miércoles, 6 de octubre de 2010

LA ESCUELA DE FRANKFURT



“El desafío hoy, luego de la caída del Muro de Berlín pero también de las ideologías del fin de la historia, de las Torres Gemelas y de Wall Street, es elaborar nuevos marcos teóricos. Esa es la mejor forma de homenajear a la Escuela de Frankfurt. Crear nuevos marcos teórico-políticos para la acción”, expresó la presidenta Cristina Fernández.

En el señorial Hotel Steigenbergen, se firmó la carta de intención para el intercambio institucional entre la célebre
Escuela de Frankfurt y la Secretaría de Cultura de la Nación, la Unión de Educadores de la provincia de Córdoba y la Facultad Libre de Rosario.

Firmaron el acta de acuerdo: el secretario de Cultura Jorge Coscia y el titular de la Biblioteca Nacional, Horacio González. Además, Fernando Peirone, de la Facultad de Rosario, y Axel Honneth, de la Escuela de Frankfurt. Y entre los presentes estaban la embajadora Magdalena Faillace, Mempo Giardinelli y Ricardo Forster.




El Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt es una escuela multidisciplinaria que incluye y amalgama la producción filosófica, sociológica, psicológica y económica desde una perspectiva neomarxista occidental.



Se hizo popular en los ’60 por su renovación del pensamiento socialista y reunió entre otros autores a Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Jürgen Habermas y Walter Benjamin.

El proyecto del Instituto de Investigación Social consistía en renovar la teoría marxista de la época, haciendo hincapié en el desarrollo interdisciplinario y en la reflexión filosófica sobre la práctica científica, agrupó a estudiosos de muy diferentes ámbitos y tendencias. Fue la primera institución académica de Alemania que abrazó abiertamente el marxismo.

Debido al origen judío de la mayoría de sus miembros, se debió trasladar al exilio, en Estados Unidos durante el régimen nazi, para regresar a Frankfurt tras la victoria aliada. Aunque el Instituto continúa activo, practicando la crítica social; hoy día bajo la dirección de Axel Honneth, desde un punto de vista histórico se considera a Jürgen Habermas el último miembro de la escuela de Frankfurt aunque sus planteamientos difieren profundamente de los de la primera generación de teóricos.

La Escuela de Frankfurt reunió marxistas disidentes, críticos severos del capitalismo que creían que algunos de los denominados seguidores de las ideas de Karl Marx sólo utilizaban una pequeña parte de las ideas de éste, usualmente en defensa de los partidos comunistas más ortodoxos. Influidos además por el surgimiento del nazismo en una nación tecnológica, cultural y económicamente avanzada como Alemania y los fracasos de las revoluciones obreras en Europa Occidental, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, tomaron como tarea encontrar las partes del pensamiento marxista que pudieran servir para clarificar condiciones sociales que Marx no podía haber visto o predicho.

Para lograr esto, se apoyaron en la obra de otros autores para enriquecer la teoría marxista y darle un carácter más explicativo. Max Weber ejerció una notable influencia, así como Sigmund Freud (particularmente en la obra de Herbert Marcuse).

El énfasis de la Escuela en el componente crítico de la teoría se derivaba de su intento por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la fenomenología mediante un retorno a la filosofía crítica de Immanuel
Kant y sus sucesores en el idealismo alemán, principalmente Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

Una influencia clave también vino de la publicación, en 1930, de las obras de Marx:
Manuscritos económico-filosóficos o Cuadernos de París y la Ideología alemana, obras que mostraron una continuidad de ciertos temas hegelianos en la obra de Marx.





  • Ricardo Forster, explicó que “se trató de una de las corrientes de pensamiento más significativas del siglo XX y que abrió un debate muy importante dentro de la izquierda, una renovación del marxismo que analizó la trama sociocultural del capitalismo y teorizó sobre fenómenos nuevos como la cultura de masas, y la radio y la televisión, por ejemplo”.

  • Jorge Coscia sostuvo que la firma de la carta es importante porque: “Nosotros nos caracterizamos por el pensamiento crítico. Benjamin decía que los pueblos son tan exitosos como el proyecto cultural que los define”.

  • Fernando Peirone explicó a Tiempo Argentino que “se trata de una reparación histórica, ya que uno de los fundadores de la Escuela, en 1923, fue el argentino Félix Weill, cuyo padre, Hermann Weill, fue mecenas durante 20 años de las investigaciones de ese centro de estudios sociales. Cuando los intelectuales debieron emigrar, las posibilidades eran los Estados Unidos o la Argentina. Eligieron el país del norte y, en cierta manera, quedaron en deuda con nosotros”.



Daniel Mancuso

1 comentario:

HUINCA dijo...

buenísimo. gracias

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