Me encontré con él casi sin darme cuenta. Fue allá por el Tercer Peronismo, como dice Alejandro Horowicz. Aparecí en un asado en Villa España, Berazategui, un domingo al mediodia, con calles de tierra, Perón vuelve en las paredes, los choris en el aire, y la voz del negro Andrés Framini, en el tablado de la sociedad de fomento. Canté la marcha peronista por primera vez, con la piel de gallina y la emoción vibrándome los huesos adolescentes, entre los viejos compañeros que habían resistido 18 años de epopeyas. Se me pegó en el alma como esos amores que nunca nos abandonan. Me llenó de contradicciones y recurrentes peleas conmigo mismo, pero como pasó con mi viejo, el tiempo lo puso en el sitial de los sabios necesarios, amado, insustituible, faro.
Pasaron los muertos y las derrotas, las frustraciones, las heridas, los olvidos, los exilios, la desesperanza. Hoy amaneció soleado en las memorias del pueblo, es el cumpleaños del hombre que marcó con alegría y dignidad, con tiza y carbón, con sangre y valor, con luche y vuelve, la historia de todos nosotros. Hoy brindo con él por los 116, y lo veo más presente y fresco que nunca, dando cátedra de conducción política y sensibilidad social, gracias a Néstor Kirchner y Cristina, gracias a los compañeros, a nosotros mismos, a la vida.
FELICIDADES.
Pasaron los muertos y las derrotas, las frustraciones, las heridas, los olvidos, los exilios, la desesperanza. Hoy amaneció soleado en las memorias del pueblo, es el cumpleaños del hombre que marcó con alegría y dignidad, con tiza y carbón, con sangre y valor, con luche y vuelve, la historia de todos nosotros. Hoy brindo con él por los 116, y lo veo más presente y fresco que nunca, dando cátedra de conducción política y sensibilidad social, gracias a Néstor Kirchner y Cristina, gracias a los compañeros, a nosotros mismos, a la vida.
FELICIDADES.
Daniel Mancuso
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