Estamos ante un día clave en la relación gobierno-CGT. Cuando Hugo Moyano hable por la tarde en la cancha de Huracán se sabrá si la cuerda que unía la Casa Rosada con el edificio de Azopardo se deshilacha hasta romperse o hay, todavía, alguna posibilidad de remiendo. Inútil es negar lo que pasa: pese a los esfuerzos de aliados mutuos en zurcir lo dañado, convencidos de que la CGT necesita al gobierno y viceversa, en los últimos tiempos, Cristina y Moyano sólo se hablan a través de los diarios o en los actos públicos. Para alegría de Clarín y La Nación, cuyos columnistas se relamen por escribir la crónica de una ruptura que saborean como victoria propia, es muy probable que Moyano renuncie hoy a la presidencia del PJ bonaerense e insista con su agenda de reclamos: suba del mínimo no imponible de Ganancias, ley de reparto de utilidades y paritarias sin techo. Pero quizá vaya más lejos todavía. Tan lejos que no quiera volver a ningún lado. Eso es lo preocupante.
Ayer en el Congreso, su decisión de no apoyar con sus diputados la Ley del Peón Rural impulsada por el FPV, en una jugada tácita de apoyo al duhaldista “Momo” Venegas, no alienta expectativas demasiado optimistas. En la ley kirchnerista, el RENATRE, una caja que hoy es manejada por el sindicato de Venegas y las patronales agrarias de la 125, pasaría a la órbita exclusiva del Ministerio de Trabajo, es decir, al Estado democrático. El argumento moyanista para oponerse es que la CGT no puede aceptar la intromisión oficial, de este o cualquier otro gobierno, en un sindicato, aunque lo maneje un enemigo político del kirchnerismo como Venegas.
Algunos podrán leer esta decisión como corporativa. Si no lo es, se le parece bastante. Pero es cierto que la CGT de Moyano ha sido coherente en esta línea, desde aquel día en que emitió un comunicado exigiendo la libertad de Venegas, tras ser detenido por el juez Norberto Oyarbide en la causa de los remedios truchos. O cuando repudió el pedido de intervención judicial al sindicato de técnicos aeronáuticos, alineado –como Venegas– en la CGT barrionuevista, es decir, antikirchnerista. Justo es decirlo: por José Pedraza, Moyano no movió un dedo.
Es difícil precisar cuándo comenzaron a enfriarse las relaciones entre la CGT moyanista y el gobierno de Cristina. ¿Acaso la muerte de Néstor Kirchner dejó a Moyano sin contención emocional y política? Ambos se entendían con sólo verse las caras. Podían enojarse duro por la mañana y arreglarse esa misma noche, mientras miraban un partido de fútbol. Parte del reproche de Moyano a Cristina es que ella no hace lo mismo. “No persuade. Y conducir es persuadir, como decía El General”, es el mantra peronista que se escucha en Camioneros. ¿No sería más fácil tratar de entender que Cristina no es Néstor, que el fútbol no le gusta y que en Olivos, ahora, se acuestan temprano? Tal vez persuada de otro modo, simplemente. ¿Qué dicen los ministros? Desde afuera, desde la libertad de esta columna, claro, es sencillo decirlo. Pero está claro que la incompatibilidad de caracteres y también de géneros, en este caso, parece difícil de remontar. La reivindicación de Néstor que hace el moyanismo para marcar diferencias con el gobierno de su viuda, a la vez, única heredera política y revalidada por el 54% de los votos, tampoco ayuda a desmalezar la desconfianza. Que Moyano atiza, además, cada vez que puede, con sus llamados a convertirse en cabeza y no en columna vertebral del movimiento, deseo que le valió la primera réplica pública de Cristina (“yo trabajo desde los 16 años”) en el acto de River, allá por la prehistoria, con Néstor aún vivo. “Son los frepasistas del gobierno”, acusan en la CGT cuando Cristina les critica su “lógica corporativa”, “los boicots” y “los aprietes y chantajes”. Otros, directamente, hablan de un “giro a la derecha” de la presidenta, sobre todo después de que ella bajó en la UIA el apoyo kirchnerista al reparto de Ganancias por ley, proyecto del diputado del FPV y de la CGT, Héctor Recalde, además de padre de Mariano, el titular kirchnerista de Aerolíneas Argentinas. En este último párrafo, aparece blanco sobre negro el drama político y humano que envuelve la tirantez de estas horas. ¿Quién consagró diputado a Facundo Moyano con tan sólo 27 años? Cristina lo incluyó en las listas, del mismo modo que excluyó a otros cegetistas, trago amargo que no fue digerido por los sindicatos. No se trata, entonces, de la tensión de la lucha de clases (este no es un gobierno patronal ni la CGT de Moyano es Sitrac-Sitram, como puede pensar algún alucinado del maximalismo), existe en realidad una pulseada entre el ala política (Cristina) y el ala sindical más vigorosa (Moyano) de un heterogéneo movimiento que, con tiras y aflojes, viene sepultando la herencia de los ’90, con indudable hegemonía K.
