viernes, 24 de abril de 2009

Una anécdota de BAYER



¿Se pueden interpretar ideas antagónicas sobre un mismo hecho? Sí, parece que sí. Depende de la vereda en que uno esté parado. Leyendo cosas viejas, encontré Una historia verdadera de Osvaldo Bayer, donde el escritor e historiador cuenta en una anécdota la dicotomía existente entre las letras cultas y las populares. Me parece pertinente releerla, ahora que las dicotomías están a flor de piel: empresarios del campo o redistribución de la riqueza, FMI o soberanía nacional, MultiMedios o democracia comunicacional, oposición neoliberal o gobierno nacional...


LLego del otro mundo, el domingo pasado, y todavía en el aeropuerto encuentro mi nombre en Radar, bajo el título “Una historia falsa”. Es una nota de la señora Beatriz Sarlo que reprueba un relato mío que yo habría hecho en el pasado acerca de cómo se trató a Osvaldo Soriano en la cátedra de la cual ella era titular. Sí, Sarlo reprueba pero agrega “por ser franca, no me interesa mucho lo que diga Bayer sobre mí”. Esto hace nacer la pregunta: “Si yo no le intereso, ¿para qué me dedica una página de Radar?”.

Pero vayamos a Osvaldo Soriano. Estando ya muy enfermo me llamó muy triste para decirme que había tenido una muy mala experiencia en la Facultad de Filosofía y Letras. Eran los fines del curso del ’96. Me relató que un grupo de docentes y alumnos de la cátedra Beatriz Sarlo lo habían invitado a un reportaje en vivo. El concurrió y fueron todas preguntas para humillarlo. La definitiva fue: “Dígame, Soriano, ¿usted qué estudios tiene?”. “Le respondí la verdad: ‘Tercer año nacional’. Esto provocó la carcajada general de los presentes”. Hubo un silencio de su parte y yo le respondí: “No te hagas problemas, Osvaldo. Yo te voy a invitar a mis clases de los viernes, la haremos en el aula magna, y te reivindicaremos”. “Te agradezco infinitamente”, me respondió. “¿Sabés una cosa? Y quiero entrar a la Facultad por la puerta grande.”

Pero mientras esperábamos el próximo curso, Soriano falleció en ese verano. A pesar de todo, apenas reiniciadas las clases hicimos el acto en su homenaje, en el Aula Magna de esa Facultad de Filosofía y Letras. Los memoriosos señalan hoy todavía que fue una de las clases magistrales más concurridas de la historia de nuestra facultad. La anunciamos previamente por todos lados, en lo que nos ayudaron fundamentalmente las representaciones estudiantiles. Sí, no pudo estar Osvaldo presente, pero sí, en el medio de la primera fila estaban su viuda, Catherine, y su hijo Manuel, de siete años, que estuvo toda la noche en silencio mirando con grandes ojos.

Después de mi prefacio lo invité a hablar a Ricardo Piglia, no sólo un consagrado escritor y docente universitario de literatura en la Argentina sino también en el exterior. Piglia comenzó así: “Los tres más grandes escritores argentinos no terminaron sus estudios secundarios: Domingo Faustino Sarmiento, Roberto Arlt y Jorge Luis Borges”.

Estaba todo dicho. Todavía resuenan en mis oídos los aplausos del público. Hubo una emoción muy grande. Justamente en la misma Facultad de Filosofía y Letras donde los titulados academicistas se habían querido burlar del querido escritor del pueblo.

Todo eso tuvo una enorme trascendencia en la facultad. En los pasillos quedaron durante mucho tiempo los ecos del acto por el cual el escritor Osvaldo Soriano había entrado por la puerta grande. El Centro de Estudiantes publicó los discursos.

Lo que me llama mucho la atención es que pese a la resonancia del acto, la profesora Sarlo no haya reaccionado en aquel tiempo. Lo hace recién diez años después, mientras tanto guardó silencio. Ahora, ella misma, en la nota de Radar, señala que su alumna Sylvia Saítta le relató que yo en Berlín, en un seminario sobre Roberto Arlt, había narrado esa experiencia sobre Soriano.

Vuelvo a preguntar: ¿por qué la señora Beatriz Sarlo no reaccionó entonces y lo hace sí cuando han pasado diez años del hecho? Si, como usted dice, todo es mentira, a pesar de los cientos de testigos que hay del hecho, ¿por qué no me inició juicio por calumnias e injurias? Esto me hace recordar al general Elbio Carlos Anaya, quien sostuvo que era mentira lo que yo había sostenido sobre los fusilamientos de peones patagónicos ordenados por él, en 1921. Pero poco después, en un reportaje en La Opinión al señor general se le escapó la verdad: “Los fusilados por mi orden lo fueron de acuerdo al código militar”...


audio:



Osvaldo Bayer es historiador, escritor, periodista, guionista cinematográfico y traductor. Nació en Santa Fe, Argentina, en 1927.

Estudió medicina y filosofía, en la UBA e Historia, en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Fue traductor del alemán de obras de Franz Kafka, Bertolt Brecht, Karl Jaspers, Thomas Mann y otros. Fue Profesor Honorario, titular de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Obras escritas: "La Patagonia Rebelde"; "Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia"; "Los anarquistas expropiadores"; "Exilio", en colaboración con Juan Gelman; "Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?"; "La masacre de Jacinto Aráuz"; "La Rosales, una tragedia argentina"; "Rebeldía y Esperanza"; "Los cantos de la sed", poesía. Los últimos editados: "A contrapelo" y "En camino al paraíso", dos libros de ensayos y opinión.




Daniel Mancuso


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