Se murió Canario Luna. Se apagó su canto agudo y gastado de ginebras y madrugadas rioplatenses que me emociona hasta la piel de gallina. Cada vez que llenó mis oidos de ritmo y colores, mi corazón gozó de carnavales y repiques, y saltó en imaginarias matanzas, viajó a los corsos de infancia y papel picado. Siempre amé al Uruguay y los uruguayos, son nuestros cumpas y hermanos. Sólo nos divide un poco de agua...
El canario nunca se consideró un artista profesional. "Soy uno del montó", decía con su voz aguardentosa. Sus agudos hacían vibrar la fibra emotiva de cualquier sensible. A los 13, se subió por primera vez a los tablados. Entonces, cada esquina montevideana tenía un tablado, era gente de barrio, de boliche, del club... tu canto te inmortaliza, Canario, así que no te vas, sólo te tomás unas largas vacaciones.
Daniel Mancuso
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