Se ponen en cuestión estilos, modos y hasta disputas de poder de distintos que conviven dentro de un mismo espacio, amontonados allí por conciencia histórica. Decir que Moyano es el mejor secretario general que tuvo la CGT desde Saúl Ubaldini y que cualquier remplazo, lejos de opacarlo, lo mejora, es tan justo como reconocer que Cristina encabeza un modelo nacional y popular que mejoró las condiciones de vida, la dignidad de millones de trabajadores que están sindicalizados y otros, una gran mayoría, que no lo están.
El tango se baila de a dos. Cuando uno no quiere, dos no pueden… Los refranes, las frases hechas, son parte del saber popular. Pueden serles útiles tanto a un canillita, a un empresario, como a un presidente y hasta a un líder de la CGT, en cualquier encrucijada de su vida. En las reuniones de anónimos que tratan de superar un trance de salud cualquiera, por ejemplo, lo primero que se aprende a decir es “sólo por hoy” voy a tratar de no hacerme daño, porque mañana nunca se sabe. Ni grandes emotividades, ni juramentos incumplibles. La fuerza de una persona, al levantarse, reside en tres palabras simples: “sólo por hoy” voy a tratar de hacer lo que hace falta aunque me cueste, porque mañana “no sé”.
Qué pasaría si Moyano decidiera “sólo por hoy” confiar en Cristina y viceversa. Cómo sería su discurso en Huracán. No lo sé.
Y quizá nunca lo sepamos.
director de Tiempo Argentino
3 comentarios:
Muy bueno, pero también muy doloroso. Pero la política está hecha también de conflictos y Caballero indica, me parece que muy bien algunos de sus ejes, sin duda Hugo pretende una especie de conducción bicéfala, como cree que era la que existía con Néstor, se equivoca y repite viejos errores de otros antes que él, pero con otros participantes. Se verá, pero algo es seguro los buenos tiempos de la relación FpV-CGT han terminado. Moyano pretende disputarle a Cristina la herencia peronista. ¿Qué significa eso hoy, con quien deberá aliarse? esas son las cuestiones que se verán y que irán decidiendo el resultado. Presentar la pelea como si fuese entre los clase media de la Cámpora y los trabajadores peronistas tratando de reeditar de alguna forma la vieja disputa entre Perón y la JP, es realmente estúpido y solo le hace el juego a los enemigos de ambos. Divide y reinarás. La cuestión no es trabajadores vs clase media, ortodoxia vs heterodoxia, la cuestión sigue siendo Liberalismo y dependencia vs movimiento nacional-soberanía y en ella el lugar de Hugo y de Cristina y lo que representan ambos está más que claro y todo lo que debilite ese polo juega para el enemigo.
Cria cuervos y te sacaran los ojos... no nos olvidemos cuando ELLA lo tenía como mano derecha en cada acto.
Escuché el discurso de Hugo Moyano. Ya estaba bastante sorprendido por la gran dificultad que tiene Hugo en asumir que los dos últimos gobiernos son los que más han hecho en cuanto a la restitución de derechos y la dignificación de la clase trabajadora en todos sus niveles, en los últimos 50 años. Y que no se trata de competir con aquél Peronismo de hace 60 años. Parece no advertir ó que no le interesa el rédito que la oposición y los medios oligopólicos van a tratar de obtener de su fervorosa arenga.
Escuchar que Luis Barrionuevo y Gerónimo Venegas estarían prestos para alinearse con Hugo, me hace fruncir el entrecejo.
Si el modelo nac&pop alcanzó a iniciar su tercera etapa consecutiva, además de los indudables méritos fundacionales de Néstor Kirchner, ha sido por lo fogoneado y establecido por Cristina Fernández. Ella obró a manera de imán para la obtención del 54,11%. Ningún otro ú otra lo hubiera logrado. Y fué el pregonado apoyo de Moyano lo que lo mantuvo al frente de la CGT. Parece que el tan mentado "modelo" ya no importa tanto. Ya se superaron las épocas del desastre y del terreno arrasado. Ahora vienen los pases de factura. Y si así no fuera, los términos en que lo ha planteado tienen todos los rasgos de un pliego de condiciones.
Espero que esta instancia sea superada con inteligencia por parte de todos los que deban intervenir.
Saludos
Tilo, 70 años
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