domingo, 7 de noviembre de 2010

ESE CORAZÓN





¿Qué sentiría el flaco a solas, mirando por la ventana?

Ella lo abrazaba en silencio, y miraban juntos hacia el futuro.

Un turbión de problemas oscureció sus mañanas, una mañana después de que fue elegido.

¿Qué le pasaría por el bocho? ¿Intuía las críticas furibundas de algunos de quienes sería beneficiarios de sus acciones?

Remaba contracorriente con tanto ahínco, y a pesar de los contreras del mismo palo que entorpecían la marcha, que parecían varios adentro de ese cuerpo desgarbado.

Ella sostenía. Madre coraje compañera de aventuras y utopías.

Afuera arreciaba el temporal mediático. Era cantado, munición de guerra continua para quien vino a revolver el avispero. Encima, las decepciones de las defecciones. Los de adentro... eso son sorpresivos, inesperados, un golpe al corazón. Él siguió a destajo.


Mi amor / abre pecho a la muerte / y despeña su suerte / por un tiempo mejor...


Dicen que en esos casos hacen falta convicción y coraje. Es cierto, sin duda. Pero el combustible primero es el amor. El yin y el yang peronistas no perdieron el tiempo y apostaron todo al movimiento. Una bola de amor que no para de crecer. Y es la herramienta certera para atravesar la gruesa capa de incredulidad de los demesticados.

Shakespeare pasó a la eternidad escudriñando tragedias íntimas que en el fondo no eran otra cosa que historias de amor. Algunas tristes, otras comedias, todas hablan del amor o el desamor, que es lo mismo, la misma contradicción a resolver.

Pobre flaco, qué paciencia. Es doloroso cuando no te entienden, mucho más cuando conjugamos la primera persona del plural. Peor, si las causas del malentendido son evidentes e invisibles a la vez, no por efectos de la luz sino por la oscuridad de la razón, y la ceguera de la pasión. Ese corazón se ganó varios infartos de incomprensión y siguió latiendo, pariendo verdades.

Quizo entender. Entender al otro es un acto solidario. Importa lo que dice y siente y lo escucho porque todos somos uno. Eso es amor, el yo multiplicado.

Después de un largo trecho, dijo: ahora Vos. Frenó el auto, dejó el volante, se bajó, pegó la vuelta y se sentó en el asiento del acompañante. ¡Acelerá, yo te banco! Ella le dio vacaciones que nunca se tomó. Vinieron caminos de montaña, curvas peligrosas, precipicios... y pozos, muchos pozos.

Ahora él sostiene y ella mira para adelante, hacia el futuro. La abraza en silencio, como todos nosotros. Ella lo siente y sonríe.






ese amor aguerrido, es un sol encendido por quien merece amor...


Daniel Mancuso

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenísimo compañero.

El amor además, la mejor arma contra la traición.

Natalia dijo...

me hiciste llorar otra vez ;)

muy bonito y muy diciente

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