La vida pelea a cada instante para ser. En la terraza, a pesar del frío, los malvones se sobreponen al invierno, resisten, y nos regalan sus flores, su olor macanudo; los benteveos se esconden entre los pinches de la palmera; el bulto humano se tapa con cartones en el umbral del prestigioso negocio de ropa de moda de la avenida, todavía respira.
Hoy, no puede soplar las 55 velitas Gustavo Cerati; sufrió un ACV y desde mayo de 2010 se encuentra sumido en un profundo coma del que nunca despertó.
Ayer, una nena salió del vientre de su madre muerta en un bombardeo israelí, adentro de su casa; ahora intenta sobrevivir en Gaza con cañitos y sueros en su cuerpito.
No siempre alcanzan las ganas de vivir. ¿Será el destino, el azar, o será una puja desigual la pelea para ser, para estar, que a veces se pierde, cuando otros hijos de mierda te empujan al precipicio?
Hoy, no puede soplar las 55 velitas Gustavo Cerati; sufrió un ACV y desde mayo de 2010 se encuentra sumido en un profundo coma del que nunca despertó.
Ayer, una nena salió del vientre de su madre muerta en un bombardeo israelí, adentro de su casa; ahora intenta sobrevivir en Gaza con cañitos y sueros en su cuerpito.
No siempre alcanzan las ganas de vivir. ¿Será el destino, el azar, o será una puja desigual la pelea para ser, para estar, que a veces se pierde, cuando otros hijos de mierda te empujan al precipicio?
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