Qué difícil y qué doloroso es dejar algo de lo que uno fue parte fundante, y fue carne de un sueño, fuelle de una utopía.
Uno se pregunta por qué no pueden evitarse los desencuentros entre quienes quieren las mismas cosas, y cada cual tendrá una respuesta acorde a su sentir.
Pero las cosas cambian, uno con ellas, y los conflictos aparecen, retoños de entusiasmos malogrados. Y para colmo, lo más pesado no es alejarse de antagonistas sino de compañeros de ruta.
Y lo terrible es eso que uno no sabe bien de qué se trata y taladra la conciencia...
Por eso me duele como propio el alejamiento de Sandra Russo del programa El nombre de las cosas, que va por AM 870 Radio Nacional, de lunes a viernes de 12.30 a 14 horas.
Tristeza. Tal vez, porque es uno de los mejores programas que haya escuchado y se va a notar su ausencia. No es verdad que nadie es irremplazable, algunos son indispensables.
Tal vez, por los mediodías de radio fuerte en el livin y almuerzo acá en la cocina, que ya no serán igualmente esperados.
Tal vez, porque yo también he renunciado y he pensado en el Martín Fierro (el libro, no el premio tilingo). Tal vez, porque como ella no quise, no quiero perder la alegría. Y porque la suerte personal no es, en definitiva, más importante que el proyecto colectivo.
Y porque me atrevo a suscribir cada palabra que dijo...
Daniel Mancuso
2 comentarios:
Empecé a escuchar radio nacional con la llegada de Sandra Russo y me da pena esta perdida de mi compañía de los mediodias. No se si me voy a aguantar a M. Wainfeld con tanta mesura. La dirección de la radio viene haciendo cambios que no me interesan así que...chau. Me llevo las palabras de despedida a mi feis con su permiso. Saludos.
Me lo llevo a mi feis con su permiso. Gracias.
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