de estar alejado de la realidad, cuando en verdad los alejados de la realidad son ellos y se autoalimentan y se empachan engordando una "realidad" a la que caen cuando se cuentan los votos. Pero ni así, ya que su "relato" les impide ver la real realidad; y así surgen las denuncias de fraude, que no los voto el 54% porque no fue el 100% a votar, que votan paraguayos y bolivianos, que los planes y ainda mais.
ClaudioJ
Lo que este tipo hace...¡Es atender a la clientela! Darle letra, seguir moldeándolos.
"Haber agudizado la desigualdad" creo que dice, pero la única verdad es la realidad por más que entiendo que al señor lo daña el peronismo explícito,creo que hay reconocimientos internacionales sobre el tema como el progreso en las posiciones del índice de desarrollo humano de ONU o las publicaciones y expresiones de la Cepal sobre la disminución de la desigualdad en la región y en particular en el país, sin contar con consultar las series de Ginis del 2003 a la fecha que están disponibles en
http://www.indec.gov.ar/nuevaweb/cuadros/4/ingresos4trim_12.pdf
Nunca menos y abrazos
Bueno, Mancuso, tampoco defenestresmos tanto al chabón!
Recordemos que en su nombre se montó una reconocidísima comedia musical que desbordó Broadway: "Katz".
Uáu!
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