Paradoja brutal. Mientras seguimos disfrutando del avance de la democracia como nunca hubiéramos imaginado los que tenemos más de 30, un grano de pus crece poco a poco en la ciudad más rica de la Argentina.
Esta semana, a nivel nacional, se sancionaron otras dos leyes inclusivas, y muy consensuadas en la sociedad y en la dirigencia política: El Senado convirtió en ley el proyecto por el cual el Estado garantiza el respeto a la identidad de género, y convirtió por unanimidad en ley el proyecto de muerte digna.
Sin embargo, a contramano de las buenas noticias, Mauricio Macri trae, permanentemente, resabios del neoliberalismo a la ciudad autónoma. El PRO es importador consuetudinario de las peores decisiones políticas del pasado nacional y del presente europeo: ajustes de los presupuestos de vivienda, salud, educación, subejecución de las partidas, perversas manipulaciones, trampas y estafas varias, maltrato a los sectores más postergados, abandono de la obra y el espacio públicos, xenofobia, desidia, mentiras flagrantes, represión, violencia simbólica.
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Aparte del blindaje mediático con que cuenta el intendente porteño, que lo protege, que oculta errores, que lo promueve como figura alternativa de la oposición al kirchnerismo, que lo catapulta como presidenciable para 2015 ─pese a su ineficiencia como gobernante de la ciudad─; hay un extraño silencio en gran parte de la ciudadanía. ¿Costumbre o asentimiento? ¿Negligencia o insolidaridad? ¿todo junto?
Pareciera que los porteños vivieran en un frasco. Hay problemas de inundaciones cada vez que llueve, no hay cuidado de las veredas y árboles de la ciudad, no se poda ni se controlan los parques y plazas, la basura es un problema gravísimo que Macri no puede, ni quiere, ni sabe resolver. Muchos siguen en su mundo, sin importarles las antipolíticas sociales del niño bien devenido alcalde.
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Esta semana, 34 familias desalojadas violentamente están en la calle.
Hace más de un año que el Hospital Borda sigue sin gas.
A los habitantes de la VILLA 26 que deambulan en medio del incumplimiento macrista a las resoluciones del juez Armella, les ofrecen dinero a cambio de que se vayan a vivir fuera de la ciudad.
Una pinturita que pareciera pintada por Mariano Rajoy, o por Lucas Papademos. Pero es producto de una gestión argentina que se opone a las políticas implementadas desde 2003 a escala nacional, una derecha reaccionaria y prebendaria que a través del marketing y la desinformación, avanza hacia el callejón de la injusticia social.
¿A nadie le interesa la patética realidad de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad? ¿Cada uno vive en su mundo de bonanza gracias a las políticas implementadas en nuestro país desde 2003, y disfruta de su costado individualista en una ciudad que expulsa a los pobres, que discrimina al extranjero, que extranjeriza al no porteño?
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Antes de prestarte por una hora, las bicicletas amarillas que están en algunos parques, los interesados tienen que dar el domicilio... ¿para qué? ¿Si vivís en Avellaneda o Ramos Mejía no te las prestan?
«No podemos decirle al ciudadano del gran Bunos Aires que viene a trabajar a la ciudad y genera basura que a la noche se lleve su bolsita de vuelta a su casa en el conurbano», dijo Mauricio Macri, en un reportaje, cambiando un deseo reprimido por una declaración políticamente correcta.
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1 comentario:
El señor que te preocupa no es Intendente, es “el papá de Antonia” y “El jefe” (de la Rua lo hizo).
Tenés razón cuando decís que los porteños viven en un frasco. Casualmente es un frasco de análisis de materia fecal.
Ellos podan sus plantas desde mayo a agosto pero no se sorprenden cuando “El jefe” hace podar los árboles en enero, en plena floración.
Ahí estuvieron, en mi vereda, las ramas de mi árbol desde que estaban las flores vivas hasta un mes después; es decir cuando ya estaban bien muertas. Perros y gatos tuvieron tiempo de dejar sus recuerdos y, con las lluvias, un olor pestilente caracterizó al barrio.
Las plazas intentan controlarlas, los vecinos a veces no los dejan. Hoy estuve con los que defendían un espacio verde en Monroe y Holmberg. Parece que Macri se los quiere vender…
En Villa Lugano, cierran el Centro Cultural de Copello y los vecinos también están movilizados… Claro que mientras se desperezan ya se llevaron hasta la bandera.
El “individualismo porteño” se palpa, cada uno ignora el conflicto del otro, mientras se “avanza hacia el callejón de la injusticia social”…
Hasta que no “descubran” que el problema de la plaza y el del Centro Cultural es el mismo y se llama PRO, esto continuará…
Pero… ¿Podrán descubrirlo los que no quieren que atiendan en los hospitales públicos a “los de la provincia”? o, protestan porque en las escuelas de la periferia concurren chicos de la provincia, que “enrarecen el ambiente”?
Claro que no son los mismos porteños aquellos de la plaza o el Centro Cultural con estos otros, estos son el 64% y responden a esta identidad “Porteños = Macri”, aunque nos duela… En este caso, creo que el frasco no es “de materia fecal” sino “para materia fecal” (ellos lo llenan).
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