El hombre con la voz metálica y la mirada de hielo no duerme. Tiene el cuepo pequeño y enfermo, el alma en ruinas, pero un inmenso poder. Todos le temen.
Se pasa días y noches en su oficina de chief executive officer, y no quiere ser molestado. Lo hace todo por teléfono: da órdenes, pregunta, insulta, cambia la orden anterior.
Una chica de limpieza contó que lo vio fumando un porro. Está palido, mucho café, ojeras. A veces, se tira en el sillón enorme de su despacho, y dormita con la boca abierta. Babea y sueña. Casi siempre, el ceño fruncido y la motilidad ocular, anuncian la misma pesadilla...
Daniel Mancuso
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